Queridos amigos internautas,
hoy he sentido la necesidad de escribiros para haceros partícipes
del día de la alegría, llamado en la Iglesia día Gaudete. El
tercer domingo de adviento la Iglesia, en medio de la preparación
que todos estamos haciendo para la navidad esforzándonos con
sacrificios y oraciones, nos pone este día de alegría para que sea
como un anticipo de la alegría que sentiremos el 25 de diciembre con
la natividad del Señor.
Aunque muchas personas se sientan con dolor, tristeza y sufrimiento
todos tenemos motivos para sentir alegría. Cada uno de nosotros la
encontrará con motivos diferentes, pero yo os voy a proponer unos
cuantos motivos que a todos nos servirán. Sentiremos la alegría de
estar vivos, la alegría de sentirnos hijos de Dios, la alegría de
recibir la gracia con el bautismo, la alegría de ser cristianos, la
alegría de sentir la fe y practicarla, la alegría de ayudar a los
demás, la alegría de tener nuestra familia... En fin, podríamos
estar escribiendo miles de motivos, porque Dios no quiere vernos
tristes y con las caras largas, sino por el contrario quiere vernos
como gente entregada a hacer el bien y ayudar a los demás y a
extender el reino de Dios en nuestras conversaciones y actos y
siempre con alegría.
Otro tema de este domingo tercero de adviento es la figura de San
Juan Bautista. Él era el profeta más grande que ha habido en la
Iglesia. Fue escogido por Dios para ser su precursor, para preparar
el camino a la llegada de Jesús. Juan era primo lejano de Jesús,
era el hijo de Santa Isabel, que ya anciana lo engendró. Isabel era
prima de la Santísima Virgen María, la cual ya encinta de Jesús
fue a visitarla a la aldea donde vivía, que se encontraba en la
montaña, al enterarse de que esta estaba embarazada, y se quedó con
ella para ayudarla en el parto.
San Juan cuando ya era un hombre, al igual que Jesús, vivía
austeramente. Se cubría el cuerpo con pieles y se alimentaba de
saltamontes y de moras. Vivía en el desierto y allí empezó a
predicar y a anunciar que el mesías estaba cerca. El Rey Herodes fue
amonestado por él por adúltero, y tanto y tanto insistió que al
final lo llevaron preso y acabaron cortándole la cabeza. Pero antes
de morir mandó a uno de sus discípulos a que le preguntara a Jesús
si Él era el Mesías esperado, a lo que contestó Jesús: “decidle
a Juan lo que veis: los muertos resucitan, los ciegos ven, los sordos
oyen, los paralíticos andan, los enfermos sanan y los demonios salen
de los cuerpos de las poseídos”. Cuando le llevaron a San Juan
esta contestación comprendió que Jesús era el Mesías esperado.
Amigos, seamos como Juan y sintámonos enviados por Dios para llevar
la alegría, el consuelo y la paz a todos los que nos rodean, y
especialmente en estas fiestas de navidad.
¡FELIZ NAVIDAD!
PD: No dejéis de rezar por todos los que nos solicitan una oración,
a ver si entre todos conseguimos hacer que este nuevo año que pronto
comenzará sea mejor.
Con todo mi cariño, Lali Maíz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar en el grupo de oración.