Queridos amigos internautas:
Después de mucho tiempo sin escribiros, pero no sin rezar por vosotros y por vuestras intenciones, hoy me decido a escribiros para que pensemos "En qué estado se encuentran nuestras almas".
El alma es el don más importante que Dios nos ha regalado desde el mismo momento de nuestra concepción. Hombres y mujeres hemos recibido un trocito del Espíritu de Dios en nuestra alma. Ella es la que nos hace inteligentes, buenos, alegres… es la que nos da la vida. Pero los hombres y mujeres no somos robots ni máquinas que funcionen perfectamente dentro de un engranaje, y hay veces que por desidia, por divertimento, por problemas y tristezas, dejamos nuestra alma aparcada en un rincón de nuestro cuerpo. Y durante este tiempo nos sentimos más secos y notamos que nos falta algo. Ese es el momento de reaccionar: tenemos que mirar a Dios, pedirle perdón y decirle con humildad (como hizo el hijo arrepentido con su padre en la parábola del hijo pródigo):
-Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. No soy digno de ser tu hijo, pero vuelvo arrepentido y trátame como al más humilde de tus siervos.
Y al oír estas palabras, el padre, conmovido, le abrazó y le perdonó.
Otra actitud que no podemos olvidar es la de seguir pidiendo. Nunca nos debemos cansar de pedirle a Dios para que nos ayude, nos proteja y nos ilumine para saber resolver todos los problemas que nos rodean y superar todas las tristezas de la vida. Con sencillez digámosle:
-Padre, no me abandones, ni abandones a los que yo quiero, y a tantas criaturas que necesitan de tu ayuda y de tu consuelo.
Y repitamos esta oración una y mil veces, y no nos cansemos. Como nos dijo Jesús en otra parábola, si un hijo le pide pan a su padre este no le va a dar una piedra para comer, sino por el contrario le dará todo lo bueno que él tenga. Así nos quiso decir Jesús que si nosotros que somos humanos imperfectos damos lo mejor a nuestros hijos, nuestro padre celestial con nuestra oración no nos abandona nunca.
Año litúrgico
Muchos no saben qué celebramos y en qué consiste el año litúrgico. El año litúrgico no comienza como el año corriente de nuestra era. Es diferente, pues durante un año, de forma reducida, celebramos la vida, milagros y doctrina que Jesús nos enseñó. Consta de varios ciclos.
Primer ciclo: adviento.
El año litúrgico comienza en noviembre con el adviento. Consiste en la anunciación a María cuando el ángel se le apareció y en nombre de Dios le dijo "Dios te salve María. Has hallado gracia ante los ojos de Dios y vas a concebir un hijo que es hijo del altísimo: el Mesías prometido". La virgen, que era una jovencita hermosa, sencilla y buena, se quedó turbada. Y el ángel le dijo "no temas, María". Y entonces ella contestó:
-Hágase en mí según tu palabra.
Y en ese mismo instante comenzó nuestra redención. Durante estos meses que nos pone la Iglesia de adviento es el tiempo que tenemos los cristianos para prepararnos para recibir a Jesús.
Segundo ciclo: ciclo de Navidad.
Este es el ciclo más alegre de todo el año, pues vemos con ternura y admiración cómo la Sagrada Familia, María y José, se encaminaba hacia Belén para cumplir con el mandato del Rey Herodes de empadronarse. Y allí llegó el momento del alumbramiento. Y sin encontrar posada ni nadie que los cobijara se metieron en un establo con el calor de los animales. Y allí el hijo de Dios, el Mesías, vino al mundo. ¡Qué lección de humildad nos dio Jesús hasta en el momento de su nacimiento!
Tercer ciclo: epifanía.
La epifanía del señor es la adoración de los tres reyes magos venidos de oriente siguiendo una estrella. Ellos antepusieron todas las dificultades, penurias y sacrificios del viaje para saber a dónde les quería llevar esa estrella nueva que habían visto en el cielo. La estrella les guió hasta el portal de Belén, y allí ellos supieron reconocer que el recién nacido era el hijo de Dios, el Mesías, y entonces le ofrecieron sus presentes: oro, incienso y mirra.
Cuarto ciclo: cuaresma.
Jesús ya ha cumplido 30 años. Ya está listo para comenzar su vida pública y empezar a predicar su doctrina. Escogió a los doce apóstoles y los llevó con él durante los tres años que estuvo predicando y haciendo el bien por todas partes, hasta que ya a los 33 años los judíos lo crucificaron.
Quinto ciclo: pascua de resurrección.
Este es el ciclo más importante de todos, pues si Jesús no hubiera resucitado, todo se hubiera quedado con que había pasado un gran profeta por la Tierra haciendo el bien. Pero al resucitar de entre los muertos demostró que era el hijo de Dios.
Sexto ciclo: pentecostés.
En pentecostés celebramos la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles y sobre todos nosotros. El espíritu de Dios se instaló en todos los que le seguían y fueron capaces con su gracia de predicar el evangelio por todos los rincones de la Tierra. Ellos fueron la semilla que fructificó a través de los tiempos.
Séptimo ciclo: tiempo ordinario.
Durante este tiempo celebramos todas las fiestas principales de la Iglesia y los domingos en la Santa Misa en el Evangelio nos enseñan todas las parábolas y milagros de Jesús.
Amigos, aprovechemos todas las oportunidades que nos da la vida y sepamos aprender de las enseñanzas que Jesús nos dio. Con todo mi cariño, Lali Maíz.
Después de mucho tiempo sin escribiros, pero no sin rezar por vosotros y por vuestras intenciones, hoy me decido a escribiros para que pensemos "En qué estado se encuentran nuestras almas".
El alma es el don más importante que Dios nos ha regalado desde el mismo momento de nuestra concepción. Hombres y mujeres hemos recibido un trocito del Espíritu de Dios en nuestra alma. Ella es la que nos hace inteligentes, buenos, alegres… es la que nos da la vida. Pero los hombres y mujeres no somos robots ni máquinas que funcionen perfectamente dentro de un engranaje, y hay veces que por desidia, por divertimento, por problemas y tristezas, dejamos nuestra alma aparcada en un rincón de nuestro cuerpo. Y durante este tiempo nos sentimos más secos y notamos que nos falta algo. Ese es el momento de reaccionar: tenemos que mirar a Dios, pedirle perdón y decirle con humildad (como hizo el hijo arrepentido con su padre en la parábola del hijo pródigo):
-Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. No soy digno de ser tu hijo, pero vuelvo arrepentido y trátame como al más humilde de tus siervos.
Y al oír estas palabras, el padre, conmovido, le abrazó y le perdonó.
Otra actitud que no podemos olvidar es la de seguir pidiendo. Nunca nos debemos cansar de pedirle a Dios para que nos ayude, nos proteja y nos ilumine para saber resolver todos los problemas que nos rodean y superar todas las tristezas de la vida. Con sencillez digámosle:
-Padre, no me abandones, ni abandones a los que yo quiero, y a tantas criaturas que necesitan de tu ayuda y de tu consuelo.
Y repitamos esta oración una y mil veces, y no nos cansemos. Como nos dijo Jesús en otra parábola, si un hijo le pide pan a su padre este no le va a dar una piedra para comer, sino por el contrario le dará todo lo bueno que él tenga. Así nos quiso decir Jesús que si nosotros que somos humanos imperfectos damos lo mejor a nuestros hijos, nuestro padre celestial con nuestra oración no nos abandona nunca.
Año litúrgico
Muchos no saben qué celebramos y en qué consiste el año litúrgico. El año litúrgico no comienza como el año corriente de nuestra era. Es diferente, pues durante un año, de forma reducida, celebramos la vida, milagros y doctrina que Jesús nos enseñó. Consta de varios ciclos.
Primer ciclo: adviento.
El año litúrgico comienza en noviembre con el adviento. Consiste en la anunciación a María cuando el ángel se le apareció y en nombre de Dios le dijo "Dios te salve María. Has hallado gracia ante los ojos de Dios y vas a concebir un hijo que es hijo del altísimo: el Mesías prometido". La virgen, que era una jovencita hermosa, sencilla y buena, se quedó turbada. Y el ángel le dijo "no temas, María". Y entonces ella contestó:
-Hágase en mí según tu palabra.
Y en ese mismo instante comenzó nuestra redención. Durante estos meses que nos pone la Iglesia de adviento es el tiempo que tenemos los cristianos para prepararnos para recibir a Jesús.
Segundo ciclo: ciclo de Navidad.
Este es el ciclo más alegre de todo el año, pues vemos con ternura y admiración cómo la Sagrada Familia, María y José, se encaminaba hacia Belén para cumplir con el mandato del Rey Herodes de empadronarse. Y allí llegó el momento del alumbramiento. Y sin encontrar posada ni nadie que los cobijara se metieron en un establo con el calor de los animales. Y allí el hijo de Dios, el Mesías, vino al mundo. ¡Qué lección de humildad nos dio Jesús hasta en el momento de su nacimiento!
Tercer ciclo: epifanía.
La epifanía del señor es la adoración de los tres reyes magos venidos de oriente siguiendo una estrella. Ellos antepusieron todas las dificultades, penurias y sacrificios del viaje para saber a dónde les quería llevar esa estrella nueva que habían visto en el cielo. La estrella les guió hasta el portal de Belén, y allí ellos supieron reconocer que el recién nacido era el hijo de Dios, el Mesías, y entonces le ofrecieron sus presentes: oro, incienso y mirra.
Cuarto ciclo: cuaresma.
Jesús ya ha cumplido 30 años. Ya está listo para comenzar su vida pública y empezar a predicar su doctrina. Escogió a los doce apóstoles y los llevó con él durante los tres años que estuvo predicando y haciendo el bien por todas partes, hasta que ya a los 33 años los judíos lo crucificaron.
Quinto ciclo: pascua de resurrección.
Este es el ciclo más importante de todos, pues si Jesús no hubiera resucitado, todo se hubiera quedado con que había pasado un gran profeta por la Tierra haciendo el bien. Pero al resucitar de entre los muertos demostró que era el hijo de Dios.
Sexto ciclo: pentecostés.
En pentecostés celebramos la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles y sobre todos nosotros. El espíritu de Dios se instaló en todos los que le seguían y fueron capaces con su gracia de predicar el evangelio por todos los rincones de la Tierra. Ellos fueron la semilla que fructificó a través de los tiempos.
Séptimo ciclo: tiempo ordinario.
Durante este tiempo celebramos todas las fiestas principales de la Iglesia y los domingos en la Santa Misa en el Evangelio nos enseñan todas las parábolas y milagros de Jesús.
Amigos, aprovechemos todas las oportunidades que nos da la vida y sepamos aprender de las enseñanzas que Jesús nos dio. Con todo mi cariño, Lali Maíz.