Queridos amigos internautas:
Hoy os quiero hablar de la fe. ¿Cómo se escribe la palabra "fe"'?
La palabra "fe" es tan pequeña que sólo consta de dos
letras, la "f" y la "e". Pero además tiene un
acento en la "e" que le da fuerza y rotundidad al
pronunciarla. Pero aun siendo tan pequeña su significado es tan
grande que en él se basa la doctrina cristiana. Es la piedra
filosofal de nuestra religión.
SS Benedicto XVI hace un año, del 2012 al 2013, proclamó el año de
la fe. Ya faltan pocas semanas para que se finalice este año. ¿Qué
quería SS al proclamar este año de fe? Yo, con mi humilde
inteligencia, pienso que él nos daba un toque de atención para que
reflexionáramos especialmente durante un año sobre cómo tenemos
cada uno de nosotros nuestra fe. Poco a poco, la humanidad y también
algunos cristianos se están dejando arrastrar por el materialismo y
el ateísmo, y se están perdiendo los valores cristianos.
Jesús, a lo largo de su vida, dio muestras en sus enseñanzas del
tipo de fe que teníamos que tener, y siempre les decía a los
apóstoles:
-Si tuvieseis verdadera fe, si vuestra fe fuera inquebrantable,
diríais a esa zarza: "arráncate de la tierra y siémbrate en
el fondo del mar," y ella lo haría. O al pico de alguna alta
montaña: "aplánate", y se aplanaría.
Os voy a poner dos ejemplos de los muchos que podría escoger para
que veáis la falta de fe de algunos apóstoles. Estaba Jesús con
sus discípulos en una barca en el mar de galilea y se quedó dormido
mientras pescaban sus discípulos. De pronto se levantó una gran
galerna y el viento rugía con tal fuerza que la barca parecía que
iba a zozobrar. Horrorizados, los discípulos despertaron a Jesús
diciéndole: "Maestro, despiértate que perecemos". A lo
que contestó Jesús: "hombres de poca fe", y poniéndose
de pie se dirigió a la tempestad diciendo: "calmaos, que yo os
lo mando". Y al instante el mar se quedó en calma.
Entonces Jesús saltó de la barca al agua y empezó a andar sobre
ella hacia la orilla. Al ver esto San Pedro hizo lo mismo y dio dos o
tres pasos sobre el agua, pero al darse cuenta de que estaba andando
sobre ella el pánico le atemorizó y empezó a hundirse. Entonces
Jesús le cogió de la mano y se lo llevó con él sobre las aguas
hasta la orilla.
Otro ejemplo fue después de Jesús haber resucitado tras la
crucifixión. Se presentó en medio de los discípulos, que estaban
reunidos en el cenáculo con las puertas y las ventanas cerradas y
les dijo: "paz y bien". Cuando llegó Tomás, que no estaba
cuando se apareció Jesús, y ellos le contaron lo que había
sucedido, no lo creyó, y dijo: "mientras yo no meta mi dedo en
la herida de los clavos de sus manos y sus pies o introduzca mi mano
en su costado, no lo creeré".
Al domingo siguiente estaban otra vez los doce apóstoles reunidos en
el cenáculo cuando de nuevo se volvió a aparecer Jesús, y
dirigiéndose a Tomás le dijo: "ven, Tomás. Introduce tu dedo
en mis heridas y tu mano en mi costado, y no seas incrédulo, sino
creyente". Avergonzado, Tomás contestó: "Señor mío y
Dios mío", y Jesús respondió: "porque has visto has
creído. Bienaventurados los que sin ver creyeren".
¿Qué es tener fe? Tener fe es creer en todo lo que no vemos y en
las promesas que Jesús nos hizo: tener fe es creer en un solo Dios
que es trino. Tener fe es creer que Jesús nació de la Inmaculada
Virgen Maria por la Gracia del Espíritu Santo y que ella se conservó
inmaculada antes del parto, en el parto y después del parto. Tener
fe es creer que Jesús después de ser crucificado y sepultado al
tercer día resucitó de entre los muertos. Tener fe es esperar que
después de nuestra muerte resucitaremos con Cristo para la vida
eterna. Tener fe es creer en las palabras de las Sagradas Escrituras.
Pero, ¿cómo conseguimos la fe? ¿Qué hacemos para lograrla? La fe
es un don divino que Dios nos da pero nosotros tenemos que trabajarla
para conseguirla. No es como en los cuentos infantiles que viene el
hada con la varita mágica y toma una rana y la convierte en un
apuesto príncipe. Para conseguir la fe tenemos que ponernos de
rodillas delante del sagrario y rezar diciendo: "padre mío, no
soy digna de dirigirme a ti, pero confío en tu bondad infinita y en
tu misericordia para que me concedas la gracia de amarte, respetarte
y creer en ti". Esta oración, pidiéndola con humildad y
sencillez muchas veces, al final consigue que la fe llegue a tu alma
y una paz te inunde.
Hace pocos días hemos sido unos privilegiados al haber sido testigos
de la beatificación de quinientos veintidós mártires españoles,
compatriotas nuestros que murieron por no renunciar a la fe y a
Jesús: eran obispos, sacerdotes, monjas, seminaristas y seglares.
Esto sucedió en los años difíciles anteriores a la guerra del 36,
cuando quemaban iglesias y mataban a tantos inocentes que no habían
hecho nada más que el bien a todo el mundo. SS el Papa Francisco,
después de muchos años de investigaciones y de comprobaciones, a
estos santos mártires los proclamó beatos. Al acto acudieron muchos
familiares de los mártires. La mañana se llenó de luz, alegría y
gracia al sentir que todos estos mártires habían muerto perdonando
a sus verdugos.
¡Cuántos ejemplos tenemos para apoyarnos en ellos! Recémosles y
pidámosles favores por la gloria de su martirio.
Antes de despedirme os pongo una oración que he encontrado en
internet y que ilustra perfectamente aquello de lo que os hablo hoy:
Oh Jesús Redentor, autor y consumador de nuestra fe, te
suplicamos desde lo profundo de nuestro corazón contrito y humillado
no permita que se extinga la hermosa luz de nuestra fe. Acuérdate de
tus antiguas misericordias; mira compasivo la viña que tú mismo
plantaste con tu diestra, que ha sido regada con la sangre de miles y
miles de mártires, con las lágrimas de generosos penitentes y las
fatigas de celosos apóstoles y fecunda oración de tantos cristianos
fieles.
Nos aflijan las enfermedades, nos consuman los disgustos,
nos afecten los infortunios, pero que no nos falte la fe; porque
ricos con este don precioso, soportaremos con gusto todo dolor y nada
podrá alterar nuestra felicidad. Por el contrario, sin la gracia de
la fe, nuestra desventura no tendría límites.
Oh Jesús, autor y
consumador de nuestra fe, consérvanos dentro de la nave de Pedro,
fieles a su sucesor, para que se construya la unidad de la Iglesia,
se promueva su santidad y se dilate en bien de todos los pueblos.
Concédenos la paz y la unidad. Confórtanos y consérvanos en tu
santo servicio, para que por Ti y en Ti vivamos siempre. Amén.
(Esta oración está basada en Hebreos 12, 1-2. san
Clemente; la rezaba y la recomendaba. Es tomada de: Espiritualidad
Redentorista, vol. 4, p. 293).
Indulgencia - León XIII
Amigos, deseo de todo corazón que nunca perdamos la fe y todos los
días recemos para conseguirla. Con todo mi cariño: Lali Maíz.