Queridos amigos internautas: esta semana he pensado que podríamos
meditar sobre la fe.
La fe es una gracia, un don divino en el cual se fundamenta toda
nuestra religión. Por ella creemos en un solo dios verdadero y a la
vez trino (trino quiere decir que lo forman las tres personas de la
Santísima Trinidad el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo).
1º) Dios Padre es el creador y señor de todas las cosas
visibles e invisibles, de todos los seres vivos que viven en la
tierra, en el mar y en el aire .Y en último lugar hizo su obra
maestra al crear al hombre. Lo hizo a su imagen y semejanza y lo dotó
de vida al insuflarle su aliento. A él le dio capacidad de
raciocinio, la inteligencia y la sabiduría para saber distinguir el
bien del mal. En el Antiguo Testamento, Dios habló a su pueblo a
través de los profetas. El pueblo tenía fe y creía en las palabras
que Dios decía, y cumplían sus preceptos y mandatos. Dios les
prometió que le enviaría a su único hijo para redimirles del
pecado.
2º) Dios Hijo: después de muchos siglos llegó por fin la
alegría de la primera Nochebuena, en la cual el Hijo de Dios vino al
mundo. Ahí los pastores y labriegos hicieron un gran acto de fe al
reconocer en ese niño al Mesías esperado. Cuando Jesús comenzó su
vida pública y empezó a explicar su doctrina, los discípulos y
todas aquellas personas que le rodeaban supieron ver en él a un ser
excepcional y lo reconocieron como al Mesías prometido.
Después de la resurrección de Jesús, estaban los discípulos
reunidos en el cenáculo y faltaba Tomás. Jesús se apareció entre
ellos dándoles su bendición, animándolos y confortándolos. Fue
entonces cuando les prometió que enviaría al Espíritu Santo para
que les ayudase. Cuando llegó Tomás, le contaron todo lo sucedido y
él entonces no se lo creyó y dijo: “mientras yo no meta mi dedo
en el hueco que le hicieron los clavos en sus manos y sus pies y la
mano en su costado entonces me lo creeré” Transcurrieron 8 días y
Jesús volvió a aparecerse a los discípulos, pero esta vez si
estaba Tomás. Jesús le llamó diciéndole:” introduce tu dedo en
mis manos y en mis pies y tu mano en mi costado y no seas incrédulo
sino fiel”. Entonces Tomás se postró de rodillas avergonzado y
entristecido y dijo”” Señor mío y Dios mío a lo que le
respondió Jesús: “porque has visto has creído, bienaventurados
todos los que sin a ver visto crean”.
3º) Espíritu Santo una vez subido Jesús a los cielos les
envió su espíritu y desde ese momento comprendieron todas las
enseñanzas que Jesús les había dado y la misión que tenían que
realizar.
Como veis la fe es nuestra esperanza, nuestra alegría, nuestra
fortaleza y es la que nos ayuda en todos los momentos difíciles y
nos llena de alegría al saber que algún día podremos disfrutar del
cielo.
La curación de la hija de Jairo.
Me ha venido a la memoria este pasaje evangélico en el cual se ve
reflejado la fe de dos enfermos al pedirle la curación a Jesús.
Había atravesado de nuevo el mar de Galilea y estaba rodeado de sus
discípulos y de un gran gentío cuando se le acerco un hombre muy
importante, que era el jefe de la sinagoga .Este le dijo a Jesús:
maestro tengo una hija que esta gravemente enferma y se está
muriendo. Si tú quieres venir a mi casa e imponerle las manos sobre
la cabeza se salvará, a lo que accedió Jesús. Cuando iban
caminando hacia la casa había una mujer que padecía de flujo de
sangre y se había gastado todo su dinero en visitar a médicos y
sanadores y cada día se encontraba mas enferma. Ella pensó si le
toco el borde de su túnica me curaré, y así lo hizo. Jesús sintió
que una fuerza salía de su cuerpo, se volvió y pregunto ¿Quién me
ha tocado? a lo que los discípulos le respondieron con tanta gente
que nos rodea ¿Cómo vamos a saber quien te ha tocado? la mujer al
oír esto se puso de rodillas y le contó lo que le pasaba. Entonces
Jesús le dijo vete en paz mujer tu fe te ha curado. No habían
terminado de hablar cuando de la casa de Jairo llegaron dos personas
llorando diciendo que la niña había muerto y Jesús respondió no
está muerta, está dormida y las mujeres se rieron de él. Entro
Jesús en la casa y los echó a todos fuera excepto a los padres de
la niña y a algunos de sus discípulos y dirigiéndose a la niña le
dijo levántate que yo te lo mando. En ese momento la niña se pudo
de pie. Las personas que allí estaban no daban crédito a lo allí
sucedido y la fama de Jesús se extendió por toda la comarca y de
todas partes le traían enfermos para que les curase.
Amigos os quiero poner la vida de Santa Rosa de Lima por si alguno no
la conocéis y la imitéis en sus virtudes. Con todo mi cariño,
hasta la próxima vez que pueda escribiros
Santa Rosa de Lima.
Santa Rosa de Lima nació el 30 de abril de 1586 en la vecindad del
hospital del Espíritu Santo de la ciudad de Lima, entonces capital
del virreinato del Perú. Su nombre original fue Isabel Flores de
Oliva. Era una de los trece hijos habidos en el matrimonio de Gaspar
Flores, arcabucero de la guardia virreinal, natural de San Juan de
Puerto Rico, con la limeña María de Oliva. Recibió bautismo en la
parroquia de San Sebastián de Lima, siendo sus padrinos Hernando de
Valdés y María Orozco.
Santa Rosa de Lima (Óleo de Murillo)
En compañía de sus numerosos hermanos, la niña Rosa se trasladó
al pueblo serrano de Quives, en la cuenca del Chillón, cuando su
padre asumió el empleo de administrador de un obraje donde se
refinaba mineral de plata. Las biografias de Santa Rosa de Lima han
retenido fijamente el hecho de que en ese pueblo, que era doctrina de
frailes mercedarios, la joven recibió en 1597 el sacramento de la
confirmación de manos del arzobispo de Lima, Santo Toribio Alonso de
Mogrovejo, quien efectuaba una visita pastoral en la jurisdicción.
Ocupándose de la "etapa oscura" en la biografía de Santa
Rosa de Lima, que corresponde precisamente a sus años de infancia y
adolescencia en Quives, Luis Millones ha procurado arrojar nueva luz
mediante la interpretación de algunos sueños que recogen los
biógrafos de la santa. Opina Millones que ésa pudo ser la etapa más
importante para la formación de su personalidad, no obstante el
hecho de que los autores han preferido hacer abstracción del entorno
económico y de las experiencias culturales que condicionaron la vida
de la familia Flores-Oliva en la sierra, en un asiento minero
vinculado al meollo de la producción colonial. Probablemente, esa
vivencia (la visión cotidiana de los sufrimientos que padecían los
trabajadores indios) pudo ser la que dio a Rosa la preocupación por
remediar las enfermedades y miserias de quienes irían a creer en su
virtud.
A Santa Rosa de Lima le tocó vivir en Lima un ambiente de
efervescencia religiosa, una época en que abundaban las atribuciones
de milagros, curaciones y todo tipo de maravillas por parte de una
población que ponía gran énfasis en las virtudes y calidad de vida
cristianas. Alrededor de sesenta personas fallecieron en "olor
de santidad" en la capital peruana entre finales del siglo XVI y
mediados del XVIII. De aquí se originó por cierto una larga serie
de biografías de santos, beatos y siervos de Dios, obras muy
parecidas en su contenido, regidas por las mismas estructuras
formales y por análogas categorías de pensamiento.
A Santa Rosa le atraía con singular fuerza el modelo de la dominica
Catalina de Siena (santa toscana del siglo XIV), y esto la decidió a
cambiar el sayal franciscano por el hábito blanco de terciaria de la
Orden de Predicadores, aparentemente desde 1606. Se afirma que estaba
bien dotada para las labores de costura, con las cuales ayudaba a
sostener el presupuesto familiar, pero fueron muy contadas las
personas con quienes Rosa llegó a tener alguna intimidad. En su
círculo más estrecho se hallaban mujeres virtuosas como doña Luisa
Melgarejo y su grupo de "beatas", junto con amigos de la
casa paterna y allegados al hogar del contador Gonzalo de la Maza.
Los confesores de Santa Rosa de Lima fueron mayormente sacerdotes de
la congregación dominica. También tuvo trato espiritual con
religiosos de la Compañía de Jesús. Es asimismo importante el
contacto que desarrolló con el doctor Juan del Castillo, médico
extremeño muy versado en asuntos de espiritualidad, con quien
compartió las más secretas minucias de su relación con Dios.
Dichos consejeros espirituales ejercieron profunda influencia sobre
Rosa y resultaron cómplices de sus delirios, visiones y tormentos.
No sorprende desde luego que María de Oliva abominase de la cohorte
de sacerdotes que rodeaban a su piadosa hija, porque estaba segura de
que los rigores que ella se imponía eran "por ser de este
parecer, ignorante credulidad y juicio algunos confesores",
según recuerda un contemporáneo. La conducta estereotipada de Santa
Rosa de Lima se hace más evidente aún cuando se repara en que por
orden de sus confesores anotó las diversas mercedes que había
recibido del Cielo, componiendo así el panel titulado Escala
espiritual. No se conoce mucho acerca de las lecturas de Santa Rosa,
aunque es sabido que encontró inspiración en las obras teológicas
de fray Luis de Granada.
Hacia 1615, y con la ayuda de su hermano favorito, Hernando Flores de
Herrera, labró una pequeña celda o ermita en el jardín de la casa
de sus padres. Allí, en un espacio de poco más de dos metros
cuadrados (que todavía hoy es posible apreciar), Santa Rosa de Lima
se recogía con fruición a orar y a hacer penitencia.
Posteriormente, en marzo de 1617, celebró en la iglesia de Santo
Domingo de Lima su místico desposorio con Cristo, siendo fray Alonso
Velásquez (uno de sus confesores) quien puso en sus dedos el anillo
en señal de unión perpetua.
Con todo acierto, Rosa había predicho que su vida terminaría en la
casa de su bienhechor y confidente Gonzalo de la Maza (contador del
tribunal de la Santa Cruzada), a la cual se trasladó a residir en
los últimos cuatro o cinco años de su vida. Por esto solicitó a
doña María de Uzátegui, la madrileña esposa del contador, que
fuese ella quien la amortajase. En torno a su lecho de agonía se
situó el matrimonio de la Maza-Uzátegui con sus dos hijas, doña
Micaela y doña Andrea, y una de sus discípulas más próximas,
Luisa Daza, a quien Santa Rosa de Lima pidió que entonase una
canción con acompañamiento de vihuela. Así entregó la virgen
limeña su alma a Dios, afectada por una aguda hemiplejía, el 24 de
agosto de 1617, en las primeras horas de la madrugada.
El mismo día de su muerte, por la tarde, se efectuó el traslado del
cadáver de Santa Rosa al convento grande de los dominicos, llamado
de Nuestra Señora del Rosario. Una abigarrada muchedumbre colmó las
calzadas, balcones y azoteas en las nueve cuadras que separan la
calle del Capón (donde se encontraba la residencia de Gonzalo de la
Maza) de dicho templo. Al día siguiente, 25 de agosto, hubo una misa
de cuerpo presente oficiada por don Pedro de Valencia, obispo electo
de La Paz, y luego se procedió sigilosamente a enterrar los restos
de la santa en una sala del convento, sin toque de campanas ni
ceremonia alguna, para evitar la aglomeración de fieles y curiosos.
El proceso que condujo a la beatificación y canonización de Rosa
empezó casi de inmediato, con la información de testigos promovida
en 1617-1618 por el arzobispo de Lima, Bartolomé Lobo Guerrero. Tras
un largo procedimiento, Clemente X la canonizó en 1671. Desde un
punto de vista histórico, Santa Rosa de Lima sobresale por ser la
primera santa de América. Actualmente es patrona de Lima, América,
Filipinas e Indias Orientales.
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