martes, 7 de enero de 2014

Feliz 2014, fiesta de la Epifanía del Señor y los catequistas nativos.


Queridos amigos,

gracias a Dios, el pasado día 31 mientras nos comíamos las 12 uvas de la suerte con las campanadas del reloj de la Puerta del Sol de Madrid celebramos la llegada del 2014. Todo eran risas y alegrías, besos y abrazos, y todos deseándonos los unos a los otros felicidad y parabienes. Atrás quedaba el 2013 y con un examen de conciencia habíamos reconocido todas las cosas en que habíamos fallado. Entonces hicimos un propósito de tratar de mejorar toda nuestra vida.

Este año que ha comenzado me lo imagino como un libro con 365 páginas que están en blanco, y nosotros durante el curso del año cada día tenemos que escribir en ellas poniendo nuestros triunfos y alegrías, y también nuestros fracasos. Tenemos que darnos cuenta de no cometer los mismos errores que cometimos el año anterior, ya sea pecar de orgullo, vanidad, omisión, o de cualquier otra forma. También me figuro este año que comienza como un niño recién nacido, tierno y hermoso, que durante estos 365 días tiene que crecer y hacerse un hombre y madurar, para que cuando ya llegue el 31 de diciembre a anciano y moribundo pueda ver en la balanza de su vida que son muchas más las cosas buenas que hemos hecho que aquellas en las que nos hemos equivocado.


Epifanía del Señor

Esta es una de las fiestas de más ilusión y alegría que seguimos celebrando a través de los siglos, recordando que el Hijo de Dios se hizo hombre y nació en Belén, y tres Reyes Magos, que no sabemos de qué países eran, vieron brillar una estrella en el cielo y se pusieron en camino sin temor a los sacrificios y dificultades con ese afán de seguir su rastro y ver a dónde les llevaba. ¡Y llegaron a Belén! La estrella se posó encima de un pesebre y cayendo de rodillas los Reyes adoraron al niño llevándole tres regalos: oro como Rey, incienso como Dios y mirra como Hombre. Con estos tres regalos querían anticipar lo que sería su vida.

No hay cosa más hermosa que ver a los niños la víspera de Reyes mirando las cabalgatas. ¡Qué griterío en la calle! ¡Cuántas risas y voces todos gritándoles pidiéndoles regalos! Y los Reyes echándoles caramelos. Noche mágica donde las haya. Todos están nerviosos, cenan rápido para acostarse pronto y se tapan la cabeza con las sábanas para que les entre pronto el sueño, pues les dicen sus padres que si no están dormidos, los Reyes pasarán de largo.

Os voy a contar una cosa personal que me sucedió hace muchos años. Había sido un año malo y teníamos muy poco dinero, solamente habían nacido mis dos primeras hijas, y llegó la noche de Reyes. Mis hijas pidieron muñecas, cochecitos... pero no teníamos dinero para poner esas cosas y tan sólo pusimos unos cuentecitos, unos recortables y unos lápices de colores. Nunca olvidaré la cara de tristeza de mis hijas cuando por la mañana vieron que no había ningún juguete. Pero sonó el teléfono y eran las voces de mis padres, y mi madre dijo que se pusieran las niñas al teléfono, que les quería decir una cosa, y era que vinieran corriendo a su casa, que los Reyes se habían equivocado de sitio y allí les habían dejado muchísimos juguetes. ¡Ay, amigos! ¡Qué abrazo les di a mis padres! Nosotros no habíamos querido decir nada por no preocuparlos, pero ellos se lo imaginaban. Al ver las caras de mis hijas contemplando los juguetes, cómo les brillaban los ojos y las sonrisas tan expresivas en sus caritas, sentí la felicidad más grande del mundo. En ese momento comprendí que ningún niño se debe quedar el día de Reyes sin un regalo.


 Los catequistas nativos

Este segundo domingo después de Navidad la Iglesia celebra la fiesta de los catequistas nativos. Ellos son las personas que ayudan a los misioneros en todos los pueblos y aldeas para hacer más fácil su labor. Estos catequistas nativos me recuerdan a la misión que hizo San Juan Bautista de preparar el camino para cuando Jesús empezara su predicación y su vida pública. Ellos son el puente que une a los nativos con los misioneros, conocen su lengua, sus costumbres, los conocen a todos y hacen que no desconfíen de los sacerdotes. Son estrellas que brillan con luz propia, como brilló la estrella de los Reyes Magos. Y estas luces en tantos pueblos, aldeas y ciudades hacen que cada vez el mundo sea más habitable.

Amigos, recemos como dice el Papa Francisco por la paz en el mundo y hagamos que todos nosotros seamos capaces de construir la paz, pues la paz hay que trabajarla. Y que se note que a nuestro alrededor no haya rencillas ni malos modos ni daño a ninguno. Que de una vez por todas seamos capaces de ver a Jesús en todos los que nos rodean, reírnos y disfrutar con los que están alegres y felices, y consolar y acompañar a los que están tristes.

Y ahora, para terminar, como siempre os digo, no dejemos de rezar. Pidamos con ganas que este año que ha comenzado sea un año que marque un hito en la historia. Que con nuestras buenas voluntades consigamos que sea un mundo mejor y que recemos mucho por todos los que piden una oración.

Con todo mi cariño, Lali Maíz.

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