jueves, 26 de enero de 2012

La llamada de Jesús.


Queridos amigos internautas, han pasado varios años desde que Jesús el hijo de Dios, el Mesías prometido nació en Belén. Jesús ya es un hombre, tiene treinta años. Atrás quedan sus años de juventud en los que vivía en Nazaret con su madre la Virgen María y con su padre putativo San José. Jesús le ayudaba a su padre en el noble oficio de carpintero.

Ya está preparado para comenzar su vida pública, esta durará tres años hasta que sea crucificado en la cruz. Jesús empieza a explicar su doctrina por todos los pueblos y ciudades de Galilea, Palestina e Israel. Su doctrina se extiende como una suave brisa por todos los rincones de la Tierra, y sus palabras y enseñanzas son como gotas de lluvia que van calando y empapando todos los corazones.

Jesús está solo y quiere formar el primer grupo de discípulos. Él quiere que sean testigos de sus enseñanzas y doctrinas y de todas sus buenas acciones como consolar a los afligidos, sanar a los enfermos, expulsar a los demonios y resucitar a los muertos.

Él podía haber escogido a sacerdotes ricos y poderosos, pero por el contrario escogió a hombres sencillos y humildes, de poca cultura, que estaban acostumbrados a trabajar duro en el arte de la pesca y en la agricultura. Jesús salió por los caminos a escogerlos. Él los miraba profundamente y ellos dejaban en ese momento sus trabajos, familias y obligaciones y se iban detrás de él. ¿Habéis pensado la mirada que Cristo les hizo?, ¿quién se podría resistir a esa mirada? Así fue como reunió a los doce apóstoles.

Los nombres de estos privilegiados eran:

Andrés, el apóstol afable
Bartolomé, el apóstol visionario
Felipe, el apóstol práctico
Mateo, el apóstol rescatado
Simón, el apóstol celoso
Santiago el Mayor, el apóstol ambicioso
Juan, el apóstol del amor
Pedro, el apóstol del riesgo
Judas Iscariote, el apóstol traidor
Judas Tadeo, el apóstol constante
Tomás, el apóstol de la duda
Santiago el Menor, el apóstol desconocido

Muchas personas dicen que ellos no han sentido la llamada de Dios, pero eso no es cierto pues Dios durante toda nuestra vida nos llama infinitas veces. Lo que pasa es que hay que saber escucharlo. Hagamos un día una prueba: “quedémonos en silencio, aislémonos de los ruidos y las obligaciones que tenemos y abrámosle nuestro corazón a Dios diciéndole que qué quiere él de nosotros” A cada uno de nosotros nos pedirá una cosa diferente, a algunos les pedirá actos heroicos y a otros les pedirá una vida religiosa, pero a la mayoría nos pedirá cumplir con nuestras obligaciones y tratar con caridad a los demás.

Los cristianos que hemos tenido la suerte de ser bautizados y al recibir por el agua bautismal la gracia del Espíritu Santo todos somos llamados para extender el reino de Dios por toda la Tierra.

Durante toda la vida ha habido grandes llamadas de Dios a santos y profetas para que ellos guiaran y enseñaran a todos sus contemporáneos la Palabra de Dios. Un ejemplo fue Moisés cuando fue llamado por Dios al Monte Sinaí y allí le entregó las tablas de la Alianza que Dios esculpió a fuego en piedra los Diez Mandamientos que Él quería que cumpliéramos. Otro ejemplo fue Samuel. Él nació cuando su madre era estéril y ella lo ofreció al servicio del templo. Ya siendo un muchacho, una noche cuando estaba dormido oyó una voz que le decía “Samuel, Samuel”, el muchacho se levanto y se acercó donde estaba Elí durmiendo (cerca del santo sanctórum donde se guardaba el arca de la alianza) Elí le contestó Yo no te he llamado sigue durmiendo. Así se repitió hasta tres veces que la voz despertaba a Samuel. Al llegar a donde estaba durmiendo Elí , Elí comprendió que era Dios quien lo estaba llamando y le dijo cuando te hable contesta “habla señor que tu siervo escucha” y desde ese momento Dios acompañó a Samuel durante toda su vida y fue un gran profeta.

Otra gran llamada fue la de San Pablo. Era Pablo un guerrero que se había dedicado a perseguir y matar cristianos hasta que un día cuando iba montando a caballo con unos compañeros , un rayo de luz lo tiró del caballo y se oyó una voz que le decía “Saulo Saulo por qué me persigues” a lo que él le contestó ¿quién eres Señor? Yo soy Jesús Nazareno al que tú persigues. En ese momento se quedó ciego. Lo llevaron a la ciudad a visitar a un anciano sacerdote que poniéndole las manos en sus ojos recobró la vista. Desde ese momento se dedicó a ayudar a los cristianos y a extender el reino de Cristo por toda la tierra.

Otra gran llamada fue la que Dios le hizo al Padre Damián para que se fuera a la isla de Molokai para cuidar de todos los leprosos que allí estaban desterrados, consolarlos y hablarles del reino de Dios. Toda la vida la dedicó a cuidar los leprosos y allí murió de lepra. Es un gran santo.

Por último la gran llamada que recibió la Madre Teresa de Calcuta que siendo ella monja fue a visitar la ciudad de Calcuta y viendo los enfermos y moribundos que había por las calles en los suburbios comprendió que esa era su llamada de recoger y cuidar a todas esas personas que nadie quería ni cuidaba.

Queridos amigos espero que cada uno de nosotros seamos capaces de realizar la llamada que Cristo quiere de nosotros.

Hasta la semana que viene si Dios quiere.

viernes, 13 de enero de 2012

El dolor.



Queridos amigos internautas, hoy os quiero hablar del DOLOR, pero del DOLOR grande, el que se escribe con mayúsculas. Como comprenderéis es imposible que hable de todos los dolores, pues estos son infinitos­. Así que he pensado hacer dos grandes grupos:

- El primero, los dolores corporales que sentimos en nuestro cuerpo.

- Los segundos, los dolores del alma.


Dentro del primer grupo, podemos diferenciar dos tipos de dolor:

El dolor puntual que sentimos por algún motivo determinado, que aunque sea fuerte y desgarrador, es esporádico y a los pocos días tenemos la esperanza de que desaparezcan. Aquí podemos poner algunos ejemplos como el dolor que sienten las madres al parir a sus hijos, alguna fractura, etc.

El dolor crónico es aquel que se apodera de nuestro cuerpo sin saber por qué, que se agazapa y se enrosca en nuestra persona y nos amarga la vida. Este dolor no nos deja vivir ni descansar, no se separa de nosotros y nos acompaña mientras comemos, dormimos, nos enmudece la garganta, borra la sonrisa de nuestros labios y nos hace sentir tristes y derrotados.

Cuando esto nos pasa pensamos ¿por qué a mí, si yo conozco a personas de mi misma edad que hacen una vida normal? Y entonces rezas a Dios, a la Virgen y a los Santos para que te quiten este dolor y piensas, que este dolor puede servir para algo, y te acuerdas de Jesús y piensas en su pasión y muerte y lo que sufrió desde que rezaba en el Huerto de los Olivos hasta cuando agonizó en La Cruz. Esto te hace recapacitar y pensar que este sufrimiento que estamos pasando se lo ofrecemos a Él en reparación de todos nuestros pecados, de los de nuestra familia y los del mundo entero. Seguimos pidiendo, y pedimos por nuestros hijos para que se lleven bien, tengan salud y trabajo.

¡Ay Jesús ten misericordia y quítanos estos dolores!

¿No te da pena de estos ancianos que tanto sufrimos? Extiende tu mano y quítanos este dolor.

Mira Jesús se me ha ocurrido una idea, vamos a ponernos en fila delante de ti para que al igual que se ponían los enfermos para que los curases mientras predicabas El Evangelio en Galilea nos cures también a nosotros.

Los dolores del alma:

Estos dolores aunque no sean físicos son tan terribles como los otros, pues el que los sufre siente como si una losa le oprimiese el pecho y no le dejase respirar. ¿Quién alguna vez en su vida no ha sentido esa angustia y ese dolor?, ¿quién no ha sufrido por la muerte de un ser querido o por la enfermedad de un hijo o el padre de familia que siente que se le cierran las puertas y no pueden alimentar a su familia? Y como estos ejemplos hay otras veces que nos sentimos calumniados o despreciados y no sabemos cómo hablar con nuestros hijos para que no malinterpreten nuestras palabras.

En la sociedad que vivimos está mal visto el dolor, por eso se esconde de puertas para adentro para que los demás no se sientan mal al contemplarlo. Por eso, no dejemos un solo día de rezar por tantas personas que sufren y que necesitan fortaleza para soportar su cruz y así con nuestra oración les sirvamos de consuelo.

Amigos no olvidéis mi recomendación y rezar algo por mí porque estoy pasando una mala racha de dolores. Hasta la semana que viene si Dios quiere.

lunes, 2 de enero de 2012

La huída a Egipto.


Queridos amigos internautas:

Habían transcurrido pocos días del nacimiento de Jesús, cuando se le apareció el Ángel del Señor a José en sueños y le dijo:

-José toma a María tu esposa y al niño e iros a Egipto, pues el niño corre peligro ya que lo quiere matar el Rey Herodes. Y al amanecer, cuando las estrellas se ocultan en el firmamento y los primeros rayos del sol iluminan la tierra, José montó a María en el burro, y ella con el niño entre sus brazos lo arrebujó contra su pecho. Cargó las pocas pertenencias que tenían en el animal y con paso ligero emprendieron la huída hacia Egipto.

Todo comenzó cuando tres Reyes Magos que vivían en el Lejano Oriente vieron una nueva estrella en el cielo que les quería decir algo.

Ellos sabían de una antigua profecía en la cual se anunciaba a los antiguos profetas, el nacimiento del Mesías prometido, como futuro Rey de los judíos y salvador del mundo.

Los tres Reyes Magos se pusieron en camino cada uno desde sus ciudades siguiendo a la estrella. En el camino se encontraron y juntos continuaron hacia donde les conducía la estrella. No escatimaron esfuerzos a lo largo del camino, y cuando ya estaban cerca del pueblo de Belén, fueron a visitar al rey Herodes a su palacio y les preguntaron si él sabía donde había nacido el Mesías esperado desde La Antigüedad. El Rey Herodes se quedó sorprendido y estupefacto y les dijo que cuando lo encontraran volvieran y les dijeran donde estaba pues él también quería adorarlo.

Los Reyes por fin llegaron a estar en presencia del niño, le adoraron y le entregaron sus presentes: Melchor le trajo oro como Rey, Gaspar incienso como Dios y Baltasar mirra como el sufrimiento que iba a padecer como Hombre (la mirra era el aceite con el que los judíos embalsamaban a sus muertos).

Una vez concluida la adoración al niño, los Reyes emprendieron el regreso sin avisar al Rey Herodes, pues comprendieron que él quería matar al niño. Al verse burlado y no saber dónde estaba el niño, mandó degollar a todos los varones recién nacidos y a los que tuvieran hasta cinco años. Ese fue un día tristísimo y la iglesia lo conmemora como el día de los Santos Inocentes (que es el 28 de diciembre).

José era un hombre bueno y honesto. Pertenecía a la estirpe del Rey David y fue elegido por Dios para ser el esposo de María y cuidar del niño. Era un hombre sencillo y trabajador y tuvo la misión más importante que ningún otro ser humano ha tenido, la de cuidar y proteger a María y a Jesús. Son pocas las apariciones de José en los Santos Evangelios, pero no por eso su figura tiene menos importancia, pues él supo obedecer a Dios en todo lo que le mandaba que hiciera y su persona fue la sombra protectora de La Sagrada Familia.

Amigos, tomemos ejemplo de La Sagrada Familia y hagamos de nuestros hogares un lugar donde se ame y se respete a Dios y sepamos criar a nuestros hijos como se crió el niño Jesús para que crezcan en edad, sabiduría y gracia.

Y como dicen en algunos países de Hispanoamérica:

“Que el Papito Dios y la Mamita Virgen nos bendigan y cuiden de todas nuestras familias”

Hasta la semana que viene si Dios quiere.