Queridos amigos internautas:
El domingo pasado finalizó el año litúrgico. Por eso la Santa Madre Iglesia ha señalado este día como la última fiesta del año y la ha dedicado a Cristo Rey.
Los cristianos y toda la buena gente de la Tierra teníamos el deber de pedir perdón a Cristo por tantas ofensas y pecados que hemos cometido. También queríamos reconocer que Tú eres el dueño y Señor de todas las cosas visibles e invisibles y que eres el Rey del universo y de todas las criaturas que lo habitan.
Jesús, cuando estabas entre nosotros en la Tierra, muchas veces nos dijiste en enseñanzas y parábolas que había un Reino futuro donde allí reinaba la alegría, la paz y el amor. En muchas ocasiones dijiste que tu reino no era de este mundo y que llegaría un momento en que estarías sentado a la derecha del Padre junto al Espíritu Santo rodeado de todas las buenas almas.
Cuando llegó el momento de tu pasión y muerte, los sacerdotes del templo Anás y Caifás endurecieron su corazón y lo llenaron de envidia y de odio, y veían que su mundo se estaba derrumbando al oír las enseñanzas que tú predicabas de “libertad, amor y paz”, que todos éramos iguales ante los ojos de Dios y que todos éramos hermanos.
Los sacerdotes, escribas y fariseos habían convertido la Ley de Moisés en una losa pesada que oprimía al pueblo y habían tergiversado las leyes, haciéndolas casi imposibles de cumplir. Esto fue lo que les motivó al ver que las palabras de Cristo iban ganando cada vez más adeptos a que se quedaran ellos solos. Y entonces, sin dar la cara, movieron los hilos para que lo juzgaran y lo condenaran por blasfemia al decir que él era el Hijo de Dios. Lo llevaron ante el tribunal del Rey Herodes y del gobernador romano Poncio Pilatos.
¡Qué equivocados estaban! Ellos creían que tenían el poder sobre Jesús y no supieron comprender que Jesús había venido al mundo para entregarse como un inocente cordero para redimirnos y salvarnos del pecado. No supieron ver en la figura de Cristo al Mesías hijo de Dios. ¡Qué ignorantes y estúpidos fueron!
Le hicieron un juicio fraudulento e injusto para que fuera condenado sin remedio. (¡Ay, amigos! ¡Cuántos juicios injustos y a cuántas personas inocentes han condenado porque les convenían a los que los juzgaban o para dar un escarmiento!) Entonces le preguntaron que si él era el Rey de los judíos, a lo que Jesús les contestó: “tú lo has dicho. Yo soy”. Y entonces lo mandaron azotar salvajemente y cubrieron su espalda de heridas y de sangre. Y no contentos con esto, cogieron unas ramas de espinas y trenzaron una corona y se la clavaron en la cabeza. Después cubrieron sus hombros con un trozo de tela púrpura imitando una capa y en su mano le pusieron una caña figurando un cetro para que el populacho que lo estaba viendo y gritaba que lo matara se riera de él, vestido como si fuera un Rey.
Ay, Jesús. De tu cabeza brotaban hilos de sangre que cubrían tu rostro. Tu mirada tan triste buscaría entre el populacho a muchos de los que tú habías curado de enfermedades y te habían seguido oyendo tus enseñanzas, pero no encontraste a nadie: estabas solo.
Han transcurrido 21 siglos y los cristianos de todos los tiempos te proclamamos que tú eres el Hijo de Dios y eres nuestro Cristo Rey. Y como Rey que eres te ofrecemos nuestro cariño y nuestra pleitesía, y nos proclamamos soldados para extender tu reino y que no quede un solo lugar en la Tierra donde no sepan que tú eres el Hijo de Dios, Jesús el Nazareno.
Pero esta tarea la vamos a hacer con todas nuestra fuerza y nuestro corazón, con uñas y con dientes, pero sin utilizar ni la violencia ni la fuerza, sólo el amor y la caridad que tú nos enseñaste.
Nuestro grito de guerra será “¡Cristo vive, Cristo reina y Cristo impera!”, y todos diremos con fuerza “¡Viva Cristo Rey!”.
Amigos, confío que al menos todos nosotros, cada uno en sus posibilidades, extendamos el Reino de Cristo. Hasta la semana que viene, si Dios quiere.
ABUELA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarQUE HAS LLEGADO A LOS 4000 VISITAS!!! Q BIEEN TE LO DIJEEE
TEQUIERO MUXOOOOOOOO