viernes, 16 de noviembre de 2012

Hágase tú voluntad así en la Tierra como en el cielo.


Queridos amigos internautas:

He decidido que podíamos desmenuzar y buscar el significado de las frases que rezamos en el Padre Nuestro 'Hágase tú voluntad en la Tierra como en el Cielo'.

¿Que nos quiere decir Dios con estas palabras? ¿Qué significan para nosotros? ¿Qué espera Dios de nosotros?

Si pensamos, nos daremos cuenta que es muy difícil cumplir con la voluntad de Dios, ¡Que fácil si tuviésemos un teléfono directo con Él y le preguntásemos en cada momento de nuestra vida lo que Él espera de nosotros!, pero nosotros tenemos un teléfono que hay que saber buscarlo, y para encontrarlo lo primero que nos hace falta es buscar el silencio, apartarnos del mundanal ruido y escuchar. Al principio no oiremos nada, pero cuando nos acostumbremos a meditar nos daremos cuenta que nuestro teléfono es nuestra alma y el cable con el que estamos unidos a Dios es la oración, poco a poco averiguaremos a comprender lo que Él espera de nosotros.

Nos damos cuenta que Dios no quiere de nosotros que hagamos cosas heroicas y difíciles, eso Él lo deja para los elegidos; pero no por eso pensemos que Dios nos abandona y nos olvida, pues todos somos la gran multitud de personas que vivimos en la Tierra y formamos la Iglesia. Cada uno de nosotros somos irreemplazables, todos somos una pieza que encaja perfectamente en el engranaje de la vida, y hace que todo funcione a un ritmo adecuado.

¿Cómo podemos realizar la voluntad de Dios?

Es fácil, si cada uno de nosotros cumplimos con nuestra misión en la Tierra, bien sea el ama de casa cuidando de sus niños y de su familia, o el obrero en la fábrica, los empleados en la oficinas, el labrador que dobla su espalda sembrando y cultivando el fruto, o el medico que nos cuida y cura, o los pescadores que desafían el peligro arriesgando sus vidas para conseguir una buena pesa. Todos los trabajos son dignísimos desde el más humilde de todos al mas principal, y el misterio para realizar esto es que tengamos el convencimiento de ver el rostro de Cristo en cada una de las personas que nos rodea, ¿Cómo limpiaríamos nuestra casa o plancharíamos nuestra ropa si supiésemos que Jesús vendría a nuestra casa? Seguro que nos esmeraríamos y procuraríamos que todo estuviera perfecto para agradarle, y así en su trabajo cada uno pensando que estaba sirviendo a Dios.

Cuando nos falten las fuerzas, dirijámonos a Jesús con la oración y digámosle: Padre mio ten misericordia, no te olvides de nosotros, perdónanos, solos no podemos caminar, necesitamos de tu ayuda para cada día te amemos mas y cumplamos con tu santa voluntad con alegría.

Hace unos días en la Santa Misa hubo una lectura que hablaba de dos viudas, ellas si supieron cumplir con la voluntad de Dios, os lo voy a explicar.

Antiguamente las viudas eran las ultimas personas mas abandonadas por la sociedad, pues le faltaba el amparo del hombre, ahora os relato la primera lectura:

Llegaba el profeta Ezequiel a la entrada de un pequeño pueblo, venia cansado y hambriento, entonces vio a una viuda que recogía un poco de leña, se dirigió a ella y le dijo: Mujer, dame una jarra de agua, y cuando la mujer se iba para traérsela, le dijo: y un trozo de pan que tengo mucha hambre, la mujer al oír esto se volvió y le dijo: Mira estaba recogiendo esta poca leña para amasar un panecillo para mi hijo y para mi con un resto de harina que tengo en la orza y un poco de aceite para comérnoslo, y luego morir, entonces el profeta la miró con ternura y le dijo: Ve hazlo pero primero tráeme a mi el mio y luego comer tú y tu hijo, y así lo hicieron, Dios premió a la viuda por medio del profeta, y nuca la harina se terminó ni el aceite en la botella.

El segundo caso fue que estaban Jesús y sus discipulado en la puerta de la sinagoga y veían como por la plaza andaban los escribas del templo, que eran personas orgullosas y llenas de oropeles, que en vez de servir al pueblo de servían de él sacándole el dinero para su provecho.

Entraron en la sinagoga y se pusieron delante del arca de las ofrendas, y veían como la gente echaba su limosna, y entonces reparo en una pobre viuda que con una pequeña moneda en su mano la echó en el arca, entonces Jesús se dirigió a sus discípulos diciéndoles: Mirad, esos dos reales que ha echado la pobre viuda, es la que ha echado mas dinero de todos de aquí, porque la gente ha echo de lo que sobra, sin embargo ella ha echado de lo que le faltaba.

Que dos grandes ejemplos nos han dado estas dos viudas, ellas han sabido cumplir con lo que Dios esperaba de ellas lo han hecho con sencillez, si egoísmo alguno confinado en la Divina Providencia.

Amigos, a ver si a partir de ahora todos nos esforcemos en buscar el rostro de Cristo en todos los demás para cumplir con su santa voluntad.

Hasta la semana que viene si Dios quiere.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Santo Domingo de la Calzada: Vida y Milagros


Noviembre. Mes en que recordamos, rezamos y visitamos a nuestros más queridos difuntos.

El otoño nos ha llegado. Los días son más cortos. La luz es más tenue y la suave lluvia y el frío nos empiezan a acompañar. Algunos árboles nos muestran su más cruda desnudez en ramas y troncos. Y por el contrario otros cambian el verde follaje de sus hojas y se visten de vivos colores en tonos amarillentos y rojizos que dan a nuestros campos y jardines un ambiente melancólico. El olor a las castañas asadas perfuma nuestras calles y al caminar sentimos bajo nuestros pies el leve crujido de hojas secas que forman una leve alfombra.

Queridos amigos internautas,

en este ambiente de relax he recordado la figura de Santo Domigo de la Calzada, vida ejemplar y de grandes milagros. Santo Domingo era un hombre de pocos estudios pero muy inteligente, de grandes virtudes que lo envolvían, como por ejemplo la sencillez, la humildad, la pureza y la honestidad, el espíritu de trabajo, la abnegación... en una palabra: dedicó toda su vida al servicio de los demás, fue un gran santo.

Sobre tantas virtudes hay dos que para mí destacan de una manera especial. Son la sencillez y la humildad, dos palabras con sentido distinto pero que en él se complementaban perfectamente. Hombre sencillo, no le daba importancia a ninguno de los actos que realizaba, ni a las grandes empresas que realizó huyendo siempre de alabanzas y de lisonjas. Siempre él todo lo hacía de una manera sencilla y humilde. Esta era otra de sus grandes virtudes. Él supo realizar en su persona todas las enseñanzas que Jesús dijo a sus Apóstoles cuando les decía “sed humildes como yo soy con vosotros”, “el que quiera ser el primero, que sea el último”, “aquí hemos venido a servir y no para que nos sirvan”. Y he recordado la parábola del banquete cuando entraban todos los convidados a la sala para celebrar la boda y había algunas personas que se colocaban en los primeros puestos y se exponían a que el dueño de la casa los levantase y les dijese “poneros más para atrás que estos asientos están reservados para gente más importante y principal” y tener que pasar la vergüenza de cambiarse de sitio. Por el contrario si nos sentamos al final de la sala, al vernos, el dueño de la casa vendrá y nos dirá: “amigo, este sitio no te corresponde. Ven aquí a mi lado”.

Otro gran ejemplo de humildad nos dio Jesús la noche de jueves santo después de instituir la Sagrada Eucaristía cuando cogió una palangana llena de agua y una toalla y empezó a lavarles los pies a los discípulos. Con este signo quiso decirles Jesús que el que se humilla será ensalzado, y que no tengamos reparo en servir a los demás. Y que esta agua purificadora al lavar los pies significaba que lavaba nuestra alma.

Yo sabía de la existencia del Santo, pero de una manera vaga, sin saber toda su historia. Pero iba yo de viaje con mi marido por tierras riojanas cuando llegamos a la ciudad de Logroño. Al ser domingo fuimos a una preciosa iglesia a oír misa. Y cuando estábamos sentados en el banco oímos el canto de unos gallos y el cacarear de unas gallinas dentro de la iglesia. Nos miramos sin comprender nada y a los pocos minutos se volvió a repetir. Los gallos volvieron a cantar. Entonces yo le dije a mi marido “esto es que se han colado en la iglesia unos gallos y gallinas”, pero me extrañó que todo el mundo estaba quieto y nadie se sorprendía. Y al oír toda nuestra conversación, una mujer que estaba a mi lado nos dijo “en esta iglesia, en la cripta, está enterrado Santo Domingo de la Calzada, y en su honor, para conmemorar uno de los grandes milagros que hizo, siempre hay gallos y gallinas en la iglesia”. Y dijo: “miren a lo alto de esa columna y verán que hay una puerta y una gran jaula con gallos y gallinas. Desde que el Santo hizo el milagro están en la iglesia para recordarlo”. Y nos contó la historia que a continuación os pongo:

“Cuenta la tradición que entre los muchos peregrinos compostelanos que hacen alto en esta ciudad para venerar las reliquias de Santo Domingo de la Calzada, llegó aquí un matrimonio alemán con su hijo de dieciocho años llamado Hugonell, procedente de Ad Sanctos (Xanten en la diócesis de Münster, pero hasta 1821 del Arzobispado de Colonia).

La chica del mesón donde se hospedaron se enamoró del joven Hugonell, pero ante la indiferencia del muchacho, decidió vengarse. Metió una copa de plata en el equipaje del joven y cuando los peregrinos siguieron su camino, la muchacha denuncio el robo al Corregidor.

Las leyes de entonces (Fuero de Alfonso X el Sabio) castigaban con pena de muerte el delito de hurto y una vez fue prendido y juzgado, el inocente peregrino fue ahorcado.

Al salir sus padres camino de Santiago de Compostela, fueron a ver a su hijo ahorcado y, cuando llegaron al lugar donde se encontraba, escucharon la voz del hijo que les anunciaba que Santo Domingo de la Calzada le había conservado la vida. Fueron inmediatamente a casa del Corregidor de la Ciudad y le contaron el prodigio.

Incrédulo el Corregidor contestó que su hijo estaba tan vivo como el gallo y la gallina que él se disponía a comer.

En ese preciso instante el gallo y la gallina saltando del plato se pusieron a cantar.

Y desde entonces se dicen los famosos versos:

SANTO DOMINGO DE LA CALZADA
DONDE CANTO LA GALLINA DESPUÉS DE ASADA”

Amigos, cuando terminó la misa visitamos la cripta en la se encontraba la tumba del santo. Con gran devoción le rezamos y nos encomendamos a él. Espero que vosotros los que tengáis posibilidades de visitarlo lo hagáis, y los que no le recéis, pues es muy milagroso. Y ahora me despido amigos, hasta la semana que viene si Dios quiere, que nunca dejéis de rezar.