Queridos amigos:
El pasado miércoles fue el Miércoles de Ceniza. En este día
empieza la Santa Cuaresma.
La cuaresma es un tiempo de ayuno, de oración, de sacrificio, de
reflexión, de poner orden en nuestras vidas para prepararnos para el
gran misterio de nuestra religión que es la Pasión y Muerte de
Nuestro Señor Jesucristo y su triunfante Resurrección el domingo de
Pascua.
A lo largo de nuestras vidas son muchos los miércoles de ceniza que
hemos celebrado, tantos como años tenemos cada uno. Pero no todos
los hemos celebrado igual. Si pensamos en las tres etapas principales
de la vida (infancia, juventud y madurez, y vejez), en la primera, en
la infancia, los que hemos tenido la suerte de nacer en una familia
cristiana o nos han llevado a un colegio católico, siempre nuestros
padres o profesores se han ocupado de llevarnos a la iglesia para
recibir la ceniza. En esta época de nuestra vida no comprendemos
bien las palabras que dice el sacerdote al imponernos la cruz en la
frente con las cenizas: “polvo eres, polvo serás y en polvo te
convertirás”. Más bien con risa contenida nos fijamos en cuál de
nuestros compañeros tiene la mancha más grande en la frente. No
alcanzamos a comprender el significado de este acto.
En la juventud y madurez ya han pasado unos cuantos años y hemos
dejado atrás la infancia. Entonces sí sabemos el significado de las
palabras del sacerdote, pero como estamos en plena juventud, con
tanta fuerza y ocupados en nuestros quehaceres de trabajo y de
estudios, el pensar que algún día seremos polvo se ve como una cosa
lejana que nunca llegará o que tardará mucho tiempo en producirse.
Casi sin darnos cuenta llegamos a la tercera etapa de nuestras vidas:
la ancianidad o la vejez. Pronto nos hemos dado cuenta que ya no
somos como cuando éramos jóvenes, que hemos perdido la fuerza y ya
no podemos hacer las cosas que antes realizábamos, y la salud poco a
poco se va resquebrajando. Ahora sí en esta etapa de nuestra vida lo
comprendemos todo perfectamente: que somos una pequeñez en el tiempo
del mundo, que somos como hojas que flotan en el río de la vida que
al principio caen verdes y frondosas y al final de sus días se
tornan amarillentas y secas y la corriente las lleva por donde quiere
hasta que llega un momento en que el agua se las traga. Pero aun así,
esas hojas que van al lecho del río sirven de cobijo y de abono para
que otra vez renazca la vida.
Pero no pensemos que todo es negativo en esta tercera parte de
nuestras vidas, pues alcanzamos serenidad, paciencia, nos volvemos
más agradecidos, y cuando nos sintamos solos porque nuestros hijos
se han marchado de nuestros hogares para formar los suyos propios y
regresan con cariño a vernos, a besarnos y abrazarnos y a traernos a
sus hijos para que los veamos, entonces la soledad que sentimos se
transforma en alegría y sentimos en el fondo una pequeña
satisfacción al ver que hemos cumplido con nuestro ciclo en la vida.
Miércoles de Ceniza, cuántas cosas, cuántas oraciones y cuántos
sacrificios tenemos que hacer sin que se note que los hacemos. Como
le decía Jesús a sus discípulos:
-Cuando ayunéis y hagáis sacrificio, no pongáis la cara larga y
triste para que todos os la noten y piensen “está así porque está
ayunando”. Sino por el contrario, estad alegres, que nadie note que
estáis haciendo un sacrificio, pues así nuestro Padre que está en
los cielos os lo agradecerá. Pues si lo hacéis pensado en que la
gente diga “qué bueno es que está ayunando”, Dios no os lo
agradecerá pues ya habréis sido recompensados por los hombres.
¿Qué significa ayunar y hacer vigilia en cuaresma? No solamente es
no poder comer carne, sustituyéndolo por los manjares que a cada
uno le gusten más. Sino por el contrario, privarnos de todo aquello
que nos satisface, y ese dinero dárselo a un pobre.
Amigos, hagamos de verdad este año que la Santa Cuaresma sea lo más
piadosa que podamos hacer. Que el Espíritu Santo nos llene nuestras
almas como cantan los niños en la catequesis:
Ven, Espíritu, muévete en mí.
Llena mi mente, mi corazón
y llena mi vida con tu amor.
Ven, Espíritu, muévete en mí.
Amigos, hagamos un firme propósito este año de cambiar. Meditemos y
saquemos cada uno todo lo malo que anida en nuestro corazón, y cada
día con un esfuerzo mayor consigamos llegar libres de pecado para
celebrar con júbilo la gloriosa Pascua de Resurrección.
Con todo mi cariñó, Lali Maíz.
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