Uno de noviembre día de todos los Santos.
Ya llegó el otoño y el olor a castañas asadas invaden y perfuman nuestras calles. El verde follaje de los árboles cambia de color como si una mano invisible los pintase a tonos rojizos, dorados, amarillentos y cobrizos. Otros por el contrario se desnudan y tiran sus hojas al suelo en bosques, parques y alamedas; formando una gruesa y mullida alfombra que cruje cuando andamos sobre ella.
Mes de Noviembre lleno de añoranza melancolía y nostalgia. Este es el mes que ha escogido la iglesia para que honremos a todos los santos. Es fiesta principal en la iglesia pues en ella celebramos a los millones de personas que de una manera anónima callada, sacrificada, pero muy alegre han sabido cumplir la ley de Dios con lo difícil que eso es, porque han sabido ver a Cristo en el rostro de sus semejantes y los han amado ayudado y respetado como si de Jesús se tratara.
¡Amigo que suerte tenemos de estar vivos! Pues todavía estamos a tiempo de pedir perdón y arrepentirnos de todos nuestros pecados.
La santidad, que palabra tan grandilocuente, poderosa e inalcanzable. Pero si de verdad nos atreviésemos a intentar conseguirla, aunque parece una tarea imposible. Pensando en que algunos Santos lo han conseguido ¿por qué nosotros no?
Si estamos decidios a emprender este camino, lo primero que tenemos que hacer es hablar con Jesús de una manera íntima y en silencio, sin que nada nos distraiga, y decirle:
- Te ofrezco un trato Jesús. Si Tú quieres escucharme te propongo que hagamos un pacto entre los dos. Yo te ofrezco mi corazón lleno de amor hacia ti, mi voluntad y todas las potencias de mi alma. Y Tú a cambio me tienes que conceder los dones y gracias necesarios para poder realizar esta tarea. Pues quiero conseguir amarte a ti sobre todas las cosas y al prójimo como a mí mismo.
- ¿Que te parece estamos de acuerdo? Noto que sonríes, aquí tienes mi firma, me comprometo a todo lo que me he comprometido. ¿Y tú te atreves a firmar tu parte? En el fondo de mi corazón siento que has consentido y has firmado.
En las lecturas de la misa del día de todos los santos hay una maravillosa parte que dice:
Tuvo Juan una visión del cielo, y vio en el centro a Dios en su trono lleno de majestad y gloria, rodeado de los ancianos, santos y ángeles. Entonces vio que venían las doce tribus del Israel y luego una gran inmensa muchedumbre de toda las razas, pueblos y naciones de la tierra que nadie podía contar.
Y Juan preguntó: “¿Quienes son todos estos que vienen vestidos con túnicas blancas y portando en su mano una palma en señal de paz?”
A lo que respondieron: “Estos son los que vienen de la tribulación de la tierra y que han lavado sus almas con la sangre del cordero.”
Amigos internautas cuando traspasemos el umbral de la muerte a la vida eterna, espero que formemos todo parte de esa muchedumbre que alaba a Dios diciendo: “ Para Ti todo honor, gloria, poder y sabiduría por los siglos de los siglos.”
Día dos, fiesta de los fieles difuntos.
La iglesia no se olvida de sus hijos difuntos, y por eso señala un día al año para que al menos durante esa jornada recemos por ellos, les digamos misas y responsos; vayamos a visitarlos a los cementerios y limpiemos sus sepulturas.
La muerte, que palabra tan terrible que a todos nos da miedo, pero que triste sería si acabásemos en una fría y oscura sepultura sin esperanza de otra nueva vida por eso, no la veamos como una enemiga, sino por el contrario como una aliada y recibámosla con esperanza, paz y sosiego; y no de una manera trágica y desgarradora.
Jesús durante toda su vida nos habló de la otra vida, cuando dijo:”Mi reino no es de este mundo” o cuando decía: “Voy a la casa de mi Padre”. Y no paraba de hacer referencia a un mundo mejor. Hasta en el último momento de su vida cuando estaba muriendo en la cruz le dijo al buen ladrón: “En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”
Con esta esperanza aceptamos la muerte pensando que es un trámite que tenemos que pasar para alcanzar la vida eterna. Y como dice el padre Pepe que al final de nuestros días nos encontraremos con nuestros seres queridos en la mesa camilla del cielo.
Amigos del grupo de oración de nuestro blog. Espero yo también, que algún día nos conozcamos y estemos juntos en la mesa camilla del cielo.
Resurrección de Lázaro.
He recordado este pasaje del evangelio y pienso que hoy encajaba muy bien en estas fechas al celebrar estas dos fiestas.
Cuando vivía Jesús en la Tierra, como Dios y hombre que era, tenía parientes, conocidos, enemigos y también muchos amigos. Entre ellos se encontraban tres hermanos: Lázaro, Marta y María.
Estaba Jesús predicando su evangelio en otra aldea cuando Lázaro se puso gravemente enfermo y entonces sus hermanas le mandaron recado para que viniesen a curar a Lázaro, pero Jesús se quedó donde estaba y no vino (pues el sabía lo que hacía).
Al cabo de tres días dijo a sus discípulos: “Vamos a casa de Lázaro”. Cuando estaba llegando lo vieron Marta y María, y salieron llorando a su encuentro recriminándole: “Maestro si hubieras estado aquí mi hermano no hubiera muerto”.
Entonces Jesús lloró (¡Ay Jesús! ¿Quién podría haber visto tus lágrimas? Aunque pienso que esas lágrimas son por todos nosotros y por todas las penas y desgracias que nos suceden) y dijo a María: “Llevadme donde está Lázaro enterrado, porque va a resucitar”
A lo que contestó María: “Yo se que todos resucitaremos el día del juicio final” y Jesús dijo (antiguamente se tenía la costumbre de hacer un agujero en la montaña para luego cubrirlo con una piedra para enterrarlo): “Quitad la piedra”
Marta y María dijeron: “Tres días lleva enterrado y ya empieza a oler, pero en tu nombre la quitaremos”
Entonces Jesús levantó los ojos al cielo y rezó y acercándose a la tumba con voz potente y ronca gritó: “Lázaro, Lázaro, levántate que Yo te lo mando” Al momento vieron con estupor que Lázaro se puso de pié atado con las vendas y el sudario y Jesús les dijo: “Desatadlo y dadle de comer”
Los allí presentes no daban crédito a lo que había sucedido y esta noticia corrió como reguero de pólvora por toda la comarca. Así eran muchos los enfermos que vieron más tarde para que los sanase.
Yo pienso que en este episodio Jesús nos quiso decir para que creyéramos firmemente en su palabra y en un mundo futuro que había resucitado a Lázaro, demostrando así su poder sobre todas las cosas.
Con esta lección que Jesús nos da y con la esperanza de alcanzar una nueva vida, tengamos cada día fe en sus palabras.
Amigos hasta la semana que viene si Dios quiere.
me encanta su pagina, vos espilicas divinamente, vos deberias escribir un libro recopilando todas sus pequeñas histrias, no es mala idea no?, la espero con ansia hasta la siguiente semana
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