sábado, 26 de noviembre de 2011

Cristo Rey.


Queridos amigos internautas:

  El domingo pasado finalizó el año litúrgico. Por eso la Santa Madre Iglesia ha señalado este día como la última fiesta del año y la ha dedicado a Cristo Rey.

Los cristianos y toda la buena gente de la Tierra teníamos el deber de pedir perdón a Cristo por tantas ofensas y pecados que hemos cometido. También queríamos reconocer que Tú eres el dueño y Señor de todas las cosas visibles e invisibles y que eres el Rey del universo y de todas las criaturas que lo habitan.

Jesús, cuando estabas entre nosotros en la Tierra, muchas veces nos dijiste en enseñanzas y parábolas que había un Reino futuro donde allí reinaba la alegría, la paz y el amor. En muchas ocasiones dijiste que tu reino no era de este mundo y que llegaría un momento en que estarías sentado a la derecha del Padre junto al Espíritu Santo rodeado de todas las buenas almas.

Cuando llegó el momento de tu pasión y muerte, los sacerdotes del templo Anás y Caifás endurecieron su corazón y lo llenaron de envidia y de odio, y veían que su mundo se estaba derrumbando al oír las enseñanzas que tú predicabas de “libertad, amor y paz”, que todos éramos iguales ante los ojos de Dios y que todos éramos hermanos.

Los sacerdotes, escribas y fariseos habían convertido la Ley de Moisés en una losa pesada que oprimía al pueblo y habían tergiversado las leyes, haciéndolas casi imposibles de cumplir. Esto fue lo que les motivó al ver que las palabras de Cristo iban ganando cada vez más adeptos a que se quedaran ellos solos. Y entonces, sin dar la cara, movieron los hilos para que lo juzgaran y lo condenaran por blasfemia al decir que él era el Hijo de Dios. Lo llevaron ante el tribunal del Rey Herodes y del gobernador romano Poncio Pilatos.

¡Qué equivocados estaban! Ellos creían que tenían el poder sobre Jesús y no supieron comprender que Jesús había venido al mundo para entregarse como un inocente cordero para redimirnos y salvarnos del pecado. No supieron ver en la figura de Cristo al Mesías hijo de Dios. ¡Qué ignorantes y estúpidos fueron!

Le hicieron un juicio fraudulento e injusto para que fuera condenado sin remedio. (¡Ay, amigos! ¡Cuántos juicios injustos y a cuántas personas inocentes han condenado porque les convenían a los que los juzgaban o para dar un escarmiento!) Entonces le preguntaron que si él era el Rey de los judíos, a lo que Jesús les contestó: “tú lo has dicho. Yo soy”. Y entonces lo mandaron azotar salvajemente y cubrieron su espalda de heridas y de sangre. Y no contentos con esto, cogieron unas ramas de espinas y trenzaron una corona y se la clavaron en la cabeza. Después cubrieron sus hombros con un trozo de tela púrpura imitando una capa y en su mano le pusieron una caña figurando un cetro para que el populacho que lo estaba viendo y gritaba que lo matara se riera de él, vestido como si fuera un Rey.

Ay, Jesús. De tu cabeza brotaban hilos de sangre que cubrían tu rostro. Tu mirada tan triste buscaría entre el populacho a muchos de los que tú habías curado de enfermedades y te habían seguido oyendo tus enseñanzas, pero no encontraste a nadie: estabas solo.

Han transcurrido 21 siglos y los cristianos de todos los tiempos te proclamamos que tú eres el Hijo de Dios y eres nuestro Cristo Rey. Y como Rey que eres te ofrecemos nuestro cariño y nuestra pleitesía, y nos proclamamos soldados para extender tu reino y que no quede un solo lugar en la Tierra donde no sepan que tú eres el Hijo de Dios, Jesús el Nazareno.

Pero esta tarea la vamos a hacer con todas nuestra fuerza y nuestro corazón, con uñas y con dientes, pero sin utilizar ni la violencia ni la fuerza, sólo el amor y la caridad que tú nos enseñaste.

Nuestro grito de guerra será “¡Cristo vive, Cristo reina y Cristo impera!”, y todos diremos con fuerza “¡Viva Cristo Rey!”.

Amigos, confío que al menos todos nosotros, cada uno en sus posibilidades, extendamos el Reino de Cristo. Hasta la semana que viene, si Dios quiere.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Las Bienaventuranzas.


Queridos amigos internautas esta semana he pensado que sería bueno recordar las bienaventuranzas estas son las palabras más hermosas que salieron de la boca de Jesús en favor de tanta buena gente que se siente ofendida, despreciada, perseguida y esclavizada por alguno de sus semejantes.

Cuando nos sintamos machacados y triturados por la vida, recordemos las palabras que Jesús quiso explicar con estas bienaventuranzas, ellas son el bálsamo que cicatriza nuestras heridas espirituales y corporales y el faro que alumbra el sendero por el que caminamos hacia el reino de Dios.

He estado buscando ideas para ponérosla en nuestra página y me he encontrado con este texto que creo que explica perfectamente el sentido de las bienaventuranzas, por eso os animo que seamos mansos, humildes y justos de corazón.

Jesús se dio cuenta cuando vino al mundo, que los hombres estamos equivocados, que andamos buscando la felicidad donde no está.

Es por ello que un día subió a la montaña y habló a todas las personas que le seguían sobre las bienaventuranzas, explicándoles que la felicidad no está en el tener, el dominar, el disfrutar... sino en algo muy diferente : en amar y ser amado.

Fíjate que la única y verdadera felicidad no está en la tierra sino en El Cielo , en llegar a estar junto a Dios para siempre. Jesús te dice en las bienaventuranzas, quiénes son los que deben sentirse bienaventurados, es decir afortunados y felices, porque van en el camino correcto para llegar al cielo.


- Jesús habló de nueve bienaventurados, veamos quienes son:

1) Bienaventurados los pobres, porque de ellos es el Reino de Dios.

- El “pobre” para Jesús, no es aquél que no tiene cosas, sino más bien aquél que no tiene su corazón puesto en las cosas.

- Fíjate la diferencia: Puedes ser una persona que no tenga cosas materiales pero que no más estás pensando en lo que no tienes y en lo que quieres tener. Entonces no eres “pobre de corazón”. En cambio puedes ser una persona que sí tenga cosas pero que tu mente está puesta en agradar a Dios, en trabajar por El, en ayudar a otros, en dar tu tiempo y compartir tus bienes.

- Cuando no vives ocupado de lo que tienes, cuando no eres ambicioso, envidioso, presumido, cuando confías en Dios y no en el dinero, entonces ¡Eres libre, eres feliz!


2) Bienaventurados los mansos porque poseerán la tierra.

- No es fácil entender como Cristo te pide que seas manso, cuando el mundo es violento, cuando para los hombres, el importante es el más fuerte, el más poderoso.

- Ser manso significa ser bondadoso, tranquilo, paciente y humilde. Ser manso no es ser menso, el manso es suave por afuera pero fuerte en lo que cree por dentro.

- “Poseerán la tierra” quiere decir que poseerán la ¨tierra prometida¨ que es el Cielo, o sea que llegarán al cielo.


3) Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

- Hay personas que tienen muchos sufrimientos en esta vida y todos pensamos ¡Pobrecito! Pues Cristo dice: Feliz el que sufre, porque ese dolor bien llevado le ayudará a llegar más fácilmente al cielo. Si unes tu sufrimiento a de Cristo, ayudas a tu propia salvación y a la de otros hombres.

- Hay 3 pasos en eso de llevar el dolor :
a) Primero súfrelo con paciencia.
b) Luego trata de llevarlo ¨con gusto¨.
c) Lo mejor, sería ofrecerlo a Dios por amor.


4) Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

- Dios sabe que desgraciadamente en este mundo, los hombres cometen muchas injusticias con otros hombres: meten preso al inocente, culpan al que no hizo nada, no pagan lo que el otro en justicia merece, roban al otro lo que le pertenece, agreden y hasta matan al inocente .

¡Cuántas injusticias conocemos! Tu mismo has sufrido injusticias... Cristo no te dice: busca que se te haga justicia, véngate, desquítate... sino que te dice: ¡Alégrate, que ya Dios será justo en premiarte en el cielo por lo que has pasado aquí en la tierra!


5) Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

- Ser misericordioso significa perdonar a los demás, sí... perdonar aunque sea “grande” lo que te hayan hecho, aunque te haya dolido tanto, aunque tengas ganas de odiarlos en vez de perdonarlos. Perdonar cuesta mucho, pero es lo que Dios te pide que hagas. Dios mismo te pone el ejemplo: siempre te perdona, aunque lo ofendas en lo mismo, aunque lo ofendas en cosas muy serias.... siempre te recibe con los brazos abiertos.
- Jesús te pone una condición muy seria: el que perdone será perdonado, el que no lo haga no será perdonado.

- Piensa ¿a quién no he perdonado? , no pienses en lo que te hizo, piensa en que amas mucho a Dios y porque El te lo pide lo perdonarás. ¡Dios te premiará perdonándote a ti cuando llegues a su presencia!


6) Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios.

- Tu corazón estará “limpio” cuando no haya en él ningún pecado. Cuando pecas, te “separas” de Dios por voluntad tuya . Cuida mucho la limpieza de tu corazón, que no te valga ensuciarlo, esto es cosa muy seria, puede costarte no entrar al cielo.

- Haz la costumbre de confesarte seguido y sobretodo de pensarlo muy bien antes de hacer algo que tú sabes que lo ensuciará.


7) Bienaventurados los pacíficos porque ellos serán llamados hijos de Dios.

- Jesús dice que debes buscar siempre la paz: la paz en tu trato con los demás (no andarte peleando con todos y por todo) , la paz en tu hogar (llevándote bien con tu familia).

- Para aquellas personas que creen que con levantamientos, con armas, con sangre van a lograr justicia... Este no es el camino para lograrlo Cristo repite estas palabras: “Bienaventurados los pacíficos... “


8) Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

- Hay muchas personas presas, perseguidas por la ley. Unas culpables.... otras inocentes. Pues Jesús les dice que si se arrepienten, El los perdonará y podrán entrar al cielo.
- Debes rezar mucho por estas personas, para que Dios los ayude a convertirse, para que se arrepientan del mal que han hecho, para que pidan perdón a Dios y puedan salvarse.


9) Bienaventurados seréis cuando por causa mía os insulten y digan toda clase de calumnias contra ustedes. Alégrense y regocíjense, porque se recompensa será grande en los cielos.

- Si alguna vez hablan mal, se burlan de ti, te señalan porque eres bueno, porque respetas los mandamientos de Dios, porque rezas, porque hablas de Jesús, porque defiendes lo que Jesús nos enseñó ... ¡Alégrate, Dios tiene preparado para ti un gran premio en el cielo!

Amigos espero que nos sirva a todos estos ejemplos tan maravillosos, hasta la semana que viene si Dios quiere.


Os quiero pedir un favor me gustaría que recordaseis poner advocaciones de la Virgen, (las Advocaciones de la Virgen está escrito en el mes de marzo), pues sería hermoso poner en el blog todas las advocaciones, y que no quede ninguna, si alguno no sabe hacerlo, pedirlo a vuestros hijos que ellos os ayudaran a hacerlo, espero reunir una lista enorme con las advocaciones, pues sería precioso.

Gracias.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Día de los Santos, día de los difuntos y resurrección de Lázaro.



Uno de noviembre día de todos los Santos.

Ya llegó el otoño y el olor a castañas asadas invaden y perfuman nuestras calles. El verde follaje de los árboles cambia de color como si una mano invisible los pintase a tonos rojizos, dorados, amarillentos y cobrizos. Otros por el contrario se desnudan y tiran sus hojas al suelo en bosques, parques y alamedas; formando una gruesa y mullida alfombra que cruje cuando andamos sobre ella.

Mes de Noviembre lleno de añoranza melancolía y nostalgia. Este es el mes que ha escogido la iglesia para que honremos a todos los santos. Es fiesta principal en la iglesia pues en ella celebramos a los millones de personas que de una manera anónima callada, sacrificada, pero muy alegre han sabido cumplir la ley de Dios con lo difícil que eso es, porque han sabido ver a Cristo en el rostro de sus semejantes y los han amado ayudado y respetado como si de Jesús se tratara.

¡Amigo que suerte tenemos de estar vivos! Pues todavía estamos a tiempo de pedir perdón y arrepentirnos de todos nuestros pecados.

La santidad, que palabra tan grandilocuente, poderosa e inalcanzable. Pero si de verdad nos atreviésemos a intentar conseguirla, aunque parece una tarea imposible. Pensando en que algunos Santos lo han conseguido ¿por qué nosotros no?

Si estamos decidios a emprender este camino, lo primero que tenemos que hacer es hablar con Jesús de una manera íntima y en silencio, sin que nada nos distraiga, y decirle:

- Te ofrezco un trato Jesús. Si Tú quieres escucharme te propongo que hagamos un pacto entre los dos. Yo te ofrezco mi corazón lleno de amor hacia ti, mi voluntad y todas las potencias de mi alma. Y Tú a cambio me tienes que conceder los dones y gracias necesarios para poder realizar esta tarea. Pues quiero conseguir amarte a ti sobre todas las cosas y al prójimo como a mí mismo.

- ¿Que te parece estamos de acuerdo? Noto que sonríes, aquí tienes mi firma, me comprometo a todo lo que me he comprometido. ¿Y tú te atreves a firmar tu parte? En el fondo de mi corazón siento que has consentido y has firmado.

En las lecturas de la misa del día de todos los santos hay una maravillosa parte que dice:

Tuvo Juan una visión del cielo, y vio en el centro a Dios en su trono lleno de majestad y gloria, rodeado de los ancianos, santos y ángeles. Entonces vio que venían las doce tribus del Israel y luego una gran inmensa muchedumbre de toda las razas, pueblos y naciones de la tierra que nadie podía contar.

Y Juan preguntó: “¿Quienes son todos estos que vienen vestidos con túnicas blancas y portando en su mano una palma en señal de paz?”

A lo que respondieron: “Estos son los que vienen de la tribulación de la tierra y que han lavado sus almas con la sangre del cordero.”

Amigos internautas cuando traspasemos el umbral de la muerte a la vida eterna, espero que formemos todo parte de esa muchedumbre que alaba a Dios diciendo: “ Para Ti todo honor, gloria, poder y sabiduría por los siglos de los siglos.”


Día dos, fiesta de los fieles difuntos.

La iglesia no se olvida de sus hijos difuntos, y por eso señala un día al año para que al menos durante esa jornada recemos por ellos, les digamos misas y responsos; vayamos a visitarlos a los cementerios y limpiemos sus sepulturas.

La muerte, que palabra tan terrible que a todos nos da miedo, pero que triste sería si acabásemos en una fría y oscura sepultura sin esperanza de otra nueva vida por eso, no la veamos como una enemiga, sino por el contrario como una aliada y recibámosla con esperanza, paz y sosiego; y no de una manera trágica y desgarradora.

Jesús durante toda su vida nos habló de la otra vida, cuando dijo:”Mi reino no es de este mundo” o cuando decía: “Voy a la casa de mi Padre”. Y no paraba de hacer referencia a un mundo mejor. Hasta en el último momento de su vida cuando estaba muriendo en la cruz le dijo al buen ladrón: “En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”

Con esta esperanza aceptamos la muerte pensando que es un trámite que tenemos que pasar para alcanzar la vida eterna. Y como dice el padre Pepe que al final de nuestros días nos encontraremos con nuestros seres queridos en la mesa camilla del cielo.

Amigos del grupo de oración de nuestro blog. Espero yo también, que algún día nos conozcamos y estemos juntos en la mesa camilla del cielo.


Resurrección de Lázaro.

He recordado este pasaje del evangelio y pienso que hoy encajaba muy bien en estas fechas al celebrar estas dos fiestas.

Cuando vivía Jesús en la Tierra, como Dios y hombre que era, tenía parientes, conocidos, enemigos y también muchos amigos. Entre ellos se encontraban tres hermanos: Lázaro, Marta y María.

Estaba Jesús predicando su evangelio en otra aldea cuando Lázaro se puso gravemente enfermo y entonces sus hermanas le mandaron recado para que viniesen a curar a Lázaro, pero Jesús se quedó donde estaba y no vino (pues el sabía lo que hacía).

Al cabo de tres días dijo a sus discípulos: “Vamos a casa de Lázaro”. Cuando estaba llegando lo vieron Marta y María, y salieron llorando a su encuentro recriminándole: “Maestro si hubieras estado aquí mi hermano no hubiera muerto”.

Entonces Jesús lloró (¡Ay Jesús! ¿Quién podría haber visto tus lágrimas? Aunque pienso que esas lágrimas son por todos nosotros y por todas las penas y desgracias que nos suceden) y dijo a María: “Llevadme donde está Lázaro enterrado, porque va a resucitar”

A lo que contestó María: “Yo se que todos resucitaremos el día del juicio final” y Jesús dijo (antiguamente se tenía la costumbre de hacer un agujero en la montaña para luego cubrirlo con una piedra para enterrarlo): “Quitad la piedra”

Marta y María dijeron: “Tres días lleva enterrado y ya empieza a oler, pero en tu nombre la quitaremos”

Entonces Jesús levantó los ojos al cielo y rezó y acercándose a la tumba con voz potente y ronca gritó: “Lázaro, Lázaro, levántate que Yo te lo mando” Al momento vieron con estupor que Lázaro se puso de pié atado con las vendas y el sudario y Jesús les dijo: “Desatadlo y dadle de comer”

Los allí presentes no daban crédito a lo que había sucedido y esta noticia corrió como reguero de pólvora por toda la comarca. Así eran muchos los enfermos que vieron más tarde para que los sanase.

Yo pienso que en este episodio Jesús nos quiso decir para que creyéramos firmemente en su palabra y en un mundo futuro que había resucitado a Lázaro, demostrando así su poder sobre todas las cosas.

Con esta lección que Jesús nos da y con la esperanza de alcanzar una nueva vida, tengamos cada día fe en sus palabras.

Amigos hasta la semana que viene si Dios quiere.