Ya faltan pocos días para que comience la Semana Santa y ahora ha
llegado el momento de que nos paremos a pensar y hacer un buen examen
de conciencia para ver si todas aquellas promesas que habíamos hecho
durante el tiempo de la cuaresma las hemos cumplido. Si es así,
sentiremos una gran alegría y paz. Pero si al contrario hemos
cumplido sólo alguna o en el último caso ninguna, no nos
desanimemos, pues estamos aún a tiempo, quedan días para hacer el
esfuerzo final, y sobre todo para sentir arrepentimiento y ganas de
comenzar una nueva vida. Pongámonos delante de Jesús crucificado y
pidámosle con humildad que derrame su gracia sobre nosotros y nos
ayude a poder vencer todas nuestras tentaciones.
En estos días hemos asistido a la despedida de su santidad el Papa
Benedicto XVI. ¡Qué gran ejemplo nos ha dado durante su
pontificado! Pero especialmente durante estos últimos días de su
ministerio Petrino con qué sencillez, santidad y humildad se ha ido
despidiendo de cada uno de nosotros haciéndonos llegar con sus
palabras sus últimos mensajes de amor a la Iglesia, de amor hacia
los demás, de que seamos agradecidos por todos aquellos que nos
ayudan y haciéndonos algunas recomendaciones tales como que no
tengamos miedo de seguir a Jesús, que sintamos la alegría en
nuestra alma de ser cristianos y que no la ocultemos a los demás,
sino por el contrario que sepamos compartirla. Y luego su gran
recomendación ha sido la oración, que recemos, que pidamos a Dios
por todos y por cada uno de nosotros, por nuestros problemas y por el
bien en general.
Ha pasado su Santidad durante su pontificado en la Iglesia como una
persona humilde, sencilla y afable, cercana a todos, sin darse
importancia teniendo una mente privilegiada. Durante estos días le
hemos visto sorprendido de tantas muestras de cariño como le hemos
demostrado los cristianos, pero no le hemos visto derramar una
lágrima, y eso demuestra con la serenidad y la sencillez que ha
aceptado que el paso que ha dado de renunciar a su pontificado es lo
que Dios esperaba de él en este momento. Él dijo “no me voy a
descansar y a hacer lo que me dé la gana, sino por el contrario a
dedicarme a la oración y a escribir”. Él no se va a desentender
de la Iglesia, pero desde su retiro él será la luz que nos ilumine
y nos acompañe a todos. Ya en Castelgandolfo cuando había sido
trasladado en el helicóptero y se asomó por última vez desde el
balcón de su residencia para dar las gracias y bendecirnos a los
allí presentes y a los que lo seguíamos por televisión dijo una
frase que se me ha clavado en el corazón: que él ahora era un
peregrino que comenzaba a caminar el último tramo de su vida. ¡Qué
grandeza! ¡Qué significado tan profundo encierran estas palabras!
Si pensáramos lo que él ha dicho, los que ya somos mayores y los
jóvenes, pues nadie sabe el camino que nos queda por recorrer,
debíamos ser conscientes en peregrinar por esta tierra para
prepararnos a alcanzar la gloria cuando llegue nuestra hora.
Parábola de la higuera
El domingo pasado en la misa en el evangelio tocó la parábola de la
higuera, y es muy significativa. Dice así:
Jesús les puso a sus discípulos esta parábola. Había un hombre
que tenía unas viñas, y en medio de ellas había sembrado una
higuera. Al pasar unos años la higuera creció, se hizo grande y
frondosa, pero no daba frutos, y el dueño de la viña iba todos los
años a recoger los higos de la higuera, y se encontraba que sólo
había hojas. Entonces le dijo a su capataz:
-Mira, coge un hacha y corta esta higuera, que estoy cansado de
esperar que dé frutos y está ocupando un sitio que puede ser
ocupado por otra planta.
Al capataz le dio lástima y le dijo al dueño:
-Amo, espere un año más. Voy a cavar a su alrededor, voy a
abonarla con estiércol a ver si así da frutos.
Y el amo consintió y le dijo:
-Un año de plazo doy. Si en un año no da lo que se espera de
ella, será arrancada.
¿Esta parábola qué significa? Nosotros, las personas,
representamos a la higuera, estamos cada uno en el sitio que nos
corresponde. Y todos, por poco que sea, tenemos que dar frutos. Si no
lo hacemos nos vemos como la higuera, que la querían arrancar de la
huerta. Pero el capataz simboliza a los sacerdotes y a las buenas
personas que durante nuestra vida nos ayudan y nos reconducen y por
eso labran la tierra a nuestro alrededor y somos fertilizados con la
palabra de Dios. Si con todas estas cosas que Dios pone a nuestro
alcance no somos capaces de hacer el bien a los demás y dar el fruto
que se espera de nosotros, no somos dignos de estar ocupando este
lugar en la Tierra.
Oración a San Antonio para recuperar las cosas perdidas
El otro día le dije a Marisa, una joven que tengo en mi casa que me
ayuda y me cuida, que cogiese el libro de oraciones antiguo que era
de mi abuela para que me buscara en el índice una oración a San
Antonio de Padua, pues no sabía si estaría en el libro. Y cuál fue
mi sorpresa que encontramos la oración que mi abuela y mi padre
siempre rezaban cuando se perdía algo de importancia y no se podía
encontrar. Le llamábamos y le decíamos:
-Papá, reza el responso a San Antonio, que todos nos ponemos a
buscar lo que se ha perdido.
Y él comenzaba a rezar la oración, a rezar un padrenuestro y un
avemaría y echaba en el cepillo de la iglesia una pequeña limosna.
Y aunque no os lo creáis siempre aparecía lo que buscábamos. Por
eso al encontrar la oración he querido compartirla con todos
vosotros, para que la recéis con la misma fe que lo hacían ellos.
Aquí a continuación os la pongo:
Si buscas milagros, mira
muerte y error desterrados,
miseria y demonio huídos,
leprosos y enfermos sanos.
El mar sosiega su ira,
redímense encarcelados,
miembros y bienes perdidos
recobran mozos y ancianos.
El peligro se retira,
los pobres van remediados;
cuéntenlo los socorridos,
díganlo los paduanos.
El mar sosiega su ira, etc.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo,
Gloria al Espíritu Santo...
El mar sosiega su ira, etc.
Ruega a Cristo por nosotros,
Antonio glorioso y santo,
para que dignos así
de sus promesas seamos. Amén.
Amigos, espero que Dios nos bendiga, nos dé salud, alegría y paz y
que celebremos con fervor los misterios de la Semana Santa. Hasta la
próxima vez. Con cariño: Laly.

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