domingo, 21 de agosto de 2011

Jornadas Mundiales de la Juventud 2011 y Parábola del Buen Pastor.



Queridos amigos internautas, esta semana vamos a hablar de las Jornadas Mundiales de la Juventud 2011 (la JMJ) presididas por su Santidad el Papa Benedicto XVI y de la Parábola del Buen Pastor.

Hemos tenido la gran suerte de haber sido escogidos por su Santidad el Papa para celebrar la JMJ en Madrid. Muchas han sido las gracias que se han derramado a raudales como gotas de lluvia fina sobre nosotros. España ha acogido con sus brazos abiertos a los miles y miles de peregrinos que han venido de todas las partes de la Tierra; los han cuidado, los han protegido y han procurado que su estancia en Madrid sea lo más agradable posible.

Su Santidad el Papa se ha quedado sorprendido de ver con el cariño y con la alegría que les han recibido. Muchas han sido las actividades que se han celebrado durante estas jornadas: catequesis, misas, confesiones, omilías... en una palabra: el Espíritu Santo ha estado reinando sobre todos nosotros.

Era maravilloso ver a los grupos de peregrinos con sus banderas ondeantes al viento proclamando la fe de Cristo por las calles. Ahora, después de todas estas gracias que hemos recibido, que el Espíritu Santo ha campado sobre nosotros, tenemos la obligación de poner en práctica todas las enseñanzas que hemos recibido del Papa y los sacerdotes y devolver a los demás todo el bien que hemos recibido.

Que nadie se quede sin un consuelo, sin una ayuda y sin una palabra amiga. Seamos capaces de que este espíritu de alegría que ha reinado durante las jornadas siga todos los días de nuestra vida y entonces podríamos decir que teníamos el Cielo en la Tierra.


  - La Parábola del Buen Pastor:

Al ver la imagen estos días del Santo Padre Benedicto XVI como buen pastor, pensé en que era oportuno hablaros de la parábola que Cristo nos enseñó del Buen Pastor.

Estaba Jesús con los fariseos, escribas, gentiles y pecadores, y los judíos murmuraban al ver que Jesús se reunía con lo más malo de la ciudad. Él entonces les propuso esta parábola para que de esta manera comprendieran por qué él actuaba así.

La figura del buen pastor nos ha llegado a través de los siglos. El buen pastor es un hombre ágil, prudente, silencioso y bueno. Él saca a sus ovejas y las cuida para que coman.

Entonces Jesús empezó la parábola. Había -dijo- un pastor que al rayar el alba sacó a sus ovejas de la dehesa para llevarlas a pastar al monte. Él como nadie conoce los caminos, los senderos, las cañadas y los atajos; él sabe muy bien dónde corren menos peligro sus ovejas para que no sean atacadas por los lobos o las alimañas; él va solo, sólo lleva la ayuda de su cayado y de un perrillo que le ayuda a recoger el ganado. No le importa lo que tenga que andar hasta conducir a su rebaño a los prados más verdes y donde la hierba es más fresca y tierna. Cuando llega allí él se pone a la sombra y vigila, siempre está atento a que no le pase nada a su rebaño. Y al caer la tarde, cuando ya vienen de regreso se da cuenta de que le falta una oveja, y entonces corre con las otras, las mete en el aprisco y él se vuelve para buscarla. No le importa lo que tenga que andar ni las voces que le tenga que dar, pues el pastor conoce a todas sus ovejas y sus ovejas le conocen a él.

Hasta que de pronto se da cuenta de que en una cañada, allí está la oveja perdida. Corre raudo a sacarla de allí, la acaricia y gozoso se la pone sobre sus hombros y regresa a la dehesa. Y allí con gran alegría y júbilo celebra con los demás pastores que su oveja perdida ha sido encontrada.

Los discípulos, hombres rudos, no comprendían bien el significado de la parábola. Entonces les explicó: “mirad, la figura del buen pastor es la figura de Dios o de las personas que lo representan; las ovejas somos todos los mortales, que a lo largo de nuestras vidas vamos siendo conducidos por el pastor en todos los momentos de peligro, de alegría, de dificultades y de penas, y nos va llevando al buen camino. ¡Quién no ha sido alguna vez oveja perdida! ¡Quién no se ha separado del redil y ha emprendido un camino equivocado! Pero ahí estaba la mano y la misericordia del buen pastor que nos viene a buscar para llevarnos de nuevo al redil”.

Cristo prosiguió: “mirad, hay más alegría en el Cielo por un pecador que se arrepiente y hace penitencia que por cien justos que se salvan”.

Esto no quiere decir que no se alegre Dios de las personas que llevan una vida cristiana y decente, lo que quiere decir es que nadie se sienta discriminado por haber vivido apartado de la Iglesia y que en el momento en que se arrepienta hay tanta alegría como la de los 99 justos.


Queridos amigos, espero que seamos capaces, como el buen pastor, de que todos lleguemos al final de nuestros días a las verdes praderas del cielo y como siempre os recuerdo no dejéis de rezar a María, nuestra madre que tanto nos ayuda y nos ampara.

Hasta la semana que viene si Dios quiere.

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