martes, 29 de octubre de 2013

Proclamación de fe


Queridos amigos internautas:

Hoy os quiero hablar de la fe. ¿Cómo se escribe la palabra "fe"'? La palabra "fe" es tan pequeña que sólo consta de dos letras, la "f" y la "e". Pero además tiene un acento en la "e" que le da fuerza y rotundidad al pronunciarla. Pero aun siendo tan pequeña su significado es tan grande que en él se basa la doctrina cristiana. Es la piedra filosofal de nuestra religión.

SS Benedicto XVI hace un año, del 2012 al 2013, proclamó el año de la fe. Ya faltan pocas semanas para que se finalice este año. ¿Qué quería SS al proclamar este año de fe? Yo, con mi humilde inteligencia, pienso que él nos daba un toque de atención para que reflexionáramos especialmente durante un año sobre cómo tenemos cada uno de nosotros nuestra fe. Poco a poco, la humanidad y también algunos cristianos se están dejando arrastrar por el materialismo y el ateísmo, y se están perdiendo los valores cristianos.

Jesús, a lo largo de su vida, dio muestras en sus enseñanzas del tipo de fe que teníamos que tener, y siempre les decía a los apóstoles:

-Si tuvieseis verdadera fe, si vuestra fe fuera inquebrantable, diríais a esa zarza: "arráncate de la tierra y siémbrate en el fondo del mar," y ella lo haría. O al pico de alguna alta montaña: "aplánate", y se aplanaría.

Os voy a poner dos ejemplos de los muchos que podría escoger para que veáis la falta de fe de algunos apóstoles. Estaba Jesús con sus discípulos en una barca en el mar de galilea y se quedó dormido mientras pescaban sus discípulos. De pronto se levantó una gran galerna y el viento rugía con tal fuerza que la barca parecía que iba a zozobrar. Horrorizados, los discípulos despertaron a Jesús diciéndole: "Maestro, despiértate que perecemos". A lo que contestó Jesús: "hombres de poca fe", y poniéndose de pie se dirigió a la tempestad diciendo: "calmaos, que yo os lo mando". Y al instante el mar se quedó en calma.

Entonces Jesús saltó de la barca al agua y empezó a andar sobre ella hacia la orilla. Al ver esto San Pedro hizo lo mismo y dio dos o tres pasos sobre el agua, pero al darse cuenta de que estaba andando sobre ella el pánico le atemorizó y empezó a hundirse. Entonces Jesús le cogió de la mano y se lo llevó con él sobre las aguas hasta la orilla.

Otro ejemplo fue después de Jesús haber resucitado tras la crucifixión. Se presentó en medio de los discípulos, que estaban reunidos en el cenáculo con las puertas y las ventanas cerradas y les dijo: "paz y bien". Cuando llegó Tomás, que no estaba cuando se apareció Jesús, y ellos le contaron lo que había sucedido, no lo creyó, y dijo: "mientras yo no meta mi dedo en la herida de los clavos de sus manos y sus pies o introduzca mi mano en su costado, no lo creeré".

Al domingo siguiente estaban otra vez los doce apóstoles reunidos en el cenáculo cuando de nuevo se volvió a aparecer Jesús, y dirigiéndose a Tomás le dijo: "ven, Tomás. Introduce tu dedo en mis heridas y tu mano en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente". Avergonzado, Tomás contestó: "Señor mío y Dios mío", y Jesús respondió: "porque has visto has creído. Bienaventurados los que sin ver creyeren".

¿Qué es tener fe? Tener fe es creer en todo lo que no vemos y en las promesas que Jesús nos hizo: tener fe es creer en un solo Dios que es trino. Tener fe es creer que Jesús nació de la Inmaculada Virgen Maria por la Gracia del Espíritu Santo y que ella se conservó inmaculada antes del parto, en el parto y después del parto. Tener fe es creer que Jesús después de ser crucificado y sepultado al tercer día resucitó de entre los muertos. Tener fe es esperar que después de nuestra muerte resucitaremos con Cristo para la vida eterna. Tener fe es creer en las palabras de las Sagradas Escrituras.

Pero, ¿cómo conseguimos la fe? ¿Qué hacemos para lograrla? La fe es un don divino que Dios nos da pero nosotros tenemos que trabajarla para conseguirla. No es como en los cuentos infantiles que viene el hada con la varita mágica y toma una rana y la convierte en un apuesto príncipe. Para conseguir la fe tenemos que ponernos de rodillas delante del sagrario y rezar diciendo: "padre mío, no soy digna de dirigirme a ti, pero confío en tu bondad infinita y en tu misericordia para que me concedas la gracia de amarte, respetarte y creer en ti". Esta oración, pidiéndola con humildad y sencillez muchas veces, al final consigue que la fe llegue a tu alma y una paz te inunde.

 Hace pocos días hemos sido unos privilegiados al haber sido testigos de la beatificación de quinientos veintidós mártires españoles, compatriotas nuestros que murieron por no renunciar a la fe y a Jesús: eran obispos, sacerdotes, monjas, seminaristas y seglares. Esto sucedió en los años difíciles anteriores a la guerra del 36, cuando quemaban iglesias y mataban a tantos inocentes que no habían hecho nada más que el bien a todo el mundo. SS el Papa Francisco, después de muchos años de investigaciones y de comprobaciones, a estos santos mártires los proclamó beatos. Al acto acudieron muchos familiares de los mártires. La mañana se llenó de luz, alegría y gracia al sentir que todos estos mártires habían muerto perdonando a sus verdugos.

¡Cuántos ejemplos tenemos para apoyarnos en ellos! Recémosles y pidámosles favores por la gloria de su martirio.

Antes de despedirme os pongo una oración que he encontrado en internet y que ilustra perfectamente aquello de lo que os hablo hoy:


Oh Jesús Redentor, autor y consumador de nuestra fe, te suplicamos desde lo profundo de nuestro corazón contrito y humillado no permita que se extinga la hermosa luz de nuestra fe. Acuérdate de tus antiguas misericordias; mira compasivo la viña que tú mismo plantaste con tu diestra, que ha sido regada con la sangre de miles y miles de mártires, con las lágrimas de generosos penitentes y las fatigas de celosos apóstoles y fecunda oración de tantos cristianos fieles. 
Nos aflijan las enfermedades, nos consuman los disgustos, nos afecten los infortunios, pero que no nos falte la fe; porque ricos con este don precioso, soportaremos con gusto todo dolor y nada podrá alterar nuestra felicidad. Por el contrario, sin la gracia de la fe, nuestra desventura no tendría límites. 
Oh Jesús, autor y consumador de nuestra fe, consérvanos dentro de la nave de Pedro, fieles a su sucesor, para que se construya la unidad de la Iglesia, se promueva su santidad y se dilate en bien de todos los pueblos. Concédenos la paz y la unidad. Confórtanos y consérvanos en tu santo servicio, para que por Ti y en Ti vivamos siempre. Amén.

(Esta oración está basada en Hebreos 12, 1-2.  san Clemente; la rezaba y la recomendaba. Es tomada de: Espiritualidad Redentorista, vol. 4, p. 293).
Indulgencia  - León XIII


Amigos, deseo de todo corazón que nunca perdamos la fe y todos los días recemos para conseguirla. Con todo mi cariño: Lali Maíz.

sábado, 5 de octubre de 2013

Parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro



Queridos amigos internautas:

el verano se nos ha ido con paso lento y cansino. Y ahora está llamando a nuestra vida el otoño que viene con paso firme y decidido.

Lejos quedan los días de calor que han servido para madurar frutas y hortalizas. El sol ha cambiado los tonos verdes de los campos de cereales por amarillos dorados. Ya ha sido la siega y la trilla, y en la era los montones de trigo esperan ser llevados al molino para ser convertidos en harina fina y blanca que luego servirá para amasar el pan que el sacerdote consagrará en la misa y se convertirá en el cuerpo de Cristo.

Ahora es tiempo de vendimia. Las avispas y las abejas revolotean haciendo mil y un bailes alrededor de las uva. Y los racimos multicolores cuelgan de las ramas de las parras y de las vides esperando que unas manos delicadas vayan recogiendo los preciados racimos para ser llevados al lagar y convertir la uva en el rico mosto, que luego al cabo de los meses se convierte en delicioso vino. El cual con la bendición del sacerdote en la Santa Misa se convertirá en la sangre de Cristo.

Amigos, ahora es el momento de que nos decidamos a cambiar. Pongámonos delante del sagrado corazón de Jesús y con un suave murmullo y alegría digámosle "¡Quiero cambiar de vida. Quiero entregarme a ti, Señor! Quiero ser el barro que tú moldees a tu capricho. Quiero pedirte perdón por mis faltas y pecados. Y quisiera conseguir ver tu rostro en mis semejantes y tratar a los demás como si tú estuvieras presente, con caridad y con amor, y sobre todo con alegría. Y cuando te necesitemos, porque somos humanos, y recemos para pedirte un favor, haz que seamos humildes y digamos: 'Señor, necesito tu ayuda, yo sola no puedo. Pero haz tú este favor cuando tú quieras, como tú quieras y donde tú quieras'. Y así poco a poco, de una manera tranquila y sin grandes aspavientos cumplamos tu santa voluntad.

Ahora estamos terminando el año litúrgico. Ya quedan pocos domingos del tiempo ordinario. Durante este período hemos leído y oído en la misa los santos evangelios y cómo Jesús de una manera sencilla fue explicando su doctrina y sus enseñanzas a los apóstoles, para que ellos después a través de los tiempos nos las transmitieran a nosotros. ¡Qué sabiduría la tuya, Señor. Cómo te serviste con ejemplos y parábolas para que los apóstoles y tus discípulos comprendieran la esencia de la doctrina que predicabas!

Hoy os voy a relatar una fábula que me parece muy hermosa, la del rico Epulón y el mendigo Lázaro.

Vivía en un pueblo un hombre muy muy rico que se vestía con grandes túnicas de seda y vistosos colores como el púrpura, que toda su vida la pasaba dándole satisfacciones a su cuerpo con fiestas y banquetes y nunca pensaba en los demás, solamente en él y en su satisfacción. También allí vivía un hombre llamado Lázaro que era el más pobre de todos los pobres. Su cuerpo cubierto de llagas lo lamían los perros y por vestido llevaba unos andrajosos harapos. Tenía tanta hambre que se sentaba en los escalones de la entrada de la casa del rico por si se caía algún trozo de pan de su mesa y le llegaba hasta él para poder alimentarse.

Pasó el tiempo y los dos se murieron. El rico que había sido tan malo fue llevado al infierno y al pobre Lázaro lo recogió Abraham y lo puso en su seno. Un día que Epulón miró hacia arriba tuvo una visión y vio a Lázaro lleno de gloria y entonces le dijo a Abraham:

-Padre Abraham, haz que Lázaro baje y moje sus dedos en agua y los pase por mis labios, pues el fuego me devora.

A lo que Abraham le contestó:

-Entre tú y nosotros hay un abismo tan grande que ni nosotros podemos bajar ni tú puedes subir. Tú tuviste en vida tu recompensa, ahora le toca a Lázaro.

Y él le contestó:

-Tengo muchos hermanos. Haz que Lázaro vaya a donde viven ellos y les diga cómo y dónde estoy para que se arrepientan y no acaben también aquí.

A lo que contestó Abraham:

-Allí tienen a los profetas y no les hacen caso. Cada cual en la vida tiene la decisión de vivirla como quiere.

¡Amigos, qué lección tan maravillosa nos da Jesús con esta parábola! Nos explica que cada uno de nosotros somos responsables de nuestra vida y según la utilicemos así después en la otra vida tendremos nuestra recompensa.



A la brevedad de la vida

Ha llegado a mis manos un antiguo poema a través de un amigo, y he pensado hoy que después de la parábola del mendigo Lázaro, Jesús nos habla de la brevedad de la vida. Os la transcribo y espero que os guste, pues a mí me emocionó.

"A la brevedad de la Vida"
El curso de los años repetido
gasta la edad con natural violencia
y el tardo amanecer de la prudencia
conoce el tiempo cuando lo ha perdido.
la mitad fue del sueño y del olvido
la mitad error o negligencia.
¡Más o de vivir dificultosa ciencia!
¿quién en toda una vida te ha sabido?
Duran los días, pero ¿quién percibe la duración
si es menos inconstante la intrepidez de nuestra fantasía?
oh ¿qué importa el durar si solo vive
el que sabe acertar aquel instante
Principio y siempre fin del eterno día?
Notad una invención jamás oída
que pinta el gran hombre en su diario.
Tan rara, tan ilustre y tan sabida
cual nunca se escribió en un calendario.
Haciéndole durar cuanto la vida
Con canto muy mejor que el del canario
y escribir tantas cosas y tan bellas
que todos tendrán bien que ver en ellas.
¿Quién como vos… cortó la pluma
para escribir en justo tantas cosas?
Ninguno (dirán muchos) lo presuman.
Pues nadie las pintó tan abundosas.
Cifrando tanta copia en breve suma
De cosas, de contento y provechosas
Causando en los mortales nueva gloria,
Por ver entre nosotros tal historia
Un corte dais, tan bién cortado
que nadie lo cortó con tal destreza
Cortando (sin cortar) habeis cortado
mil cosas de primor y gentileza.
Pues con las iniciales nos habéis dado
los llenos y girantes con fineza.
Sin otras maravillas que no cuento
que exceden al humano entendimiento.
"El sumario perpetuo.
De mi abuelo."
D.Juan Prieto Bernal.
"alias,… Morenita"

Amigos, no desfallezcamos nunca y sigamos rezando los unos por los otros para ayudarnos con nuestros problemas, y seamos capaces de cumplir con el primer mandamiento de la Ley de Dios: amarás a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo.

Con todo mi cariño y hasta la próxima, Lali Maíz.