Queridos amigos internautas,
Atrás se van quedando los largos días alegres y luminosos del verano. El sol nos ha calentado y ha bañado con sus rayos las tierras y montañas haciendo que todo fructifique. Las frutas y verduras han madurado y nos obsequian en una sinfonía de colores, olores y sabores con sus delicados frutos. Los cereales ya han sido recogidos, ya los han trillado, guardado en sacos y en el campo sólo quedan los rastrojos.
Los dorados racimos de uva cuelgan de las parras y vides esperando el momento de la vendimia. Mucho trabajo ha costado desde que ese sarmiento empezara a dar sus frutos con la uva hasta que salga el primer mosto de los lagares. Allí a pie pisando la uva o con prensa sale el preciado líquido. Luego es guardado en barricas y toneles y llevado a las bodegas, donde durante un tiempo entre la penumbra y el silencio y a la misma temperatura, ese vino bravo y fuerte empieza a fermentar y con la ayuda de la mano del hombre, y según la diversidad de uvas, van sacando los divinos caldos. De ellos el vino más dulce y más bueno se aparta y se dedica para la Iglesia, pues ese es el vino que el sacerdote en la Santa Misa convierte en la sangre de Cristo.
He hecho un símil con el transcurso del vino desde el mosto hasta que se convierte en buen vino y la vida de los jóvenes. En la juventud los jóvenes son bravos, rebeldes, entusiastas, llenos de energía y fuerza, y con el paso de los años y con la ayuda de los maestros, los padres y sacerdotes van encauzándolos hasta convertirse en adultos, en hombres sensatos, trabajadores y buenos. No hay mayor alegría cuando se dice “este vino es muy bueno”, y compararlo con una persona y que digan de él “este hombre es muy bueno”.
Durante el verano las casas se han llenado con los niños y los jóvenes que están de vacaciones. Ellos han hecho que la alegría rodee a la familia. Da gusto ver a las familias unidas paseando juntas con sus chiquillos.
Algunos han tenido la suerte de poderse ir de descanso a pasar unos días de vacaciones a la playa, al campo o al pueblo, donde están sus raíces, sus parientes y amigos de la infancia. Pero no todos han tenido esa suerte. Por diversos motivos, unos por enfermedad, por falta de dinero o de trabajo, se han tenido que quedar en sus lugares de origen. Pero todos durante el verano habrán tenido algunos momentos, bien sea paseando por el parque o tomando un simple helado o un refresco en una terraza, en los que han disfrutado de unos instantes de relajo.
En vacaciones el reloj lo dejamos aparcado al no tener las obligaciones cotidianas. Tenemos que darnos cuenta de que para que nosotros disfrutemos hay muchas personas que trabajan para hacernos felices y cuidar de nosotros, como por ejemplo los médicos, bomberos, policías, camareros, etc. Debemos ser respetuosos con ellos, tener paciencia cuando estamos en un restaurante y no querer ser los primeros, y no exigir a los demás, que están trabajando sin parar y nosotros estamos esperando sentados a que nos sirvan. Por el contrario, digámosles con una sonrisa “no hay prisa, estamos en vacaciones” o “muchas gracias” o “qué rica ha estado la comida”. Al darles una sonrisa, el que nos sirve se siente feliz de haberlo hecho bien y nosotros contentos de no haber abusado de ellos.
A primeros de octubre empieza el curso escolar. Los estudiantes marchan, los padres se incorporan a sus trabajos y entonces nosotros, las personas adultas y mayores, y todo el que se quiera animar, debemos pensar: ¿qué vamos a hacer nosotros en este nuevo curso?
Podemos pensar que podemos colaborar con nuestras respectivas parroquias, ayudar a los que nos rodean, cuidar de nuestras familias y procurar hacerlas felices. Y qué bonito sería si los que formamos este grupo de oración hiciéramos una cadena de favores como en la película con ese mismo título. Y con cosas sencillas pero que sabemos que el otro necesita, poderles ayudar. Luego para mí, y para vosotros seguro, lo más importante y la prioridad de este grupo es rezar. Pues la oración todo lo alcanza. Y como dijo Jesús: “dos que se reúnen en mi nombre, en medio estoy yo”.
Seamos caritativos con los demás sin que se note, como una cosa natural. Y poquito a poco os digo como siempre, intentemos hacer que este mundo sea un poquito mejor.
Hasta la semana que viene, si Dios quiere.
Querida mamá,
ResponderEliminarPor fín he tenido un ratito para leer todo lo que has escrito. Como siempre te digo quiero felicitarte por lo bien que escribes y por lo bien que te expresas. Pero esta vez también quiero felicitar a mis dos hermanos , Nacho y Javi, y a mi sobrina Marta que son los que te ayudan a transcribir todo lo que les vas dictando. Sin su ayuda y colaboración este blog no sería posible. Sin saberlo estoy segura que están conociendo una faceta de su madre y de su abuela que desconocían, y que estoy segura que les ayuda a ser mejor personas. Os quiero a todos.
Un beso mamá.