Queridos amigos,
gracias a Dios, el pasado día 31 mientras nos comíamos las 12 uvas
de la suerte con las campanadas del reloj de la Puerta del Sol de
Madrid celebramos la llegada del 2014. Todo eran risas y alegrías,
besos y abrazos, y todos deseándonos los unos a los otros felicidad
y parabienes. Atrás quedaba el 2013 y con un examen de conciencia
habíamos reconocido todas las cosas en que habíamos fallado.
Entonces hicimos un propósito de tratar de mejorar toda nuestra
vida.
Este año que ha comenzado me lo imagino como un libro con 365
páginas que están en blanco, y nosotros durante el curso del año
cada día tenemos que escribir en ellas poniendo nuestros triunfos y
alegrías, y también nuestros fracasos. Tenemos que darnos cuenta de
no cometer los mismos errores que cometimos el año anterior, ya sea
pecar de orgullo, vanidad, omisión, o de cualquier otra forma.
También me figuro este año que comienza como un niño recién
nacido, tierno y hermoso, que durante estos 365 días tiene que
crecer y hacerse un hombre y madurar, para que cuando ya llegue el 31
de diciembre a anciano y moribundo pueda ver en la balanza de su vida
que son muchas más las cosas buenas que hemos hecho que aquellas en
las que nos hemos equivocado.
Epifanía del Señor
Esta es una de las fiestas de más ilusión y alegría que seguimos
celebrando a través de los siglos, recordando que el Hijo de Dios se
hizo hombre y nació en Belén, y tres Reyes Magos, que no sabemos de
qué países eran, vieron brillar una estrella en el cielo y se
pusieron en camino sin temor a los sacrificios y dificultades con ese
afán de seguir su rastro y ver a dónde les llevaba. ¡Y llegaron a
Belén! La estrella se posó encima de un pesebre y cayendo de
rodillas los Reyes adoraron al niño llevándole tres regalos: oro
como Rey, incienso como Dios y mirra como Hombre. Con estos tres
regalos querían anticipar lo que sería su vida.
No hay cosa más hermosa que ver a los niños la víspera de Reyes
mirando las cabalgatas. ¡Qué griterío en la calle! ¡Cuántas
risas y voces todos gritándoles pidiéndoles regalos! Y los Reyes
echándoles caramelos. Noche mágica donde las haya. Todos están
nerviosos, cenan rápido para acostarse pronto y se tapan la cabeza
con las sábanas para que les entre pronto el sueño, pues les dicen
sus padres que si no están dormidos, los Reyes pasarán de largo.
Os voy a contar una cosa personal que me sucedió hace muchos años.
Había sido un año malo y teníamos muy poco dinero, solamente
habían nacido mis dos primeras hijas, y llegó la noche de Reyes.
Mis hijas pidieron muñecas, cochecitos... pero no teníamos dinero
para poner esas cosas y tan sólo pusimos unos cuentecitos, unos
recortables y unos lápices de colores. Nunca olvidaré la cara de
tristeza de mis hijas cuando por la mañana vieron que no había
ningún juguete. Pero sonó el teléfono y eran las voces de mis
padres, y mi madre dijo que se pusieran las niñas al teléfono, que
les quería decir una cosa, y era que vinieran corriendo a su casa,
que los Reyes se habían equivocado de sitio y allí les habían
dejado muchísimos juguetes. ¡Ay, amigos! ¡Qué abrazo les di a mis
padres! Nosotros no habíamos querido decir nada por no preocuparlos,
pero ellos se lo imaginaban. Al ver las caras de mis hijas
contemplando los juguetes, cómo les brillaban los ojos y las
sonrisas tan expresivas en sus caritas, sentí la felicidad más
grande del mundo. En ese momento comprendí que ningún niño se debe
quedar el día de Reyes sin un regalo.
Los catequistas nativos
Este segundo domingo después de Navidad la Iglesia celebra la fiesta
de los catequistas nativos. Ellos son las personas que ayudan a los
misioneros en todos los pueblos y aldeas para hacer más fácil su
labor. Estos catequistas nativos me recuerdan a la misión que hizo
San Juan Bautista de preparar el camino para cuando Jesús empezara
su predicación y su vida pública. Ellos son el puente que une a los
nativos con los misioneros, conocen su lengua, sus costumbres, los
conocen a todos y hacen que no desconfíen de los sacerdotes. Son
estrellas que brillan con luz propia, como brilló la estrella de los
Reyes Magos. Y estas luces en tantos pueblos, aldeas y ciudades hacen
que cada vez el mundo sea más habitable.
Amigos, recemos como dice el Papa Francisco por la paz en el mundo y
hagamos que todos nosotros seamos capaces de construir la paz, pues
la paz hay que trabajarla. Y que se note que a nuestro alrededor no
haya rencillas ni malos modos ni daño a ninguno. Que de una vez por
todas seamos capaces de ver a Jesús en todos los que nos rodean,
reírnos y disfrutar con los que están alegres y felices, y consolar
y acompañar a los que están tristes.
Y ahora, para terminar, como siempre os digo, no dejemos de rezar.
Pidamos con ganas que este año que ha comenzado sea un año que
marque un hito en la historia. Que con nuestras buenas voluntades
consigamos que sea un mundo mejor y que recemos mucho por todos los
que piden una oración.
Con todo mi cariño, Lali Maíz.
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