¡Viva la blanca paloma!
¡Viva el pastorcito divino!
¡Viva la madre de Dios!
¡Viva la reina de las marismas!
¡Viva la patrona de Almonte!
La Virgen del Rocío es el rocío de la mañana, es la que nos da alegría, la que nos consuela, la que nos ampara y nos protege, la que nos cuida y marca el camino.
Pero lo más importante de la Virgen de Rocío, es que es templo del Espíritu Santo, pues este la cubrió y la hizo madre de Dios. Ella fue inmaculada antes del parte, en el parto y después del parto
Desde la eternidad Dios pensó en como haría a su madre. La libró del pecado original y luego la adornó con toda clase de belleza física y espiritual, la cubrió de toda clase de dones de gracias y de virtudes, ¿cómo no iba a preparar Dios a su madre?
Cuando se acerca el domingo de Pentecostés, de muchos pueblos y ciudades salen las hermandades camino de la aldea. Todos ellos llevan la primera carreta al “Sin Pecado” de la Virgen, que es un estandarte. La carreta va tirada por un par de bueyes que de ellos cuidan los carreteros, estando la carreta de la Virgen siempre adornada de preciosas velas y de luces, y a continuación en un perfecto orden van detrás las demás carretas adornadas con flores de papel y cintas de colores.
Los romeros unos van andando, otros a caballo, otros en charret y cabriolas. Los que van andando siempre procuran ir rodeando a al Virgen. Cuidando de la hermandad, va el alcalde de carretas.
Pero para los que no los sepáis os preguntaréis, ¿dónde está la Virgen del Rocío? Siempre está en nuestro corazones pero físicamente está en la aldea del Rocío (Almonte, provincia de Huelva).
La aldea imaginaos un pueblo antiguo, cuyas calles son de arena y las casas son de una planta o dos como máximo y en las calles la gente ata los caballos. La bordea el coto de Doñana y en medio de una explanada se alza la ermitade la Virgen, de paredes blancas como la nieve, con su campanario y una campana que no para de tañir invitándonos a todos a la oración y a que vallamos a visitarla.
A los pies de la ermita, se encuentra la marisma. Un lugar precioso donde pacen caballos y yeguas con sus potrillos en estado salvaje. Allí se alimentan durante todo el año y corren en libertad. Y una vez al año los vaqueros los sacan de las marismas y los llevan al monte para hacer la entresaca, es un espectáculo único. Allí los limpian y cortan las crines, se quedan con los que les interesan y los otros los devuelven a la marisma.
La hermandad matriz de Almonte es la que organiza la romería y dispone a cada hermandad el sitio donde tienen que acampar para descansar y el orden para entrar en el coto de Doñana.
Las hermandades que vienen del lado de Cádiz tienen que atravesar el río Guadalquivir por Bajo de Guía en unas barcazas, en ellas montan a los caballos las carretas y transportan a los romeros para entrar en el coto.
El coto de Doñana es un espacio protegido donde hay una gran masa forestal de pinos, chaparros, alcornoques, acebuches, etc. Hacen un manto verde como los ojos de la Virgen, y ya todas las hermandades entran en el coto por un camino que se llama la Raya Real. Visto desde el aire es como una serpiente multicolor que alegra la vista del que lo lee.
El viernes tienen que estar todas las hermandades en el Rocío, las campanas de la ermita no paran de animar a los peregrinos para que hagan el último esfuerzo. En sus rostros se nota el cansancio del camino, pero en sus labios se ve la alegría y la sonrisa por llegar.
El sábado, día grande, todas las hermandades en orden perfecto van delante de la ermita y allí son recibidas por el hermano mayor de Almonte y su junta de gobierno. Este acto este año ha durado desde las once de mañana hasta las once de la noche sin parar de pasar carretas y peregrinos, es muy emocionante ver a los bueyes como los carreteros hacen que se arrodillen los bueyes en la puerta de la ermita para saludar a la Virgen.
El domingo, día central del Rocío, se celebra a las 10 de la mañana la misa de pontificar a la que acuden todos los Sin Pecados y todos los rocieros. Es impresionante de ver al aire libre tantas miles de personas y no se oye ningún ruido, tan solo se escucha a los sacerdotes y al coro cantar. Y os digo que doy fe de ello, porque yo he estado en el Rocío y es verdad lo que os estoy contando.
Al atardecer, sobre las nueve de la noche, por los altavoces de la aldea empiezan a llamar una a una a todas las hermandades por su nombre, para que vaya con su Sin Pecado a rezar el Santo Rosario. Las campanas de la ermita no paran de sonar y cuando ya termina este acto se vuelve los Sin Pecados a sus casas en la aldea y ya empieza el bullicio.
La multitud de fieles y de peregrinos, empiezan a llenar la ermita la plaza y todo el contorno esperando la hora que la saquen a la calle. Este acto no sucede hasta las dos en adelante de la madrugada, es el delirio, y cuando llega en momento los almonteños cogen a la Virgen del altar y la sacan en su trono a la calle. Todos son gritos, palmas, vivas y empujones. Todos se quieren acercar a la Virgen, y Ella desde lo alto mira a todos con alegría y cariño a sus hijos rocieros que tanto la quieren. Unos dicen ¡Guapa!, otros aplauden, los padres elevan a sus hijos para que la Virgen los bendiga, y al ver todas estas cosas a la Virgen parece que le da vergüenza y se le pone un rubor en las mejillas.
La Virgen esta toda la noche y hasta la madrugada del día siguiente visitando una a una a todas las hermandades, así le devuelve la visita. Cuando ya ha terminado su recorrido y la llevan hacia la ermita, todos con lágrimas en los ojos la despiden con tristeza de ver que se ha acabado el Rocío, pero con la alegría de haber estado allí y pensando en volver el año que viene.
Pienso que no hay una Virgen en el mundo que no le hayan compuesto tantos versos, salves y canciones como a la Virgen del Rocío.
Para terminar amigos os digo:
¡Viva la Virgen del Rocío!
¡Viva la blanca paloma!
¡Viva el pastorcito divino!
¡Viva la madre de Dios!
¡Viva la reina de las marismas!
¡Viva la patrona de Almonte!
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