domingo, 22 de diciembre de 2013

Petición de oración.


Queridos amigos, os pido por favor que receis por dos personas que están pasando momentos difíciles de salud, que se llaman Piluchi y Esperanza.

Os doy las gracias con todo mi cariño Lali.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Día de la alegría (Gaudete)


Queridos amigos internautas,

hoy he sentido la necesidad de escribiros para haceros partícipes del día de la alegría, llamado en la Iglesia día Gaudete. El tercer domingo de adviento la Iglesia, en medio de la preparación que todos estamos haciendo para la navidad esforzándonos con sacrificios y oraciones, nos pone este día de alegría para que sea como un anticipo de la alegría que sentiremos el 25 de diciembre con la natividad del Señor.

Aunque muchas personas se sientan con dolor, tristeza y sufrimiento todos tenemos motivos para sentir alegría. Cada uno de nosotros la encontrará con motivos diferentes, pero yo os voy a proponer unos cuantos motivos que a todos nos servirán. Sentiremos la alegría de estar vivos, la alegría de sentirnos hijos de Dios, la alegría de recibir la gracia con el bautismo, la alegría de ser cristianos, la alegría de sentir la fe y practicarla, la alegría de ayudar a los demás, la alegría de tener nuestra familia... En fin, podríamos estar escribiendo miles de motivos, porque Dios no quiere vernos tristes y con las caras largas, sino por el contrario quiere vernos como gente entregada a hacer el bien y ayudar a los demás y a extender el reino de Dios en nuestras conversaciones y actos y siempre con alegría.

Otro tema de este domingo tercero de adviento es la figura de San Juan Bautista. Él era el profeta más grande que ha habido en la Iglesia. Fue escogido por Dios para ser su precursor, para preparar el camino a la llegada de Jesús. Juan era primo lejano de Jesús, era el hijo de Santa Isabel, que ya anciana lo engendró. Isabel era prima de la Santísima Virgen María, la cual ya encinta de Jesús fue a visitarla a la aldea donde vivía, que se encontraba en la montaña, al enterarse de que esta estaba embarazada, y se quedó con ella para ayudarla en el parto.

San Juan cuando ya era un hombre, al igual que Jesús, vivía austeramente. Se cubría el cuerpo con pieles y se alimentaba de saltamontes y de moras. Vivía en el desierto y allí empezó a predicar y a anunciar que el mesías estaba cerca. El Rey Herodes fue amonestado por él por adúltero, y tanto y tanto insistió que al final lo llevaron preso y acabaron cortándole la cabeza. Pero antes de morir mandó a uno de sus discípulos a que le preguntara a Jesús si Él era el Mesías esperado, a lo que contestó Jesús: “decidle a Juan lo que veis: los muertos resucitan, los ciegos ven, los sordos oyen, los paralíticos andan, los enfermos sanan y los demonios salen de los cuerpos de las poseídos”. Cuando le llevaron a San Juan esta contestación comprendió que Jesús era el Mesías esperado.

Amigos, seamos como Juan y sintámonos enviados por Dios para llevar la alegría, el consuelo y la paz a todos los que nos rodean, y especialmente en estas fiestas de navidad.

¡FELIZ NAVIDAD!

PD: No dejéis de rezar por todos los que nos solicitan una oración, a ver si entre todos conseguimos hacer que este nuevo año que pronto comenzará sea mejor.

Con todo mi cariño, Lali Maíz.

martes, 10 de diciembre de 2013

Adviento.



María Reina del Adviento

Bendita sea la excelsa madre de Dios María Santísima,
bendito sea el dulce nombre de María,
bendita sea María virgen y madre,
bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción,
bendita sea su asunción a los cielos,
y bendita sea María Reina del universo y mediadora de todas las gracias;
madre de la misericordia, refugio de los pecadores, consoladora de los afligidos,
auxilio de los cristianos, madre del perpetuo socorro...

Así podría estar horas y horas cantándole alabanzas a la virgen, y he pensado que la página de hoy se la dedico a María para que meditemos un poco sobre su figura.


Queridos amigos,

el pasado día 1 de diciembre, con el adviento, comenzó el nuevo año litúrgico, y en medio de estas cuatro semanas que lo constituyen la Iglesia nos da este tiempo para prepararnos para la navidad, y en él emerge la figura de la virgen María como Reina Inmaculada, María llena de gracia y Arca de la nueva alianza.

Pero empecemos por el principio para resaltar la figura de la Virgen María. Cuando leemos el libro del génesis de la Sagrada Biblia vemos que Dios creó a Adán y a Eva tan perfectos que eran hermosos por fuera y por dentro, y los colocó en el paraíso terrenal, un lugar privilegiado donde podían ser felices, pero para ver el agradecimiento de nuestros primeros padres Dios les puso una condición: que no comiesen el fruto del árbol que estaba en el centro del paraíso, al cual llamó el fruto del bien y del mal.

El demonio, en forma de serpiente, tentó a Eva para que comiese la fruta prohibida. Ella la comió y le dio a Adán, y en ese mismo instante se le apareció Dios, maldijo a la serpiente y a ellos los desterró del paraíso anunciándoles que padecerían toda clase de dolores y sinsabores, y que ya no tendrían los privilegios de que antes gozaban.

Pero Dios, en su infinita misericordia, se compadeció de ellos y en ese mismo momento les anunció que si por una mujer había entrado el pecado en el mundo, por otra mujer entraría la gracia y la salvación, y entonces les prometió la venida del Mesías.

Habían transcurrido miles de años y llegó el momento que Dios había escogido para la llegada del Mesías. Entonces creó a María, la libró del pecado original para que fuese inmaculada y le hizo un alma tan limpia y tan brillante como la luz del día y tan transparente como las aguas cristalinas de un riachuelo. La adornó de toda clase de dones y virtudes y la hizo hermosa por fuera y por dentro.

Cuando ya María era una jovencita se le apareció el Arcángel San Gabriel y la saludó diciéndole “Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor está contigo...”. María se sorprendió y se asustó un poco, pero el arcángel le dijo lo que se esperaba de ella, a lo que María respondió: “he aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra”. Y en ese instante el Espíritu Santo la cubrió y María se quedó encinta.

Amigas de la página, ¿os imagináis a María embarazada? ¿No os recuerda cuando vosotras estabais gestando a vuestros hijos? ¿Cuando pasabais la mano sobre vuestro vientre queriendo acariciar al hijo que llevabais en vuestras entrañas? Pues así haría María. En silencio meditaría y se preguntaría por qué ella había sido elegida para ser la madre de Dios si ella se sentía tan humilde y pequeña. Pocas veces en el evangelio sale la figura de María, pero no por ello ella vivía al margen de su hijo. Siempre en todos los momentos importantes de la vida de Jesús estaba ella. Teniéndolo en sus brazos mientras lo amamantaba o corriendo detrás de él cuando era pequeño para que no se cayese, después de mayor admirando la sabiduría de sus palabras, y luego sufriendo cuando llegó la hora de su muerte.

Amigos, no desaprovechemos este tiempo que Dios nos ha dado para prepararnos para la natividad de Jesús. Pongamos en paz nuestra alma, recibamos el sacramento de la penitencia y hagamos el firme propósito de no ofender jamás a Dios. Y luego, cuando nuestra casa ya esté limpia, adornémosla con sacrificios y oraciones para que cuando llegue la noche de nochebuena el niño Jesús se encuentre feliz en nuestra hogar.

Pero no todas las personas están alegres y felices en este tiempo de navidad. Muchos son los problemas que les acontecen, o enfermedades, o simplemente se sienten solos y abandonados. Pero casi siempre ocurre un milagro y hay alguna persona que se acerca a ellos, les da un beso, un abrazo o una palabra cariñosa, y en ese momento renace la esperanza en el que recibe esta muestra de cariño, y nos damos cuenta que la mayoría de las cosas que tenemos no nos son necesarias, que lo único importante es que sintamos el cariño y el amor de los que nos rodean. No nos dejemos vencer por la tristeza y sepamos darle gracias a Dios por tantas cosas buenas que nos da al cabo del día.

Otro grupo de personas siente la navidad con nostalgia, sobre todo las personas mayores que como yo han cumplido muchos años (yo el pasado día 2 cumplí 75 años), y entonces sentimos la falta de los seres queridos que nos han precedido, especialmente nuestros padres y nuestros hermanos. Pero de todos ellos la figura que yo recuerdo con más cariño en este tiempo anterior a la Navidad es la de mi madre. Ella era una entusiasta de la Navidad. Cuando ya faltaban pocas semanas para la nochebuena siempre decía: “¡zafarrancho de combate!”. Y eso quería decir que aunque la casa estuviera limpia, había que limpiarla a fondo: había que pintar las paredes, limpiar los cristales, sacarle brillo a los muebles... En una palabra: que todo brillase y resplandeciese. Esto era costumbre en el pueblo en que vivíamos, y en todas las casas se hacía lo mismo.

La segunda fase era hacer los dulces de navidad, pues entonces no se compraban hechos como ahora. Y entonces veo en mi cabeza la imagen de mi madre en la cocina rodeada de las personas que la ayudaban y en un lebrillo haciendo la masa para los dulces. Hacían roscos, mantecados y polvorones pero en grandes cantidades, pues a todo el que llegaba a la casa, que eran muchísimos, se le ofrecía un platito de dulces con una copita de licor. Cuando estaban en plena faena aparecía mi padre con su bata blanca que hacía un pequeño descanso de ver enfermos en su despacho y se acercaba a la cocina para ver cómo trabajaban las mujeres y decía: “¿cuándo se van a poder probar estos dulces?” Todas le contestaban con bromas y risas pero con mucho respeto, y mi madre le decía: “Antonio, estate tranquilo que el primer platito será para ti”. Y así desde después del almuerzo dedicaban toda la tarde y parte de la noche hasta terminar de hacer los dulces.

Ya estaba la casa limpia y los dulces hechos, pero faltaba la tercera cosa, que era poner el belén. Lo ponían sobre una consola que tengo en mi casa, porque me la regaló mi madre, y en ella tengo yo un altarcito con mis santos y vírgenes, y ahí enciendo todos los días una velita o una mariposa.

El día anterior a poner el Belén había que ir a la playa a coger arena y piedrecitas, y al río Barbacana para coger de sus orillas las placas de musgo. Y cuando ya tenía todos los elementos necesarios para poner el Belén, con sus manos diestras y hábiles mi madre empezaba a hacer las montañas con papel y escayola, a colocar los corchos, a poner los espejos para el río y poco a poco ante nuestros ojos mientras estábamos alrededor de su falda colocaba en lo alto del Belén el castillo del Rey Herodes con sus soldados en la puerta.

Por otro lado colocaba el pueblo de Belén, con sus casitas de distinto tamaño: la posada, el pozo, las lavanderas en el río lavando, y en el centro de la consola ponían el Portal de Belén. Los pastores cuando ya estaba colocada la tierra los iba poniendo con los animales camino del portal para adorar al niño, y los tres reyes magos atravesando el puente. ¡Ay, amigos, qué recuerdos tan entrañables! Entonces mi madre nos decía: “haced los copitos de nieve con algodón, pero muy pequeñitos. El que los haga más pequeñitos es el que los coloca en el Belén. Y poned las piedrecitas en el borde del nacimiento para que no caiga la arena al suelo”.

Ya estaba todo preparado. Entonces colocaba el Sagrado Misterio: la Virgen, San José y el niño Jesús, y la mula y el buey calentando al niño en su cunita. Ya estaba todo completo. Pero entonces ella decía: “¡falta una cosa, a ver si la averiguais!”. Y entonces decíamos: “¡la estrella!” Y del fondo de la caja sacaba una gran estrella plateada y la ponía encima del portal y nos decía: “mirad, nunca deis la espalda a la estrella, pues si la seguís como la siguieron los tres reyes magos ella siempre os conducirá a Jesús”.

Este amor por la navidad y por el Belén nos lo transmitió con tanta fe que nosotros hemos hecho lo mismo con nuestros hijos y siento la gran alegría de ver que ellos hacen las mismas cosas con los suyos. Amigos, no sé si antes de Navidad volveré a escribiros, pero por si no fuera así os deseo que tengáis una feliz navidad llena de amor, de paz y de concordia con todos los miembros de vuestra familia, y si sabéis de alguien que se siente solo, sed generosos y llevadle vuestro amor.

¡Feliz Navidad!

Con todo mi cariño os lo deseo, y nunca olvidéis que María Santísima es la Reina del Adviento y de la Navidad.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Cristo Rey y el voluntariado.



Hoy día 24 de noviembre es un día grande en la Iglesia Católica. Es la fiesta de Cristo Rey, la clausura del año de la fe y el final del año litúrgico.

Queridos amigos, ¿nos hemos parado a pensar qué significa para nosotros Cristo Rey? ¿Es de verdad el Rey de nuestras vidas? ¿Anteponemos todas nuestras cosas a la voluntad de Cristo Rey? Cada uno de nosotros daremos una respuesta diferente, pero lo que tenemos que procurar es entronizar a Cristo Rey en nuestras vidas, y como a tal Rey ponernos a sus pies y pedirle toda clase de favores y nosotros ofrecerle toda nuestra vida. Si Cristo Rey reina en nuestra casa todo marchará de una manera sencilla y maravillosa.

Con el final del año de la fe nos damos cuenta de la cantidad de frutos espirituales que se están recogiendo y los que poco a poco irán llegando. ¡Qué idea más maravillosa tuvo Benedicto XVI al proclamar el año de la fe! ¡Cuántas oraciones hemos rezado todos los cristianos para que se extendiese la fe por todo el mundo y para que las personas que dudan reciban la gracia y el don de la fe!

Y ya por último hoy termina el año litúrgico, y el próximo domingo, si Dios quiere, comienza el adviento. Pero del adviento ya hablaremos otro día. Hoy nos centramos en la festividad tan grande que hemos celebrado.


Tenía muchas ganas de un día hacer un gran homenaje a tantas y tantas personas que forman el voluntariado en todo el mundo.

¿Qué es un voluntario? ¿A qué se dedica, qué es lo que hace? Un voluntario es una buenísima persona que siente en su corazón unas ansias locas de ayudar a los demás en las situaciones que sean sin esperar nada a cambio, sin interés crematístico ninguno ni afán de lucro. Los voluntarios hacen su vida cotidiana igual que todo el mundo, pero tienen una diferencia: que en el momento que sienten la llamada de una desgracia o que necesita alguien de su ayuda, allí se presentan. Son muchas las desgracias que vemos a lo largo de nuestras vidas, bien sean terremotos, maremotos, tifones, huracanes, incendios, inundaciones… Pero todas estas cosas el hombre no las puede controlar, y cuando por desgracia suceden, ahí están ellos. Son los primeros que llegan a todas partes con sus manos y sus brazos extendidos para ayudar, socorrer y salvar a cuantas más personas mejor. Sin embargo, hay otras clases de desgracias, como accidentes, descarrilamientos de trenes o hundimientos de barcos, en las que muchas veces hay intervención del hombre por negligencia, falta de atención o cualquier otra causa. Aquí en España hemos tenido por desgracia no hace mucho el descarrilamiento de un tren en Galicia y tuvimos la explosión de cuatro trenes en la estación de Atocha por la mano criminal de unos desalmados que pusieron bombas, y murieron tantísimos inocentes… allí se produjo el milagro. Los voluntarios aparecieron por todas partes trayendo mantas, almohadas y sacando a tantos heridos de los vagones del tren como pudieron. Ellos supieron llevar el consuelo y el socorro a tantas personas heridas.

Otro caso que aquí tuvimos también de ejemplo de voluntariado fue cuando se hundió un barco llamado Prestige en las costas de galicia y derramó todo el combustible, pues era un carguero en malas condiciones, y llegó a las costas en forma de chapapote, la mezcla de la arena con el agua y el combustible. Y allí acudieron de toda España gentes de todas las edades para ayudar con sus manos a limpiar las costas gallegas. ¡Cuánta generosidad! Y así podría estar contando miles de casos, pero con esto pienso que es suficiente.

Hay sin embargo otra labor silenciosa y callada, que no tiene tanto bombo y de la que se enteran menos personas, que realizan a diario los voluntarios, y es cuando van a las casas a cuidar de los enfermos, asearlos y limpiarles su vivienda o acompañarles al médico o hacer sus gestiones. Si no fuera por los voluntarios, el mundo se pararía. ¡Cuántos de ellos dan su sangre cada x tiempo y se hacen donantes para que en los hospitales y en los quirófanos nunca falte el líquido de la vida! Tal vez pensaréis: "ya no necesitamos más voluntarios". Pues por desgracia, aunque son millones, necesitamos más, porque mientras haya una persona que necesite nuestro consuelo y nuestra ayuda, todas las manos son pocas.

Os voy contar una historia que me contó un sacerdote de unos voluntarios que como muchos médicos y personas cualificadas, regalan su tiempo de vacaciones y se van a operar y ayudar en los países más remotos. La historia que os voy a contar es la historia de un grupo de estudiantes que al terminar su curso en junio, por mediación de la parroquia, se fue a pasar el verano a un pueblo remoto del norte del Congo. Llegaron con todas sus ilusiones al pensar que iban a estar tres meses ayudando en lo que les mandasen, pero cuando llegaron el primer día a su destino, vieron una especie de barracón lleno de niños pequeños todos enfermos, todos llorando y acostados en tumbonas. Uno de ellos, al ver ese espectáculo se quedó paralizado, y entonces se le acercó una monja de la madre Teresa y le dijo: "oye, ¿tú a qué has venido aquí, a ayudar o a mirar?", el muchacho reaccionó y contestó: "a ayudar". Y la monja le dijo: "mira, ¿ves aquel niño que llora tan desconsoladamente? Ve hacia él, cógelo y dale todo el amor que puedas", y así lo hizo el chico. Se acercó al niño, lo cogió en sus brazos, le besaba, lo acariciaba, le decía palabras de consuelo al oído, y muy despacito le cantaba canciones infantiles. El niño dejó de llorar, le miró y le sonrió y se quedó dormido. La monja, al ver que se había callado el niño se acercó y le dijo: "ayer lo bautizamos, has conseguido con tu cariño que ya esté en el reino de los cielos", pues el niño había fallecido en aquel instante. Este joven se volcó de tal manera con la ayuda de aquellos pequeños que hizo que el reino de Dios estuviera entre ellos.

Grandes han sido las acciones de los voluntarios a través de los tiempos, yo conozco también la hija de una amiga que cuando terminó su carrera se marchó un año a Colombia para enseñar y dar clase a los niños.

Pero para mí una de las acciones más generosas de un voluntario fue la vida del santo padre Damián. Él se enteró que en la isla de Molokai llevaban a todos los enfermos de lepra y los dejaban allí abandonados a su suerte para que se murieran y no contagiaran a nadie, pues en el S XIX todavía la lepra no tenía cura. Hoy, gracias a Dios, sí, se curan muchos. Y así hizo, se marchó a vivir con ellos. Fue tan dura la labor que realizó hasta ganarse la confianza de tantos enfermos… pero él no desfallecía, les ayudaba, les curaba sus heridas y hacía todo lo posible por aliviarlos.

La prensa de aquella época empezó a hablar del padre Damián, y entonces consiguió que una vez al mes se acercara un barco y les trajera alimentos y medicinas. El padre se acercaba al barco con una barquita, pues nadie se atrevía a bajar a la isla. Y así poco a poco fue mejorando la situación de aquellos leprosos. Todos animaban al padre Damián a que se marchase ya de la isla, pero él nunca abandonó. Hasta que un día fue contagiado de lepra y murió en la isla. El padre Damián supo curar las heridas de los leprosos, pero lo más difícil todavía: les curó el alma. Alcanzaron la paz y la resignación y el reino de Cristo se extendió en aquella isla maldita.

Amigos, demos las gracias a tantos voluntarios que tenemos a nuestro alrededor y recemos por ellos para que tengan fuerza de realizar las misiones que se esperan de ellos. Con todo mi cariño, Lali Maíz.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Hablemos de Los Ángeles y de las misiones con sus misioneros.



Después de que Dios creó el mundo creó a los ángeles, a los arcángeles, a los serafines y a los querubines. Ellos son los espíritus más puros después de Dios y su misión es alabar, bendecir y dar gloria a Dios todopoderoso.

Después de ver Dios tantas maravillas que había creado, pensó que tenía que crear al hombre y hacerlo rey de la creación. Él nos creó a su imagen y semejanza, y entonces pensó que sería bueno poner a cada hombre, desde el mismo instante de su concepción hasta el final de sus días, un ángel guardián o ángel custudio para que le protegiera durante toda su vida. Y entonces llenó la Tierra de ángeles para que cada cual tuviéramos el nuestro y que cuando llegara el final de nuestras vidas recogiera nuestras almas y las presentara ante Dios todopoderoso para que fuéramos juzgados. Y allí, si son más las acciones buenas que las malas, pudiéramos disfrutar de la gloria celestial.

¿Cuántas veces hemos dicho: "¡qué suerte hemos tenido, nos hemos salvado de milagro!" o vemos claramente cómo solucionar un problema que nos agobiaba y para el que no encontrábamos solución? Ahí está la respuesta: en nuestro ángel de la guarda. Él nos aconseja y siempre que puede nos libra de los peligros. Amigos, recemos a nuestro ángel de la guarda para que siempre hagamos caso de los consejos que él nos pone en nuestra alma y siempre podamos seguirlos y hacer el bien.

Y ahora os voy a hablar de los misioneros y las misiones.

Hoy el tema que he creído oportuno para que reflexionemos es la labor que realizan los misioneros en las misiones. ¿Quiénes son los misioneros? Los misioneros son personas como nosotros, con sus virtudes y defectos, pero tienen un "algo" especial que los diferencia de nosotros. Y es que ellos han sentido la llamada de Cristo y con dudas o con rapidez han contestado afirmativamente y han dicho: "aquí estoy, Señor. Pongo mi vida en tus manos. Haz de mí lo que quieras, mándame a donde sea, que yo iré con alegría, con abnegación y con sacrificio a ayudar a mis semejantes en todo lo que necesiten y a llevar tu palabra y tu doctrina hasta el fin del mundo". Y después de prepararse su maleta, pequeña aunque llena de proyectos, se dirigen a la misión que les hayan encomendado, y allí se reúnen con otros compañeros o compañeras en lugares increíbles, difíciles, ya sean bosques, selvas, manglares, el altiplano o a orillas de grandes ríos. Y si van por primera vez a esa misión empiezan a construirla, una casa pequeñita con techos de uralita al principio si hace falta, pero luego poco a poco la van ampliando. Ellos se van ayudando de los que por allí viven, de las tribus, los indígenas… y no creáis que es fácil, pues tienen que vencer múltiples dificultades para que vean que ellos vienen en son de paz y para hacer el bien.

Poco a poco la misión va prosperando y colocan una campana. No hace falta que sea grande, pero sí que tenga un sonido bonito para que cada vez que suene los que por allí viven acudan a la misión. Siempre empiezan haciendo una pequeña escuela para los niños, para enseñarles y ampararles. Después ponen un pequeño dispensario para curar a enfermos y a todo el que lo necesite, y se van ganando con todas estas acciones la confianza de los que los rodean, aunque por desgracia hay veces que por fanatismo, incomprensión, miedo o las razones que sean los matan. Pero esa sangre no se pierde. Esa sangre que riega la tierra es la sangre de los mártires que han dado su vida por extender el reino de Dios.

Amigos, la vida está tan difícil, hay tanta soledad, tanta marginación y tanto desamparo que no sólamente hacen falta las misiones allende los mares, sino en nuestras grandes ciudades, donde se han formado unos anillos de pobreza, delincuencia, marginación y grandes suburbios llenos de favelas en los que es dificilísimo poder vivir honradamente. Por eso tenemos que rezar para pedir vocaciones para las misiones.

Ahora nos podemos preguntar nosotros: ¿podemos todos nosotros ser misioneros en algún momento de nuestras vidas? La respuesta es afirmativa, pues de nosotros depende ayudar a nuestro alrededor, bien sea de palabra o de acción, en lo que se necesite. Por eso es bueno ponerse en contacto con las parroquias, porque así ellos nos pueden indicar dónde nuestra ayuda es más necesaria. Pero hay un grupo de personas, entre las que yo me encuentro y muchos de vosotros también os encontraréis, que por motivos de salud, ancianidad o defecto físico (yo soy ciega) no podemos salir a la calle a prestar la ayuda que nos gustaría. Sin embargo en nuestras manos tenemos una fuerza enorme: es la oración.

Tantas horas que tiene el día y muchas veces no sabemos en qué emplearlas, dediquémonos en cuerpo y alma a rezar, a pedir vocaciones y a pedir para que se solucionen todos los problemas que muchos de vosotros escribís en el blog. Yo no hay un solo día que no rece por vosotros para que se os haga la vida más feliz y más llevadera. Los que somos ya mayores nos acordamos de cuando éramos niños y llegaba el día de las misiones y en los colegios nos daban una hucha para que saliéramos por las calles a pedir un donativo para las misiones. Con qué alegría y con qué ilusión tratábamos de llenar cuantas más huchas posibles, pues sabíamos del buen fin que los padres misioneros o misioneras iban a dar del dinero que habíamos recaudado.


Amigos, diréis que soy una pesada siempre pidiendo oración, pero como dijo Jesús: "pedid y recibiréis, y llamad y se os abrirá". Con la esperanza en estas palabras me despido. Con cariño, Laly Maíz.


martes, 29 de octubre de 2013

Proclamación de fe


Queridos amigos internautas:

Hoy os quiero hablar de la fe. ¿Cómo se escribe la palabra "fe"'? La palabra "fe" es tan pequeña que sólo consta de dos letras, la "f" y la "e". Pero además tiene un acento en la "e" que le da fuerza y rotundidad al pronunciarla. Pero aun siendo tan pequeña su significado es tan grande que en él se basa la doctrina cristiana. Es la piedra filosofal de nuestra religión.

SS Benedicto XVI hace un año, del 2012 al 2013, proclamó el año de la fe. Ya faltan pocas semanas para que se finalice este año. ¿Qué quería SS al proclamar este año de fe? Yo, con mi humilde inteligencia, pienso que él nos daba un toque de atención para que reflexionáramos especialmente durante un año sobre cómo tenemos cada uno de nosotros nuestra fe. Poco a poco, la humanidad y también algunos cristianos se están dejando arrastrar por el materialismo y el ateísmo, y se están perdiendo los valores cristianos.

Jesús, a lo largo de su vida, dio muestras en sus enseñanzas del tipo de fe que teníamos que tener, y siempre les decía a los apóstoles:

-Si tuvieseis verdadera fe, si vuestra fe fuera inquebrantable, diríais a esa zarza: "arráncate de la tierra y siémbrate en el fondo del mar," y ella lo haría. O al pico de alguna alta montaña: "aplánate", y se aplanaría.

Os voy a poner dos ejemplos de los muchos que podría escoger para que veáis la falta de fe de algunos apóstoles. Estaba Jesús con sus discípulos en una barca en el mar de galilea y se quedó dormido mientras pescaban sus discípulos. De pronto se levantó una gran galerna y el viento rugía con tal fuerza que la barca parecía que iba a zozobrar. Horrorizados, los discípulos despertaron a Jesús diciéndole: "Maestro, despiértate que perecemos". A lo que contestó Jesús: "hombres de poca fe", y poniéndose de pie se dirigió a la tempestad diciendo: "calmaos, que yo os lo mando". Y al instante el mar se quedó en calma.

Entonces Jesús saltó de la barca al agua y empezó a andar sobre ella hacia la orilla. Al ver esto San Pedro hizo lo mismo y dio dos o tres pasos sobre el agua, pero al darse cuenta de que estaba andando sobre ella el pánico le atemorizó y empezó a hundirse. Entonces Jesús le cogió de la mano y se lo llevó con él sobre las aguas hasta la orilla.

Otro ejemplo fue después de Jesús haber resucitado tras la crucifixión. Se presentó en medio de los discípulos, que estaban reunidos en el cenáculo con las puertas y las ventanas cerradas y les dijo: "paz y bien". Cuando llegó Tomás, que no estaba cuando se apareció Jesús, y ellos le contaron lo que había sucedido, no lo creyó, y dijo: "mientras yo no meta mi dedo en la herida de los clavos de sus manos y sus pies o introduzca mi mano en su costado, no lo creeré".

Al domingo siguiente estaban otra vez los doce apóstoles reunidos en el cenáculo cuando de nuevo se volvió a aparecer Jesús, y dirigiéndose a Tomás le dijo: "ven, Tomás. Introduce tu dedo en mis heridas y tu mano en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente". Avergonzado, Tomás contestó: "Señor mío y Dios mío", y Jesús respondió: "porque has visto has creído. Bienaventurados los que sin ver creyeren".

¿Qué es tener fe? Tener fe es creer en todo lo que no vemos y en las promesas que Jesús nos hizo: tener fe es creer en un solo Dios que es trino. Tener fe es creer que Jesús nació de la Inmaculada Virgen Maria por la Gracia del Espíritu Santo y que ella se conservó inmaculada antes del parto, en el parto y después del parto. Tener fe es creer que Jesús después de ser crucificado y sepultado al tercer día resucitó de entre los muertos. Tener fe es esperar que después de nuestra muerte resucitaremos con Cristo para la vida eterna. Tener fe es creer en las palabras de las Sagradas Escrituras.

Pero, ¿cómo conseguimos la fe? ¿Qué hacemos para lograrla? La fe es un don divino que Dios nos da pero nosotros tenemos que trabajarla para conseguirla. No es como en los cuentos infantiles que viene el hada con la varita mágica y toma una rana y la convierte en un apuesto príncipe. Para conseguir la fe tenemos que ponernos de rodillas delante del sagrario y rezar diciendo: "padre mío, no soy digna de dirigirme a ti, pero confío en tu bondad infinita y en tu misericordia para que me concedas la gracia de amarte, respetarte y creer en ti". Esta oración, pidiéndola con humildad y sencillez muchas veces, al final consigue que la fe llegue a tu alma y una paz te inunde.

 Hace pocos días hemos sido unos privilegiados al haber sido testigos de la beatificación de quinientos veintidós mártires españoles, compatriotas nuestros que murieron por no renunciar a la fe y a Jesús: eran obispos, sacerdotes, monjas, seminaristas y seglares. Esto sucedió en los años difíciles anteriores a la guerra del 36, cuando quemaban iglesias y mataban a tantos inocentes que no habían hecho nada más que el bien a todo el mundo. SS el Papa Francisco, después de muchos años de investigaciones y de comprobaciones, a estos santos mártires los proclamó beatos. Al acto acudieron muchos familiares de los mártires. La mañana se llenó de luz, alegría y gracia al sentir que todos estos mártires habían muerto perdonando a sus verdugos.

¡Cuántos ejemplos tenemos para apoyarnos en ellos! Recémosles y pidámosles favores por la gloria de su martirio.

Antes de despedirme os pongo una oración que he encontrado en internet y que ilustra perfectamente aquello de lo que os hablo hoy:


Oh Jesús Redentor, autor y consumador de nuestra fe, te suplicamos desde lo profundo de nuestro corazón contrito y humillado no permita que se extinga la hermosa luz de nuestra fe. Acuérdate de tus antiguas misericordias; mira compasivo la viña que tú mismo plantaste con tu diestra, que ha sido regada con la sangre de miles y miles de mártires, con las lágrimas de generosos penitentes y las fatigas de celosos apóstoles y fecunda oración de tantos cristianos fieles. 
Nos aflijan las enfermedades, nos consuman los disgustos, nos afecten los infortunios, pero que no nos falte la fe; porque ricos con este don precioso, soportaremos con gusto todo dolor y nada podrá alterar nuestra felicidad. Por el contrario, sin la gracia de la fe, nuestra desventura no tendría límites. 
Oh Jesús, autor y consumador de nuestra fe, consérvanos dentro de la nave de Pedro, fieles a su sucesor, para que se construya la unidad de la Iglesia, se promueva su santidad y se dilate en bien de todos los pueblos. Concédenos la paz y la unidad. Confórtanos y consérvanos en tu santo servicio, para que por Ti y en Ti vivamos siempre. Amén.

(Esta oración está basada en Hebreos 12, 1-2.  san Clemente; la rezaba y la recomendaba. Es tomada de: Espiritualidad Redentorista, vol. 4, p. 293).
Indulgencia  - León XIII


Amigos, deseo de todo corazón que nunca perdamos la fe y todos los días recemos para conseguirla. Con todo mi cariño: Lali Maíz.

sábado, 5 de octubre de 2013

Parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro



Queridos amigos internautas:

el verano se nos ha ido con paso lento y cansino. Y ahora está llamando a nuestra vida el otoño que viene con paso firme y decidido.

Lejos quedan los días de calor que han servido para madurar frutas y hortalizas. El sol ha cambiado los tonos verdes de los campos de cereales por amarillos dorados. Ya ha sido la siega y la trilla, y en la era los montones de trigo esperan ser llevados al molino para ser convertidos en harina fina y blanca que luego servirá para amasar el pan que el sacerdote consagrará en la misa y se convertirá en el cuerpo de Cristo.

Ahora es tiempo de vendimia. Las avispas y las abejas revolotean haciendo mil y un bailes alrededor de las uva. Y los racimos multicolores cuelgan de las ramas de las parras y de las vides esperando que unas manos delicadas vayan recogiendo los preciados racimos para ser llevados al lagar y convertir la uva en el rico mosto, que luego al cabo de los meses se convierte en delicioso vino. El cual con la bendición del sacerdote en la Santa Misa se convertirá en la sangre de Cristo.

Amigos, ahora es el momento de que nos decidamos a cambiar. Pongámonos delante del sagrado corazón de Jesús y con un suave murmullo y alegría digámosle "¡Quiero cambiar de vida. Quiero entregarme a ti, Señor! Quiero ser el barro que tú moldees a tu capricho. Quiero pedirte perdón por mis faltas y pecados. Y quisiera conseguir ver tu rostro en mis semejantes y tratar a los demás como si tú estuvieras presente, con caridad y con amor, y sobre todo con alegría. Y cuando te necesitemos, porque somos humanos, y recemos para pedirte un favor, haz que seamos humildes y digamos: 'Señor, necesito tu ayuda, yo sola no puedo. Pero haz tú este favor cuando tú quieras, como tú quieras y donde tú quieras'. Y así poco a poco, de una manera tranquila y sin grandes aspavientos cumplamos tu santa voluntad.

Ahora estamos terminando el año litúrgico. Ya quedan pocos domingos del tiempo ordinario. Durante este período hemos leído y oído en la misa los santos evangelios y cómo Jesús de una manera sencilla fue explicando su doctrina y sus enseñanzas a los apóstoles, para que ellos después a través de los tiempos nos las transmitieran a nosotros. ¡Qué sabiduría la tuya, Señor. Cómo te serviste con ejemplos y parábolas para que los apóstoles y tus discípulos comprendieran la esencia de la doctrina que predicabas!

Hoy os voy a relatar una fábula que me parece muy hermosa, la del rico Epulón y el mendigo Lázaro.

Vivía en un pueblo un hombre muy muy rico que se vestía con grandes túnicas de seda y vistosos colores como el púrpura, que toda su vida la pasaba dándole satisfacciones a su cuerpo con fiestas y banquetes y nunca pensaba en los demás, solamente en él y en su satisfacción. También allí vivía un hombre llamado Lázaro que era el más pobre de todos los pobres. Su cuerpo cubierto de llagas lo lamían los perros y por vestido llevaba unos andrajosos harapos. Tenía tanta hambre que se sentaba en los escalones de la entrada de la casa del rico por si se caía algún trozo de pan de su mesa y le llegaba hasta él para poder alimentarse.

Pasó el tiempo y los dos se murieron. El rico que había sido tan malo fue llevado al infierno y al pobre Lázaro lo recogió Abraham y lo puso en su seno. Un día que Epulón miró hacia arriba tuvo una visión y vio a Lázaro lleno de gloria y entonces le dijo a Abraham:

-Padre Abraham, haz que Lázaro baje y moje sus dedos en agua y los pase por mis labios, pues el fuego me devora.

A lo que Abraham le contestó:

-Entre tú y nosotros hay un abismo tan grande que ni nosotros podemos bajar ni tú puedes subir. Tú tuviste en vida tu recompensa, ahora le toca a Lázaro.

Y él le contestó:

-Tengo muchos hermanos. Haz que Lázaro vaya a donde viven ellos y les diga cómo y dónde estoy para que se arrepientan y no acaben también aquí.

A lo que contestó Abraham:

-Allí tienen a los profetas y no les hacen caso. Cada cual en la vida tiene la decisión de vivirla como quiere.

¡Amigos, qué lección tan maravillosa nos da Jesús con esta parábola! Nos explica que cada uno de nosotros somos responsables de nuestra vida y según la utilicemos así después en la otra vida tendremos nuestra recompensa.



A la brevedad de la vida

Ha llegado a mis manos un antiguo poema a través de un amigo, y he pensado hoy que después de la parábola del mendigo Lázaro, Jesús nos habla de la brevedad de la vida. Os la transcribo y espero que os guste, pues a mí me emocionó.

"A la brevedad de la Vida"
El curso de los años repetido
gasta la edad con natural violencia
y el tardo amanecer de la prudencia
conoce el tiempo cuando lo ha perdido.
la mitad fue del sueño y del olvido
la mitad error o negligencia.
¡Más o de vivir dificultosa ciencia!
¿quién en toda una vida te ha sabido?
Duran los días, pero ¿quién percibe la duración
si es menos inconstante la intrepidez de nuestra fantasía?
oh ¿qué importa el durar si solo vive
el que sabe acertar aquel instante
Principio y siempre fin del eterno día?
Notad una invención jamás oída
que pinta el gran hombre en su diario.
Tan rara, tan ilustre y tan sabida
cual nunca se escribió en un calendario.
Haciéndole durar cuanto la vida
Con canto muy mejor que el del canario
y escribir tantas cosas y tan bellas
que todos tendrán bien que ver en ellas.
¿Quién como vos… cortó la pluma
para escribir en justo tantas cosas?
Ninguno (dirán muchos) lo presuman.
Pues nadie las pintó tan abundosas.
Cifrando tanta copia en breve suma
De cosas, de contento y provechosas
Causando en los mortales nueva gloria,
Por ver entre nosotros tal historia
Un corte dais, tan bién cortado
que nadie lo cortó con tal destreza
Cortando (sin cortar) habeis cortado
mil cosas de primor y gentileza.
Pues con las iniciales nos habéis dado
los llenos y girantes con fineza.
Sin otras maravillas que no cuento
que exceden al humano entendimiento.
"El sumario perpetuo.
De mi abuelo."
D.Juan Prieto Bernal.
"alias,… Morenita"

Amigos, no desfallezcamos nunca y sigamos rezando los unos por los otros para ayudarnos con nuestros problemas, y seamos capaces de cumplir con el primer mandamiento de la Ley de Dios: amarás a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo.

Con todo mi cariño y hasta la próxima, Lali Maíz.


viernes, 23 de agosto de 2013

Estado de nuestra alma


Queridos amigos internautas:

Después de mucho tiempo sin escribiros, pero no sin rezar por vosotros y por vuestras intenciones, hoy me decido a escribiros para que pensemos "En qué estado se encuentran nuestras almas".

El alma es el don más importante que Dios nos ha regalado desde el mismo momento de nuestra concepción. Hombres y mujeres hemos recibido un trocito del Espíritu de Dios en nuestra alma. Ella es la que nos hace inteligentes, buenos, alegres… es la que nos da la vida. Pero los hombres y mujeres no somos robots ni máquinas que funcionen perfectamente dentro de un engranaje, y hay veces que por desidia, por divertimento, por problemas y tristezas, dejamos nuestra alma aparcada en un rincón de nuestro cuerpo. Y durante este tiempo nos sentimos más secos y notamos que nos falta algo. Ese es el momento de reaccionar: tenemos que mirar a Dios, pedirle perdón y decirle con humildad (como hizo el hijo arrepentido con su padre en la parábola del hijo pródigo):

-Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. No soy digno de ser tu hijo, pero vuelvo arrepentido y trátame como al más humilde de tus siervos.

Y al oír estas palabras, el padre, conmovido, le abrazó y le perdonó.

Otra actitud que no podemos olvidar es la de seguir pidiendo. Nunca nos debemos cansar de pedirle a Dios para que nos ayude, nos proteja y nos ilumine para saber resolver todos los problemas que nos rodean y superar todas las tristezas de la vida. Con sencillez digámosle:

-Padre, no me abandones, ni abandones a los que yo quiero, y a tantas criaturas que necesitan de tu ayuda y de tu consuelo.

Y repitamos esta oración una y mil veces, y no nos cansemos. Como nos dijo Jesús en otra parábola, si un hijo le pide pan a su padre este no le va a dar una piedra para comer, sino por el contrario le dará todo lo bueno que él tenga. Así nos quiso decir Jesús que si nosotros que somos humanos imperfectos damos lo mejor a nuestros hijos, nuestro padre celestial con nuestra oración no nos abandona nunca.



Año litúrgico


Muchos no saben qué celebramos y en qué consiste el año litúrgico. El año litúrgico no comienza como el año corriente de nuestra era. Es diferente, pues durante un año, de forma reducida, celebramos la vida, milagros y doctrina que Jesús nos enseñó. Consta de varios ciclos.

Primer ciclo: adviento.

El año litúrgico comienza en noviembre con el adviento. Consiste en la anunciación a María cuando el ángel se le apareció y en nombre de Dios le dijo "Dios te salve María. Has hallado gracia ante los ojos de Dios y vas a concebir un hijo que es hijo del altísimo: el Mesías prometido". La virgen, que era una jovencita hermosa, sencilla y buena, se quedó turbada. Y el ángel le dijo "no temas, María". Y entonces ella contestó:

-Hágase en mí según tu palabra.

Y en ese mismo instante comenzó nuestra redención. Durante estos meses que nos pone la Iglesia de adviento es el tiempo que tenemos los cristianos para prepararnos para recibir a Jesús.

Segundo ciclo: ciclo de Navidad.

Este es el ciclo más alegre de todo el año, pues vemos con ternura y admiración cómo la Sagrada Familia, María y José, se encaminaba hacia Belén para cumplir con el mandato del Rey Herodes de empadronarse. Y allí llegó el momento del alumbramiento. Y sin encontrar posada ni nadie que los cobijara se metieron en un establo con el calor de los animales. Y allí el hijo de Dios, el Mesías, vino al mundo. ¡Qué lección de humildad nos dio Jesús hasta en el momento de su nacimiento!

Tercer ciclo: epifanía.

La epifanía del señor es la adoración de los tres reyes magos venidos de oriente siguiendo una estrella. Ellos antepusieron todas las dificultades, penurias y sacrificios del viaje para saber a dónde les quería llevar esa estrella nueva que habían visto en el cielo. La estrella les guió hasta el portal de Belén, y allí ellos supieron reconocer que el recién nacido era el hijo de Dios, el Mesías, y entonces le ofrecieron sus presentes: oro, incienso y mirra.

Cuarto ciclo: cuaresma.

Jesús ya ha cumplido 30 años. Ya está listo para comenzar su vida pública y empezar a predicar su doctrina. Escogió a los doce apóstoles y los llevó con él durante los tres años que estuvo predicando y haciendo el bien por todas partes, hasta que ya a los 33 años los judíos lo crucificaron.

Quinto ciclo: pascua de resurrección.

Este es el ciclo más importante de todos, pues si Jesús no hubiera resucitado, todo se hubiera quedado con que había pasado un gran profeta por la Tierra haciendo el bien. Pero al resucitar de entre los muertos demostró que era el hijo de Dios.

Sexto ciclo: pentecostés.

En pentecostés celebramos la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles y sobre todos nosotros. El espíritu de Dios se instaló en todos los que le seguían y fueron capaces con su gracia de predicar el evangelio por todos los rincones de la Tierra. Ellos fueron la semilla que fructificó a través de los tiempos.

Séptimo ciclo: tiempo ordinario.

Durante este tiempo celebramos todas las fiestas principales de la Iglesia y los domingos en la Santa Misa en el Evangelio nos enseñan todas las parábolas y milagros de Jesús.



Amigos, aprovechemos todas las oportunidades que nos da la vida y sepamos aprender de las enseñanzas que Jesús nos dio. Con todo mi cariño, Lali Maíz.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Recuerdos de los 30 días que he pasado en el hospital.


Queridos amigos internautas:

Os habrá extrañado que haya pasado tanto tiempo sin que os escribiera, pero es que he estado gravemente enferma sufriendo una cardiopatía y una insuficiencia en el riñón. Ha sido un tiempo difícil para mí. Pero no por ello he dejado de rezar por vosotros y por todas las intenciones de los que formamos este blog de oración, y os prometo que mientras me quede un hálito de vida seguiré rezando por todos vosotros.

Durante este tiempo de problemas y enfermedad y de sucederme cosas desagradables me he dado cuenta que de todo lo malo se saca una buena experiencia, pues me he dado cuenta del cariño con que me han tratado mi marido y mis hijos y todos los que me aprecian. Ellos se turnaban para darme de comer y acompañarme, pues yo sola no podía. He sentido la misericordia de Dios durante estos días en la sonrisa de una enfermera o en el trato amable del médico o simplemente en la limpiadora que venía a hacernos las camas. Todos entraban con una sonrisa animándonos y dándonos alegría, siempre de broma para levantar nuestro ánimo, y luego a media mañana todos los días venía el capellán del hospital y me traía la Sagrada Comunión.

Amigos, cuando estamos sanos y no hay problemas y pasamos por delante de un hospital no nos damos cuenta que allí dentro hay un mundo que sufre y que lucha por vivir. Todos colaboran de distinta manera, pero todo esto hace que se cree un gran ambiente de solidaridad entre personas que no se conocen para ayudarnos unos a otros y hacer la estancia en el hospital más agradable.

Como sabéis en cada habitación hay dos enfermos, y ahí se produce un milagro, que entre dos familias que no se conocen de nada llega a crearse un cariño y una ayuda mutua entre los enfermos y los acompañantes. Todos quieren colaborar para el bienestar del prójimo y parece que las cuatro paredes de la habitación se estrechan dándonos un fuerte abrazo.

Yo he tenido la suerte durante este mes de tener a varias compañeras que han sido excepcionales. La primera, Rosy, una chica joven casada con dos niños, tan alegre y positiva que me ayudó tantísimo en animarme. Ella era la alegría de la habitación, todo le gustaba, todo le parecía bien, en una palabra: era un modelo.

La segunda compañera, María del Valle, llegó con una fiebre grandísima y le costó mucho sacrificio ponerse buena, pero al final lo consiguió con la ayuda de todos. Me encantó su manera de ser y la de su familia, tan educados y tan agradables que en muchos momentos de debilidad y de tristeza me animaban para que no llorase y me decían que me pondría buena. En recuerdo de ella voy a poneros la historia de Nuestra Señora del Valle.

Y la tercera, Carmen, es la que menos tiempo ha estado conmigo, pues a las dos nos dieron de alta prácticamente juntas. Fue también muy agradable y cariñosa.

¡Qué voy a contar de Carmen la ATS, o de Félix, que siempre venían con el problema que tenía con las vías animándome! Solamente puedo dar las gracias a todas las personas que de una manera u otra me han socorrido o ayudado durante este tiempo.

Ahora ya estoy en mi casa. Todavía estoy débil y sigo en tratamiento, pero voy a intentar esforzarme al máximo para cada día trabajar con mis piernas para sentirme un poquito mejor, pues ahora me toca a mí devolver todo el cariño y el amor que me han dado mis hijos, mi marido y todos los que me rodean.

Os voy a poner la historia de la Virgen del Valle, que es muy famosa en España y en Argentina, y procuraré dentro de 15 días escribiros otra vez.


"En España

La advocación de Nuestra Señora del Valle es común en España, existiendo imágenes y ermitas en lugares como: Jerez de la Frontera, Sevilla, Toledo, Saldaña (Palencia), Mota del Cuervo (Cuenca), Llamas de Cabrera (León), Utrilla y Muriel de la Fuente (Soria), Cenicero (La Rioja), Vera (Almería), etc.

Alcalá del Valle

Patrona de la localidad de Alcalá del Valle. Venerada en la iglesia dedicada a la Virgen del Valle. Se celebra una romería en su honor el 1 de mayo, cuando la Virgen es trasladada en carreta tirada por bueyes y acompañada por todo el pueblo al convento de Caños Santos. Se celebra la festividad de la Virgen del Valle el 8 de septiembre en la que la patrona procesiona por las calles de la localidad habiéndosele dedicado una novena en los días previos.

Cenicero (La Rioja)

La ermita de la Virgen del Valle, situada en el centro de la localidad, es un edificio barroco del siglo XVIII, compuesto por una sola nave de tres tramos, capillas entre los contrafuertes y tiene un crucero cubierto de bóveda octogonal. La portada se sitúa a los pies y sobre ella una espadaña con tres vanos para campanas. Su parte más antigua es el presbiterio, construido en el Siglo XVI, cuando el edificio era casi cúbico, con contrafuertes en las esquinas, hasta que dos siglos más tarde fue reformado y ampliado. En el interior destacan dos bellos retablos del siglo XVIII dedicados a san Antón y san Isidro, así como el retablo central, con la imagen tallada de la Vírgen del Valle del siglo XIII, patrona de esta ciudad, a la que los ciudadanos de esta localidad profesan especial devoción.

Écija

La advocación de la Virgen del Valle es venerada en Écija (Sevilla), donde es patrona de la ciudad, debido a que la ciudad de Écija se encuentra situada en un valle. Se coronó canónicamente en una ceremonia por el arzobispo Carlos Amigo Vallejo, en 1999.

En Argentina

Catamarca

Catedral Basílica de Nuestra Señora del Valle (Catamarca, Argentina).

Según las creencias de los fieles católicos, la aparición de la venerada imagen de la Inmaculada Concepción, Nuestra Señora del Valle, tuvo lugar entre 1618 y 1620 en una gruta de Choya, Departamento Capital de la provincia de Catamarca, en el noroeste argentino. El pueblo de Choya al que se hace mención en los antiguos documentos estaba situado a 1 km del actual homónimo. Formaban la población de Choya españoles encomenderos y pueblos originarios en su gran mayoría cristianos. Vivían de la labranza y del pastoreo. Un originario de los encomendados al servicio de Don Manuel de Salazar, un día percibió voces. Eran indiecitas que caminaban recelosas, temiendo que alguien las sorprendiera. Llevaban lámparas y flores de la montaña. Como era de noche regresó a los ranchos de Choya. A la mañana siguiente regresó al paraje, y dio con las huellas y encontró un sendero que, se veía, era muy transitado. Caminó 5 km, remontando la quebrada cuando a unos 7 m de altura apareció un nicho de piedra bien disimulado. Al fin del nicho había rústicos asientos y restos de fogones, e incluso huellas de danzas. Trepó al nicho y al fondo encontró una imagen de la Virgen María. Era pequeñita, muy limpia, de rostro moreno y manos juntas. Después de varios meses y de estar seguro de su descubrimiento, le cuenta todo a su amo. Le dice que la veneraban, que estaba allí entre las piedras, que era morenita como los indios y que por eso la querían y que él también había aprendido a quererla.

Catedral de la diócesis de Añatuya, dedicada a Nuestra Señora del Valle.

La Catedral Basílica de Nuestra Señora del Valle se encuentra en la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca, ciudad capital de la provincia de Catamarca. Las festividades de la Virgen del Valle se realizan el 8 de diciembre de cada año, en coincidencia con el día de la Inmaculada Concepción de María, y 15 días después de Pascuas. Ambas festividades convocan a miles de fieles marianos, cuyo fervor religioso los incita a realizar peregrinaciones hasta la ciudad de Catamarca desde otras ciudades y provincias del país, muchas veces a caballo o a pie.

Las procesiones en su honor son las más multitudinarias del Norte Argentino, razón por la cual, bajo la Presidencia de Perón, la Virgen fue declarada Patrona Nacional del Turismo."


Amigos, no dejemos nunca de confiar en la Divina Providencia y en su misericordia, y hagamos el firme propósito de rezar todos los días aunque sólo sea un padrenuestro y un avemaría por tantos enfermos y tanto personal sanitario que alivian nuestras enfermedades y dolores. Hasta dentro de 15 días si Dios quiere. Con cariño, Lali Maíz.