Queridos amigos internautas, estaba paseando al borde del mar y pensaba de qué tema os iba a hablar esta semana. No se me ocurría nada y entonces invoqué al Espíritu Santo, le recé un Padrenuestro y un Avemaría y me quedé absorta escuchando el ruido del mar. Y ahí me vino la idea de la que os voy a hablar hoy.
El mar estaba tranquilo y las olas suaves, periódicamente iban y venían y se estrellaban contra las piedras. Y ahí pensé que nosotros podíamos ser como esas piedras que las olas bañan y van puliendo suavizando sus aristas y poniéndolas cada vez más redondeadas. Entonces comparé que la gracia de Dios nos va envolviendo una y otra vez como las olas y nos va llenando de sabiduría y va limando nuestros defectos y pecados haciéndolos lisos como esas rocas de la playa.
El mar cuando cubría las piedras durante unos segundos quedaba una fina película de agua que con el sol brillaba. Y pensé que durante esos segundos nuestra alma cuando hemos recibido la gracia de Dios, brillamos y nuestra luz la expandimos hacia todos los que nos rodean. Hay quien piensa que en una piedra no hay vida, pero se equivoca. Pues en las piedras viven los moluscos, los mejillones y en los huecos que el agua ha ido haciendo se esconden los pulpos y los peces. Así es nuestra alma: con la ayuda de la gracia de Dios vamos cada vez haciendo que florezcan las virtudes y nuestras buenas acciones.
Decía Santa Teresita que ella era incapaz de hacer cosas enormemente grandes, pero sí que podía hacer muchas pequeñas cosas. Y eso es lo que os quiero decir, que podemos hacer como Santa Teresita y desde que nos levantamos ofrecámosle a Dios todos los actos que hagamos durante el día, por muy sencillos y simples que sean. Como la madre que cuida de su familia, de sus hijos, que los alimenta y los protege o el padre en su trabajo con su esfuerzo ganándose el sustento para su familia o los hijos labrándose un porvenir estudiando y obedeciendo y cada día aprendiendo más. Jesús dijo que ni un solo vaso de agua que diéramos en su nombre se quedaría sin recompensa. Así que imaginaros cuántas pequeñas cosas podemos hacer en el nombre de Dios y ofrecérselas por nuestros hermanos. Seguro que si las ponemos unas encima de otras conseguiremos hacer una gran montaña, pues Jesús durante su estancia en la Tierra siempre nos habló de amor y de perdón, nunca de terror ni de castigo. Una vez le preguntó a San Pedro:
-Pedro, ¿me quieres?
Y Pedro le contestó:
-Sí, Señor, te quiero.
Y se lo repitió por tres veces. Y a la tercera Pedro, entristecido pensando que no se lo creía le contestó:
-Sí, Señor, te quiero.
Y entonces Jesús le dijo:
-Pues apacienta mi rebaño y desde ese momento San Pedro quedó encargado de ser el sucesor de Cristo.
Oración de la mañana.
Ahora os voy a poner una oración que he escogido de un libro antiguo de mi abuela, a la cual yo quería muchísimo. Y ese libro explica con palabras muy sencillas y de una manera muy clara las principales oraciones de la liturgia. Y hoy he escogido la oración de la mañana, pues pienso que viene bien con el tema del que os he hablado, que desde que nos levantemos nos pongamos en presencia de Dios y le ofrezcamos todas nuestras acciones. Espero que la leáis y la recéis por la mañana.
Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía.
Señor Dios omnipotente que nos habéis permitido llegar al principio de este día, salvadnos hoy con vuestro poder, para que este día no caigamos en pecado alguno;
antes bien, todas nuestras palabras, pensamientos y obras se dirijan a cumplir vuestra santa Ley. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Oh Señora mía, oh Madre mía, yo me entrego del todo a Vos;
y en prueba de mi filial afecto, os consagro mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo vuestro, oh Madre de piedad, guardadme y defendedme como cosa y posesión vuestra.
Amén.
Madre mía, libradme de pecado mortal.
Tres Avemarías.
Ángel de Dios, custodio mío, ya que la soberana piedad en este día a Vos me encondó, iluminadme, guardadme, regidme y gobernadme.
Amén.
Dignaos, Señor, guardarme sin pecado en el día de hoy.
Amigos, no olvidemos que estamos en plena cuaresma, que es tiempo de oración y de penitencia. Preparémonos con alegría para celebrar con gozo la muerte y la resurrección de nuestro señor Jesucristo. Hasta la semana que viene si Dios quiere.
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