Queridos amigos internautas, como se acerca la fiesta en honor de nuestro patrón San Bernabé, se me ha ocurrido que os hablara un poco del santo y cómo era la feria cuando yo era pequeña.
San Bernabé nació en Chipre. Fue uno de los 70 apóstoles primeros que predicaron el evangelio por toda la Tierra. Es un santo muy importante que la Iglesia lo cataloga al nivel de San Pablo. Cuando era joven vendió todo lo que tenía y lo entregó a la comunidad cristiana, y ahí empezó su apostolado por la Tierra.
Marbella, viendo sus virtudes y sus cualidades lo eligió como su santo patrono.
- Feria de Marbella.
Cuando yo era pequeña recuerdo perfectamente cómo se preparaba y se vivía la feria. La feria era pequeña pero muy entrañable y todo el mundo la esperaba con una gran ilusión, pues entonces no había tantas diversiones como ahora.
Cuando ya se acercaba el mes de junio las mujeres y hombres empezaban a preparar sus casas, las pintaban por dentro al igual que sus fachadas y algunos les ponían un zócalo de color de otra pintura para que los chiquillos cuando jugaban en la calle no la mancharan con las pelotas, pues entonces los niños jugaban en la calle. Se adornaban los balcones con macetas, con claveles, clavellinas, margaritas y azucenas, y en las puertas de las casas se ponían macetas de sombra, helechos, esqueletos y pilastras. Algunos en la calle cogían algunos bidones grandes, los pintaban de blanco y en ellos sembraban jazmines y damas de noche. La ciudad estaba preciosa, todas las casas limpias y blanqueadas y oliendo a flores.
Ahora había que preparar otra cosa importantísima, que eran los vestidos. Había la costumbre de que en la feria todo el mundo estrenaba un traje, y entonces nuestras madres compraban telas y ellas mismas los confeccionaban, pues era muy normal que en todas las casas había una máquina de coser. Las más antiguas eran con manivela y las más modernas eran de pedales, pues las eléctricas todavía no se conocían.
Para las personas que no sabían coser había unos talleres de modistas donde les hacían la ropa. En ellos una oficiala era la que cortaba y enseñaba a coser a las otras chicas. Cuando uno pasaba por debajo de los balcones donde había un taller de modistas se oían a las muchachas cantar, contar chistes y risas pensando en los chicos que iban a conocer y con los que iban a bailar en la feria.
Una tercera cosa importante era el pelo. Había personas que iban sólo a la peluquería una vez al año, a cortárselo y a hacerse la permanente, que era lo que más se estilaba. Todo el mundo quería estar guapo para la feria, todos estaban preparados. Hasta que por fin llegaba la víspera el día 10 de junio y entonces desde el balcón del ayuntamiento el cohetero tiraba unos cuantos cohetes a las 12 del mediodía, y el alcalde se asomaba al balcón y animaba a los parroquianos a que se pasaran unas fiestas felices con orden y con alegría. Acto seguido iba el alcalde con el párroco y la corporación al barrio, a un lugar donde estaba la Cruz del Humilladero, que era el lugar donde los Reyes Católicos entregaban a los cristianos el pendón (banderín) y las llaves de la ciudad, las cuales se las habían arrebatado a los moros.
Por la mañana la banda de música iba recorriendo todo el pueblo tocando pasacalles para animar a la gente y detrás de ellos iban los gigantes y cabezudos. Los gigantes eran dos, el Rey y la Reina (Isabel y Fernando); y los cabezudos eran enanos con la cabeza gorda tipo bufones que iban haciendo reír a la gente. Los chiquillos iban detrás de ellos y todo el mundo se divertía.
Al atardecer, cuando el sol ya empieza a oscurecer, se elegía a las reinas infantil y juvenil. Y acto seguido se encendía el alumbrado de la feria, que eran bombillas de muchos colores, farolillos y banderitas. Y a las 12 de la noche comenzaban los fuegos artificiales. Estos se hacían siempre desde la playa, y algunas veces los que los tiraban se montaban en tres barcas y desde el mar los tiraban. Era precioso ver subir los cohetes a gran velocidad formando en el cielo palmeras, árboles, lágrimas, los castillos dando vueltas, todo se reflejaba en el agua y hacía un ambiente mágico.
Os voy a decir la situación de la feria. Fijaros si era pequeña que se hacía en el parque de la Alameda y en la avenida. Los cacharros se ponían al borde de la carretera, eran pocos pero estaban siempre dobles. Una noria para adultos y otra para los niños, las barquitas, los caballitos, la ola, los coches de choque y el carro de las patadas. Este último consistía en unas cadenas colgando que al final tenían un asiento de hierro donde se subía cada persona, y al dar vueltas parecía que volaban. Cuando ya éramos más jovencitas los muchachos intentaban desde sus cadenas coger a la chica que les gustaba. Siempre había risas y diversión.
Luego la feria se llenaba de puestos vendiendo turrones, dulces, palomitas, patatas fritas, coco, perritos calientes, y barecitos donde la gente se tomaba refrescos y vinos. También había dos o tres tómbolas, algunas casetas de tiro, los patitos y poco más.
Luego lo más importante de la feria era el baile. Todo el mundo iba al baile, grandes y chicos. En todas las ferias se hacían muchos noviazgos y la gente se lo pasaba en grande. Había una costumbre muy bonita, que cuando volvían de la feria siempre llevaban a las personas mayores que no habían ido o a los enfermos una tableta de turrón, peladillas o frutas escarchadas. Nadie se quedaba sin probar los dulces de la feria.
- El primer día de feria, el Día de San Bernabé.
Este es el gran día de fiesta. Por la mañana a las 11 se hacía una solemne misa en honor del patrón al que acudía el ayuntamiento en pleno. Os voy a contar cómo iban. Delante iban dos ujieres vestidos con sus mazas a la antigua y detrás de ellos iba el alcalde, la corporación y las autoridades del pueblo. El día antes de la misa llevaban del ayuntamiento los sillones de los plenos y los ponían en la iglesia y allí se sentaban todos para dar importancia al Santo.
Por la tarde las familias enteras todas de punta en blanco bajaban al completo a la feria. Las mujeres casi siempre con una flor en el pelo o en el pecho, y algunas se hacían biznagas (la biznaga se hace así, en una horquilla de moño se iban ensartando uno a uno los jazmines formando una flor), que iban dejando una estela de perfume a jazmín allá por donde pasaban. Muchas familias venían de los campos a la feria, y se notaba los que venían de fuera por la señal del sombrero en su frente. Eran los hombres buenos que cuidan el campo, los labradores, los que con su esfuerzo y trabajo hacen que tengamos fruta y verdura todo el año.
Por las mañanas en la alameda se hacían carreras de cintas, de sacos, había campeonatos de fútbol juveniles y para mayores y campeonatos de ping-pong. Y algunas tardes, a las 5 había corridas de toros. Montaban una plaza de madera portátil a las afueras del pueblo y allí daban festejos. Muchas veces venían rejoneadores y otras veces el bombero torero, un espectáculo cómico que le encantaba a la gente.
Como veis todas estas cosas se sucedían durante los tres o cuatro días de feria. Ahora que lo veo en la lejanía y lo comparo con lo de ahora, aquello tan pequeño y tan entrañable fue la semilla de lo que es hoy día la actual feria de Marbella.
Ahora hay una cosa que antes no existía, que es la feria de día. Se llena todo el pueblo de casetas y de gente cantando y bailando, bebiendo y comiendo, y de mujeres con vestidos de gitana. Y el día de San Bernabé le sacan en procesión por todo el pueblo (eso antes no se hacía). Un grupo de jóvenes y de hombres fundaron los Romeros de San Bernabé. La procesión transcurre así. Todas las chicas, jóvenes y mayores, hasta los niños en sus cochecitos, van vestidas de gitana con sus trajes de colores, de lunares, de flores, sus peinecillos y flores en el pelo, y van cantando y bailando por la calle. A continuación van los romeros, que van vestidos de pantalón azul y camisa blanca, y en las manos llevan romeros que van repartiendo a todo el que se lo pide. Al atardecer, cuando la procesión llega a la Alameda, encienden antorchas de colores que iluminan al Santo. Y detrás, las autoridades y la música, siempre la música.
A grandes rasgos os he contado cómo es la feria en mi pueblo. Si alguna vez en el mes de junio hacia el 11 tenéis ocasión de venir a Marbella, os quedaréis encantados de la alegría, la animación y la diversión que hay por toda la ciudad.
Espero que os haya gustado. Hasta la semana que viene.
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