Queridos amigos internautas, desde que empecé a escribir en el mes de febrero esta página, pensaba en poneros esta oración para que os sirviera para meditar y haceros mejores y mas felices. A mi me ha ayudado mucho en momentos difíciles. Espero que os guste y si así fuera me gustaría que me lo dijeseis en los comentarios.
No es preciso, hijo mío, saber mucho para agradarme mucho; Basta que me ames mucho. Háblame, pues, aquí, sencillamente, como hablarías al más íntimo de tus amigos, como hablarías a tu madre, a tu hermano.
¿Necesitas hacerme en favor de alguien una súplica cualquiera? Dime su nombre, bien sea de tus padres, bien el de tus hermanos y amigos; dime enseguida qué quisieras hiciese yo actualmente por ellos. Pide mucho, mucho, no vaciles en pedir: me gustan los corazones generosos, que llegan a olvidarse en cierto modo de sí propios para atender a las necesidades ajenas. Háblame así con sencillez, con llaneza, de los pobres a quienes quisieras consolar, de los enfermos a quienes ves padecer, de los extraviados que anhelas volver al buen camino de los amigos ausentes que quisieras ver otra vez a tu lado. Dime por todos una palabra si quiera, pero palabra de amigo, palabra entrañable y fervorosa. Recuérdame que he prometido escuchar toda súplica que salga del corazón; y ¿no ha de salir del corazón el ruego que me dirijas por aquellos que tu corazón más especialmente ama?
Y para ti, ¿no necesitas alguna gracia? Hazme, si quieres, una como lista de tus necesidades y ven, léela en mi presencia. Dime francamente que sientes orgullo, amor a la sensualidad y al regalo; que eres tal vez egoísta, inconstante, negligente... y pídeme luego que venga en ayuda de los esfuerzos, pocos o muchos, que haces para sacudir de encima de ti tales miserias.
No te avergüences, ¡pobre alma! ¡Hay en el cielo tantos y tantos justos, tantos y tantos santos de primer orden que tuvieron esos mismos defectos! Pero rogaron con humildad... y poco a poco se vieron libres de ellos.
Ni menos vaciles en pedirme bienes del cuerpo y del entendimiento: Salud, memoria, éxito feliz en tus trabajos, negocios o estudios...
Todo eso puedo darte, y lo doy y deseo me lo pidas en cuanto no se oponga, antes favorezca y ayude a tu santificación. Hoy por hoy, ¿qué necesitas?, ¿qué puedo hacer por tu bien? ¡Si conocieses los deseos que tengo de favorecerte!
¿Traes ahora mismo entre manos algún proyecto? Cuéntamelo todo minuciosamente. ¿Qué te preocupa?, ¿qué piensas?, ¿qué deseas?; ¿que puedo hacer por tu hermano, por tu hermana, por tu amigo, por tu superior?; ¿qué desearías hacer por ellos?
Y por mi, ¿no te sientes con deseos de mi gloria? ¿No quisieras hacer poder hacer algún bien a tus prójimos? ¿A tus amigos a quienes amas tal vez mucho, y que viven quizá olvidados de mí?
Dime, ¿qué cosa llama hoy particularmente tu atención?, ¿qué anhelas más vivamente?, y ¿con qué medios cuentas para conseguirlo? Dime si te sale mal tu empresa y yo te diré las mal éxito.
¿No quisieras interesarme algo en tu favor?
Soy, hijo mío, dueño de los corazones y dulcemente los llevo, sin perjuicio de su libertad, donde me place.
¿Sientes acaso tristeza o mal humor? Cuéntame, cuéntame, alma desconsolada, tus tristezas con todos sus pormenores, ¿quién te hirió?, ¿quién lastimó tu amor propio?, ¿quién te ha menospreciado? Acércate a mi corazón que tiene bálsamo eficaz para todas estas heridas del tuyo. Dame cuenta de todo, y acabarás en breve por decirme que a semejanza de mí, todo lo perdonas, todo lo olvidas, y en pago... recibirás mi consoladora bendición.
¿Temes por ventura? Sientes en tu alma aquellas vagas melancolías que, no por se injustificadas dejan de ser desgarradoras? Échate en brazos de mi providencia. Contigo estoy; aquí, a tu lado me tienes; todo lo veo, todo lo oigo; ni un momento te desamparo.
¿Sientes desvío de parte de personas que antes te quisieron bien, y ahora olvidadas se alejan de ti sin que le hayas dado el menor motivo? Ruega por ellas y yo las volveré a tu lado, si no han de ser obstáculo a tu santificación.
¿Y no tienes tal vez alegría alguna que comunicarme? ¿Por qué no me haces partícipe de ellas a fuer de buen amigo tuyo que soy? Cuéntame lo que desde ayer, desde la última visita que me hiciste, ha consolado y hecho como sonreír tu corazón. Quizá has tenido agradables sorpresas; quizá has visto disipados negros recelos; quizá has recibido faustas noticias, una carta, una muestra de cariño; has vencido una dificultad, salido de un lance apurado... Obra mía es todo esto, y yo te lo he proporcionado. ¿Por qué no has de manifestarme por ello tu gratitud, y decirme sencillamente, como un hijo a su padre: gracias, padre mío, gracias? El agradecimiento trae consigo nuevos beneficios; porque al bienhechor le agrada verse correspondido.
¿Tampoco tienes promesa alguna que hacerme? Leo, ya lo sabes, en el fondo de tu corazón; a los hombres se engaña fácilmente, a Dios no; háblame, pues, con toda sinceridad. ¿Tienes firme resolución de no exponerte ya más a aquella ocasión de pecado?, ¿de privarte de aquel objeto que te dañó?, ¿de no leer más aquel libro que exaltó tu interrogación?, ¿de no tratar más a aquellas personas que turbaron la paz de tu alma?
¿Volverás a ser dulce, amable y condescendiente con aquella otra a quien, por haberte faltado, miraste hasta hoy como enemigo?
Ahora bien, hijo mío, vuelve a tus ocupaciones habituales, a tu taller, a tu familia, a tu estudio... pero no olvides los quince minutos de grata conversación que hemos tenido aquí los dos, en la soledad del Santuario. Guarda, en lo que puedas, silencio, modestia, recogimiento, resignación, caridad con el prójimo. Ama a mi Madre, que lo es también tuya, la Virgen Santísima... y vuelve otra vez mañana con el corazón más amoroso todavía, más entregada a mi servicio; en el mío encontrarás cada día nuevo amor, nuevos beneficios, nuevos consuelos.
Eso es todo por esta semana, muchas gracias por todas las veces que entráis a leer mi pagina y hasta la semana que viene si Dios quiere.
muy bonita la oracion siempre la rezo
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